BABEL SIGNIFICA CONFUCION, DISPERSIÓN, CAOS Y DIVISIÓN.
En aquel tiempo, toda la tierra tenía una sola lengua y unas mismas palabras. Al emigrar los hombres desde el oriente, encontraron una llanura en la región de Sinaar y allí se establecieron. Entonces se dijeron unos a otros: "Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos". Utilizaron, pues, ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mezcla. Luego dijeron: El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo y se dijo: "Son un solo pueblo y hablan una sola lengua. Si ya empezaron esta obra, en adelante ningún proyecto les parecerá imposible. Vayamos, pues, y confundamos su lengua, para que no se entiendan unos con otros". Entonces el Señor los dispersó por toda la tierra y dejaron de construir su ciudad; por eso, la ciudad se llamó Babel, porque ahí confundió el Señor la lengua de todos los hombres y desde ahí los dispersó por la superficie de la tierra. Gn 11, 1-9
"Construyamos una ciudad y una
torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos antes de dispersarnos
por la tierra". La Ciudad de Babel significa, confusión, dispersión y caos.
Ciudad cimentada en cinco columnas: la soberbia, la mentira, la envidia, la
hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1) Por soberbia decimos “ser como Dios.”
La mentira es la fuerza de la soberbia, la envidia es hija predilecta de la soberbia,
junto con la hipocresía que equivale amar con fingimiento. Un día los hombres
tuvieron una asamblea para hablar de su ciudad
y de su torre. Un verdadero zigurat, edificio de siete pisos. Pisos
habitados por las diferentes clases sociales. En el primer piso está habitado
por la clase baja, una inmensa mayoría. En el segundo los que tenía una mejor
situación. El tercero están los casi ricos. Que oprimían y explotaban a los de
abajo. En el cuarto piso estaban los ricos y con poder, en el quinto están los
ministros y los generales. En el sexto piso estaban los millonarios y los grandes
empresarios. En el sétimo piso habita el rey con su Familia, por encima de
todos. Las hijas del rey tenían hijos con el dios que era padre de los
reyecitos. Una ciudad piramidal, unos por encima de otros, los de arriba
oprimían y explotaban a ls de más abajo.
En medio de muchos zigurats se levantaba
la torre de Babel. Un día hicieron una asamblea. El arquitecto dijo: está es mi
Obra, seré famoso, rico y poderoso. Le responde el ingeniero, no señor, la Obra
es mía. Les contesta el ingeniero eléctrico, no señores la Obra es muy mía. Les
responde el ingeniero de plomeros, están muy equivocados. Les responden los
mayordomos, está equivocados la Obra es de nosotros, por último. La asamblea se
había convertido en caos, ninguno aceptaba el trabajo de los otros y se quería
apropiar de lo que era de todos. Había gritos, malas palabras, llegaron hasta
los golpes. No se podía trabajar con los demás, abandonaron la Obra y se
dispersaron, cada uno agarró por su camino, a si, llenos de confusión, se
dispersaron, no se entendían y se dividieron. A sí fue como la unidad de todos que
hablaba una sola lengua se dividieron y cada uno habla se propia lengua, según
sus propios intereses.
Lenguas que dividen, confunden,
mienten, oprimen, aplastan y matan. Antes sus palabras eran amables, limpias y
veraces. Pero cuando llegó la soberbia acompañada por la mentira, todo se
convierte en caos. Perdieron la capacidad de trabajar y caminar unidos, para
dispersarse y dividirse. Lo contrario A Babel es Pentecostés. La venida del
Espíritu de la Unidad, en que todos se entienden, no obstante, hablaban
diferentes lenguas. (Hch 2, 1- 5)Han llegado las lenguas del Amor que
reconcilian, animan, motivan, consuelan, liberan, salvan y corrigen por amor y
con amor. Ahora podemos trabajar en la Construcción de la ciudad de Dios, En la
Civilización del Amor que está cimentada en cuatro pilares: El Amor, la Verdad,
la Vida (Jn 14, 6) y la Justicia (Ef 5,
9). Cristo y Nosotros. Cristo es el Fundamento (1 de Cor 3, 11) y él es, la
muralla que defiende la ciudad. La muralla se construye con las hijas de la fe
que son las virtudes, armas de Luz, de Poder y de Amor. (Rm 13, 12- 14)
¡¡¡Ven Espíritu Santo, Señor y Dador
de Vida!!! ¡¡¡Abre nuestras mentes y enséñanos a caminar en tú Verdad!!!
En aquel tiempo, Jesús llamó a la
multitud y a sus discípulos y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera
salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el
Evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde
su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Si alguien se
avergüenza de mí y de mis palabras ante esta gente, idólatra y pecadora,
también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de
su Padre, entre los santos ángeles". Y añadió: "Yo les aseguro que
algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto primero que el Reino
de Dios ha llegado ya con todo su poder". (Mc 8, 34–9, 1)
Para trabajar en la Civilización
del Amor, Jesús nos dice la clausula: Ser sus discípulos, abrazar la cruz con
amor y seguirlo con él hasta su Pascua para poder ver el Reino de Dios que
llega con todo su Poder: Es el día de la Pascua de Jesús: su muerte y su
resurrección, unida al día de Pentecostés. Con la presencia del Espíritu en nuestros
corazones, pertenecemos a Jesús, para amarlo y servirlo desde de la Cruz. No
busquemos la salvación en el poder, en el tener y en el placer, eso nos pierde.
Seriamos como la yerba que nace, crece y echa su flor, para luego secarse y ser
echados al fuego (cf 1 e Pe 1, 20)
En la Palabra de Dios encontramos
la Luz que nos lleva a la Verdad plena: Cristo crucificado. Nos da la Fuerza y
poder para rechazar el mal y para hacer el bien. Y nos da el Amor para que amemos
a Dios y a los hombres, al estilo de Jesús que ofreció en el Espíritu a Dios
por nuestra salvación. Sigamos sus huellas: "Os
exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto
espiritual."(Rm 12, 1) Es el único camino para trabajar en la
Civilización del Amor. Muriendo al pecado para vivir para Dios (cf Gál 5, 24)
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