TODO
BAUTIZADO ES LLAMADO A LA SANTIDAD.
Iluminación:
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a
nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos
tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo. (Heb 1, 1-2)
El llamado
a la santidad:
Hijos
míos: No dejen que nadie los engañe. Quien practica la santidad es santo, como
Cristo es santo. Quien vive pecando, se deja dominar por el diablo, ya que el
diablo es pecador desde el principio. Pues bien, para eso se encarnó el
Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. Ninguno que sea hijo de Dios
sigue cometiendo pecados, porque el germen de vida que Dios le dio permanece en
él. No puede pecar, porque ha nacido de Dios. En esto se distinguen los
hijos de Dios de los hijos del diablo: todo aquel que no practica la santidad,
no es de Dios; tampoco es de Dios el que no ama a su hermano. 1 Jn 3, 7-10
Que nadie los engañe. Que nadie los
arrastre al pecado para que no apaguen las lámparas de su corazón y quedes en
tinieblas.(cf Lc 12. 35) El Señor nos llama a la santidad. Nos llama hacernos santos como Cristo es el Santo. El
mandato de Dios es a no pecar (1 de Jn 2, 1-2) “Aborrecer el mal y amar
apasionadamente el bien” (Rm 12, 9) La santidad se da en la medida que estemos
en Comunión con Cristo: "Permaneced en mí, como
yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la
vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho
fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. "(Jn 15, 4- 5)
La clave para
vivir y poseer en santidad es el vivir de Encuentros con Jesús, el Hijo de
Dios. El hombre que está en Cristo, es
hombre nuevo (2 de Cor 5, 17) Lo viejo ha pasado, ahora lo que hay es lo Nuevo.
Ahora puede cantar el cántico nuevo, el cántico del amor. Cantemos al Señor un
canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.(Slm 97,1) Veamos en Encuentro con Jesús de sus
primeros discípulos:
El relato del Evangelio
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y
fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los
dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia
ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le
contestaron: Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro,
era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a
Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo:
“Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde
estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de
Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir,
‘roca’). (Jn 1, 35-42)
El primer
lugar de encuentro es “el camino de la vida.” Juan el Bautista esta con dos de
sus discípulos, estaban trabajando o en un momento de descanso. Ven venir a
Jesús, y Juan que había bautizado a Jesús, les dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Ellos dejan a su
Maestro, lo cambian por Jesús. Dejan a Juan y siguen a su nuevo Maestro. Jesús
se hace el encontradizo y les pregunta: “¿Qué buscan?” Se inicia un diálogo
revelador. Ellos le preguntan: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa
‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía
y se quedaron con él ese día. La pregunta de Andrés y Juan implica: ¿Cuáles son
tus proyectos? ¿Qué propones? ¿Qué ofreces? La respuesta es clave: “Vengan y lo
verán” Sin seguimiento de Jesús, no hay Comunión, no hay Santidad. Ellos fueron
con él y cambiaron sus vidas. Ahora son los discípulos de Jesus de Nazaret,
eran como las cuatro de la tarde.
El primero que Andrés encuentra es a su hermano Simón a quien le dice
con entusiasmo y con gran alegría: “Hemos encontrado al Mesías” ¿Quién es? Es
Jesús de Nazaret, ven y lo verás. Y lo llevó con Jesús que le dice: “Simón hijo
de Juan, te llamarás Roca.” Simón significa caña débil, frágil que cualquier
viento ladea y tumba. En cambio Roca o Piedra es firme, es estable, es seguro.
Jesús conoce a Pedro, le traspasa el corazón y lo llama a ser Cabeza de su
Iglesia, ser su vicario.
El segundo lugar para el encuentro con Jesús es su Palabra. Escuchemos a
Pedro decirnos: "A vosotros, gracia y paz abundantes por
el conocimiento de nuestro Señor. Pues su divino poder nos ha concedido cuanto
se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que
nos ha llamado por su propia gloria y virtud, por medio de las cuales nos han
sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina,
huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia."(2
de Pe 1, 2- 4)
Hay santidad en la
medida que estemos en Comunión con Cristo para participar de la Vida divina (Jn
10,10) y estar en comunión con el Padre y con el Espíritu Santo. Ahora tenemos
el vigor, la energía y el poder de Dios para crecer en la Gracia de Dios (Ef 6,
10) Hasta llenarnos y revestirnos de Cristo (Rm 13, 14; Ef 4, 24) Ahora
comienza la conversión ¿Cómo? Cultivando las virtudes, los buenos hábitos (2 de
Pe 1, 5).
En encuentro con
la Palabra pide escucharla, meditarla y ponerla en práctica: “Por esta misma razón, poned el mayor empeño
en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento, al conocimiento
la justicia, a la justicia la templanza, a la templanza la tenacidad, a la
tenacidad la piedad, a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad.”
“Pues si tenéis
estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán inactivos ni estériles
para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo. Quien no las tenga
es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la purificación de sus pecados
pasados.”
“Por tanto,
hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra elección.
Obrando así nunca caeréis. Pues así se os dará amplia entrada en el Reino
eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, estaré siempre
recordándoos estas cosas, aunque ya las sepáis y estéis firmes en la verdad que
poseéis.”
“Me parece justo,
mientras me encuentro en esta tienda, estimularos con el recuerdo, sabiendo que
pronto tendré que dejar mi tienda, según me lo ha manifestado nuestro Señor
Jesucristo. Pero pondré empeño en que, en todo momento, después de mi partida,
podáis recordar estas cosas." (2 de Pe 1, 5- 15)
El tercer lugar de encuentro es la Oración íntima,
cálida y extensa. Jesús la recomienda: "Velad y
orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la
carne es débil.» Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si
esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.»"(Mt
26, 41- 42) y Pablo la recomienda diciéndonos: "No os inquietéis por cosa
alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones,
mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz
de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús."(Flp 4, 6- 7)
El cuarto lugar
es la hospitalidad: "Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con
nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con
ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron
los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado."(Lc 24,
29- 31)
La hospitalidad
pertenece a las Obras de misericordia. "amándoos cordialmente los unos a
los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia;
con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza;
constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las
necesidades de los santos; practicando la hospitalidad."(Rm 12, 10-
13)
El quinto lugar
para encontrarnos con Jesús es en la comunidad: "Porque donde están dos o
tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»"(Mt
18, 20) Es la promesa de Jesús a los suyos: "Jesús se acercó a ellos y les
habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y
haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.»" (Mt 28, 18- 20)
Otro lugar para
el encuentro con Jesús es el Apostolado: "Se dijeron uno a otro: «¿No
estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el
camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se
volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con
ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a
Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo
le habían conocido en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas,
cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»"(Lc
24, 32- 36)
Del encuentro con Jesús en la
Eucaristía, la fracción del Pan, nace la Iglesia Misionera. La Obra de Jesús no
se acabó en la Cruz, ha retomado su Camino de un Encuentro con Jesús. Los
encuentros con Jesús nos mantienen en Comunión con él, lo seguimos,
permaneciendo en su Gracia, llegamos a la santidad. “El que quiera seguirme que
tome su Cruz y me siga cada día” (Lc 9, 23)
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