VAYAN POR TODO EL MUNDO Y ENSEÑEN TODO LO QUE YO LES HE ENSEÑADO.
Jesús nos enseñó con sus palabras y
con su vida el “arte de amar” el “arte
de servir” y el “arte de compartir” “El arte de entregarse por amor.” Nos
enseñó a “fraccionar el pan para los demás.” Se inmoló, se donó y se entregó
por la Humanidad en la presencia de Dios. Todo lo hizo para sacarnos del reino
de las tinieblas y para llevarnos al reino de la luz. Todo bautizado está llamado
a ser discípulo misionero de Jesús, un servidor de Dios y de los hombres, a
quienes reconoce como hermanos, para que el mundo tenga vida.
“Vosotros habéis visto cómo os
saqué sobre alas de águila y os traje hacia mí; ahora pues, si queréis
obedecerme y guardar mi alianza, seréis mi especial propiedad entre todos los
pueblos, pues mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de sacerdotes y
una nación santa.” (Ex 19, 4-6ª) Si guardan mis mandamientos y evitan toda
idolatría, serán mi propiedad, serán mi pueblo
yo seré vuestro Dios. Un Pueblo con una Misión: La misma de la de Cristo
Jesús: Ser sacerdotes, profetas y reyes: "Pero vosotros sois linaje
elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las
alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz
vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios,
de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos." (1 de
Pe 2, 9- 10)
Un Pueblo que participa de la
Unción de Cristo para continuar en la historia la Obra Redentora de Cristo:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a
los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los
cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y
proclamar un año de gracia del Señor."(Lc 4, 18- 19) Un Pueblo llamado a
ser sal, luz y fermento: "«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la
sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser
tirada afuera y pisoteada por los hombres. «Vosotros sois la luz del mundo. No
puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se
enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero,
para que alumbre a todos los que están en la casa."(Mt 5, 13- 15)
Un Pueblo que participa de la
Misión, del Destino y de la Herencia de Jesús: "«Mirad que yo os envío
como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y
sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los
tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante
gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Más
cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que
tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros
los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en
vosotros."(Mt 10, 16- 20)
Un Pueblo enviado a predicar la
salvación y la liberación a todos los hombres: “Dios ha redimido al mundo en
Cristo y está perdonando los pecados y cambiando los corazones.” “Señor, tú te
compadeces de todos porque todo lo puedes y disimulas los pecados de los
hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y nada de lo que
hiciste aborreces. (Sb 11, 24-25ª) Este Pueblo vive y existe para anunciar a
Cristo, el Salvador y el Redentor de todos los hombres. Existe para mostrar al mundo
el Camino del Padre que es Cristo, y para enseñarnos el Camino de Cristo que es
el Amor:
“El ayuno que yo quiero es éste:
Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que
ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne.” (Is 58, 6a. 7) Para eso
nos ha liberado Cristo, para hacernos libres del pecado para poder servir a los
demás: "El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino
del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los
pecados."(Col. 1, 13- 14) Nos abre los ojos y los oídos, nos suelta la
lengua, nos levanta para que podamos caminar y nos cura de las parálisis para
que podamos hacer las buenas obras: “Extiende tu mano, y el hombre de la mano
tullida la extendió” (cf Mc 3, 5) Y entonces se puso a servir a su Familia, a
su Comunidad y a todos.
Como profetas podemos proclamar las
maravillas del Señor. Como reyes podemos lavar pies a los demás. Lavar pies es
ayudar, es servir y es compartirse con los demás. Como sacerdotes podemos
elevar nuestras oraciones y sacrificios por uno mismo y por los demás. Tal como
lo dice el apóstol Pablo: “Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar
vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro
culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la
renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de
Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto”. (Rm 12, 1-2)
Dejarse transformarse en lo más
profundo de la mente significa: “Tomar la firme determinación de seguir a
Cristo, rompiendo con las ataduras de una vida mundana y pagana. Dejando atrás
los ídolos para seguir a Cristo y servir al Dios vivo y verdadero (1 de Ts 1,
9) Para poder discernir lo que viene de Dios o viene de otro espíritu: "No
extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos
con lo bueno. Absteneos de todo género de mal." “Que El, el Dios de la
paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y
el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo.”
(1 de Ts 5, 19- 23)
El Camino es el camino de Jesús:
subir a Jerusalén para morir y resucitar para luego darle a su Pueblo su
Espíritu Santo. Para eso nos invita al decirnos: "Decía a todos: «Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el
mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de
mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en
su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles."(Lc 9, 23-
26).
Después de su Resurrección,
habiendo realizado la Obra de su Padre, la salvación de los hombres. Cristo da
su Pueblo el Gran envío: "Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha
sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»"(Mt 28, 18- 20)
“Vayan y den Testimonio de mí hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8)
Oremos al Señor diciendo: Bendigamos
a Jesús, nuestro Salvador, que por su muerte nos ha abierto el camino de
salvación, y digámosle confiados: Danos caminar por tus senderos, Señor. Señor
de misericordia, que en el bautismo nos diste una vida nueva te pedimos que nos
hagas cada día más conformes a ti. Enséñanos, Señor, a ser hoy alegría para los
que sufren y haz que sepamos servirte en cada uno de los necesitados. Que procuremos, Señor, hacer lo bueno, lo recto y lo verdadero ante ti y que busquemos tu rostro con sinceridad de corazón. Perdona, Señor, las faltas
que hemos cometido contra la unidad de tu familia y haz que tengamos un solo
corazón y un solo espíritu.
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