EL MILAGRO DE LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES HOY SE PUEDE REPETIR.
En aquellos días, vio Jesús que lo seguía mucha gente y no tenían qué
comer. Entonces llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima esta
gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. Si los mando a sus
casas en ayunas, se van a desmayar en el camino. Además, algunos han venido de
lejos". Sus discípulos le respondieron: "¿Y dónde se puede conseguir
pan, aquí en despoblado, para que coma esta gente?" Él les preguntó:
"¿Cuántos panes tienen?" Ellos le contestaron: "Siete". Jesús
mandó a la gente que se sentara en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la
acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos, para que los
distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente. Tenían, además,
unos cuantos pescados. Jesús los bendijo también y mandó que los distribuyeran.
La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos
de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus
discípulos y llegó a la región de Dalmanuta. Mc 8, 1-10
"Me da lástima esta gente: ya llevan tres días conmigo y no tienen
qué comer. Si los mando a sus casas en ayunas, se van a desmayar en el camino.
Además, algunos han venido de lejos". La palabra lástima significa “Compasión”
Es compadecerse de los otros, de los que están enfermos, de los que sufren, de
los pobres. La compasión auténtica nos lleva a comprometernos con aquellos
menos favorecidos y cargar con sus
debilidades (Rm 15,1) Hablamos del compromiso de la fe, que sin obras es
estéril, está muerta (Snt 2, 14) La compasión nos lleva al Amor de Cristo a los
más débiles (Jn 13, 34)
"Entró de
nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban
al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que
tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado
hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos
callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón,
dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su
mano."(Mc 3, 1- 5)
El hombre de la
mano tullida, tiene una parálisis, no puede usar su mano para trabajar, para
abrazar, saludar, alimentar a sus pequeñitos. Lo primero que hace Jesús con él es
ponerlo en medio de la asamblea. Luego le hace una pregunta, especialmente a
los hombres de la religión. «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal,
salvar una vida en vez de destruirla?» Nadie responde, su parálisis está en su
corazón. Ahora le dice al de la mano tullida: “Extiende tu mano” El la extendió
y su mano quedó restablecida, ahora podrá servir y poner sus dones al servicio
de los demás.
Su mano está
llena de amor y puede compartir: Extender la mano equivale a compartir, todo, lo
que tienes, lo que sabes y lo que eres. El que sale de las manos de Jesús se
convierte en su Regalo para los demás. La parálisis del corazón son entre
otras: La avaricia, la codicia, la lujuria, es decir, la malicia que unidas a la
mentira, a la envidia, a la hipocresía y a la maledicencia (1 de Pe 2,1) Hacen
del hombre un ser al “borde del camino.” Al margen de su realización. El hombre
de Cristo es aquel que puede salir fuera (del egoísmo) para ir al encuentro de
los otros y compartir con ellos los dones recibidos. Por su fe tiene la fuerza
para vivir de encuentros con su realidad y comprometerse con ella. Recordemos
las palabra que Pablo pone en la boca de Jesús: “Hay mas felicidad en dar que
en recibir” (Hch 20. 35) La puerta de la felicidad se abre hacia fuera, hay que
salir, para ir y extender la mano y compartir con todos, especialmente los más
necesitados.
Los Padres de los
primeros siglos de la Iglesia, todos estaban de acuerdo en decir que la
multiplicación de los panes hacía referencia a la Eucaristía, pan de vida. El
primer nombre de la Eucaristía fue la “Fracción del Pan”(Lc 24, 31) La fracción
del pan hace referencia a “Inmolarse en la presencia de Dios en favor de todos”
Es sacrificarse, donarse y entregarse a Dios por todos los hombres. Y hacer ese
gesto invita Jesús a sus discípulos para que hagan lo mismo que él ha hecho. Parir
el pan es compartir nuestra vida con los demás, ser comida, alimento y vida
para los otros. Para Jesús y para todos nosotros el Señor nos dice: “Por tu
mano mi pueblo será alimentado” Para está misión hay que creer en Jesús y hacer
de su Palabra y de su Cuerpo nuestro alimento favorito.
Sienten a la
gente sobre la yerba, en grupos, y traigan lo que han juntado, algunos panes y
algunos peces, los bendigo y dio Gracia a Dios, y los panes y los peces salen
de las manos de Jesús a las manos de los discípulos a la gente. Todos comieron
hasta saciarse. Juntaron las sobras que eran siete canastos, es decir, Dios da
en abundancia.
“Extiende tu mano
y comparte.” No derroches, no hagas
fiesta con dinero ajeno, no gastes en lujos superfluos para que no caigas en
fraude a los pobres. No acumules ropa, zapatos y cosas innecesarias, más bien
ponlas a servicio de quien las necesite. No tires la comida y no la quemes, que
a tu ropa no le llegue la polilla, lo que poseas y no lo necesites ponlo al
servicio de otros. Recuerda el mandamiento: “No robaras” “No codiciaras,” más
bien sé generoso, compasivo y comprométete en favor de los menos favorecidos.
El que está en Cristo es una creación nueva, lo viejo ha pasado.
"Pues ¿quién
es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has
recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?"(1 de
Cor 4, 7) No presumas y no le hagas al ciego, ni al sordo, más bien compártelo con
tu Comunidad. Los dones crecen con el uso de su ejercicio. Y recuera que el
culto a Dios vacío de Caridad queda vacía y es estéril.
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