EL PADRE NUESTRO ES NUESTRA ORACIÓN POR EXCELENCIA

 


EL PADRE NUESTRO ES NUESTRA ORACIÓN POR EXCELENCIA

Iluminación: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mt 4, 4)

Introducción: Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas. (Jl 2, 12-13)

Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión".  (Is 55, 10-11) La Palabra se hizo hombre y puso su Morada entre los hombres” (Jn 1, 14) La Palabra es el Hijo de Dios enviado a salvar a los hombres, vino a traernos a Dios: Palabra que es como la lluvia que viene y empapa la tierra para hacerla germinar. Murió para hacer de los hombres una sola Familia. Palabra que no regresa al Padre vacía. Regresó al Padre con fruto por que murió, y con su muerte dio su vida y derramó su sangre para pagar el precio para sacarnos del pozo de la muerte y resucitó para darnos vida eterna.

Con su muerte y resurrección hace la “Nueva Creación” La Familia de Dios en la que estaos llamados a ser hijos de Dios, hermanos de los demás y servidor de todos. (cf 2 de Cor 5, 17) Uno de sus discípulos le pide: Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó  a sus discípulos a orar. Jesús le responde con la oración del Padre Nuestro.

"Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, oren así: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas". (Mt 6, 7-15)

Cuando ustedes oren no sean como los gentiles ni como los hipócritas que piensan que con sus muchas palabras Dios los va a escuchar, ni tampoco piensen que por sus palabras rebuscadas el Señor los escuchara. Porque para Dios son ustedes trasparentes, él no se fija, en la acción sino, en la intención de corazón (1 de Sm 16, 7) Ustedes digan Padre Nuestro. Padre de todos los de su Familia. Padre que es Amor, Padre que es Justo y Santo, Padre que Misericordioso y Compasivo, y entre ustedes todos son hermanos. Él conoce tus necesidades y todas tus preocupaciones, y él se preocupa de todos, pongan sus manos todas sus preocupaciones. La fe que mueve montañas es la del que se encuentra en las manos de Dios.

Luego nos entrega tres peticiones que hacen referencia a Dios Padre: Santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Dios es el Santo que ya no puede ser más santo, pero él llama a todos sus hijos a ser santos como él es santo. Quiere santificarse en nosotros. Todo bautizado es llamado a la santidad. Por el bautismo somos incorporados a Cristo y recibimos el Espíritu de filiación que nos participa de lo que Dios es y de lo que él tiene: Amor, Verdad, Vida, Justicia y Santidad.

Venga a nosotros tu Reino Un Reino de paz, de justicia, de santidad que no se puede imponer, y que no se puede lograr con las armas, sino que llega a nosotros de manera gratuita e inmerecida, para entrar en Reino Jesús nos ha dicho la clave: “Crean y conviértanse (Mc 1, 15) Jesús es sembrador de las semillas del Reino. Lo siembra predicando su Palabra, con sus milagros, con sus exorcismos y con su estilo de vida. La semilla para que nazca tiene que morir, y después de nacer hay que cultivarla y protegerla para que pueda dar frutos de vida eterna.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo En esta petición están incluidas las otra dos: Santificado sea tu Nombre y el venga tu Reino. Nuestra salvación depende de que hagamos o no la hagamos. Podemos rezar mucho y hasta estar al servicio de los demás, pero Jesús nos advierte: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)

Jesús es nuestro Modelo al decirnos: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre y llevar a cabo su Obra” (Jn 4, 34) Hagamos de la voluntad de Dios el alimento favorito de nuestra vida. Aceptémosla y sometámonos a ella. Creamos en Jesús y amemos a nuestros hermanos (1 de Jn 3, 23).

Luego siguen cuatro peticiones a favor de la Comunidad, a nuestro favor: “Dadnos el pan de cada día” Es la invitación a dar de comer a los hambrientos que son muchos: “Dadles vosotros de comer” (Mc 6, 36) "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." (Mt 25, 35- 36) “Extiende tu mano y comparte” (Mc 3, 5) Comparte el don que tienes, la Palabra, el consuelo. La ayuda, el alivio, la fe, la esperanza y la caridad. Fracciona el pan de tu vida, inmólate en la presencia de Dios en favor de los demás. Sé eucaristía, un don de Dios para los demás.

“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” La medida del perdón que recibimos es la medida que damos a los que nos ofenden. Ser misericordiosos como nuestro Padre celestial es misericordioso y perdona todos nuestros pecados, si tenemos la disponibilidad de perdonar a los que nos han ofendido. Perdonar hasta setenta veces siete, es decir siempre. (Mt 18, 22) Juntamente con el perdonar a nuestros hermanos hemos de tener la disponibilidad de corregir al que peque, corregirlo con amor fraterno y con humildad para no herir y lastimar. Como hemos a la vez de evitar el escándalo para los más débiles. (Mt 18, 7. 15)

“No nos dejes caer en tentación” “Orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) Hay tentadores: el mundo, el maligno y la carne. La tentación en sí misma no es pecado. El pecado está al caer en la tentación.  Evitemos las tentaciones, no nos creamos fuertes, porque nos dice el proverbio: “El que tenga cola de paga que no se acerque al fuego, porque se le quema la cola” “Huyan de las pasiones de su juventud (2 de Tim 2, 22)

“Y líbranos del mal.” La vida cristiana es un don de Dios y es una lucha: Luchamos con fuerzas sobrenaturales que son más fueres que nosotros: "Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes." (Ef 6, 10- 13)

Oremos como hijos de Dios, en su Gracia. Oremos porque nuestra lucha no es con las personas, sino contra las fuerzas del mal. Oremos porque sólo Dios da el crecimiento. Oremos para ser fieles administradores de la multi forma Gracia de Dios. Oremos como hermanos intercediendo por todos en la Comunidad.

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