LA FE ES EL DON DE DIOS A LOS
HOMBRES PARA SALVARNOS.
Queridos hijos: ¿Quién es el que
vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo es el
que vino por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con
agua y con sangre.
¿Quién tiene fe? ¿Qué es la fe? La Fe
es el don de Dios a los hombres. ¿Quién soy Yo para ustedes? Pregunta Jesús a sus discípulos. La respuesta
de Pedro es para toda la Iglesia: "Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón,
hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi
Padre que está en los cielos."(Mt 16, 16- 17) La Fe es el don de Dios, es
Vida, es Vigor, es Poder, es un Alguien, es una Persona llamada Jesús que
significa: “Dios es Salvador” (Mt 1, 21) El que tiene Fe, tiene a Cristo, por
eso puede vencer al mundo y a lo que el mundo ofrece: el poder, el tener y el
placer.(1 de Jn 2, 15) “Y que Cristo habite por la Fe en vuestro corazón para
que puedas ser vencedor sobre el mal (Ef 3, 17)
El primer testigo es el Espíritu: Y
el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Jesús es
Ungido con el Espíritu Santo en su Bautismo en el que el Padre lo presenta como
su Hijo amado al que se le debe escuchar para que nazca fe en sus corazones (Rm
10, 17) Jesús mismo nos había dicho: "Los que estaban reunidos le
preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de
Israel?» El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento
que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»"(Hch 1, 6- 8)
Jesús el Ungido con el Espíritu
Santo es el Dador de esa misma Unción a los suyos (Jn 20, 22; Hch 2, 1- 4) Para
que sean testigos de la verdad. “Así pues, los testigos son tres: el Espíritu,
el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio de
los hombres, el testimonio de Dios vale mucho más y ese testimonio es el que
Dios ha dado de su Hijo.” Jesús vino a traernos al Espíritu: "La prueba de
que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su
Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!"(Gál 4, 6) Para recibir al Espíritu Santo
hay que primero recibir al primer Enviado a Jesús. El Espíritu viene actualizar
la Obra redentora que Cristo realizó en la Historia, su Vida, su Muerte y su
Resurrección en favor de los hombres.
"y cuando él venga, convencerá
al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo
referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo
referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo
referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo
todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por
su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El
me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros."(Jn
16, 8- 14)
El que cree en el Hijo de Dios
tiene en sí ese testimonio. El que no le cree a Dios, hace de él un mentiroso,
porque no cree en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. Y el testimonio es
éste: que Dios nos ha dado la vida eterna y esa vida está en su Hijo. Quien
tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida. (1 Jn
5, 5-13)
El testimonio de Dios es nos ha
dado vida eterna y es vida está en su Hijo. ¿Qué hacer para tener vida eterna? La
respuesta vine de Juan: "Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo
el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el
último día.»"(Jn 6, 40) La Fe es creer que JESÚS ES EL CRISTO Y ES EL HIJO
DE DIOS” (Mt 16, 16)
El que crea y sea bautizado se salvará
(Mc 16, 16) El bautismo es necesario para la salvación, es el primer Sacramento
de la Iglesia. Responde a la Voluntad del Resucitado: "«Me ha sido dado
todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las
gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo,"(Jn 28- 18- 19)
El segundo testigo: Por el Bautismo
nos apropiamos de las bendiciones de Dios
(Ef 1, 3- 8) y de los frutos de la Redención: el Perdón, la Paz, la
Misión, el don del Espíritu Santo y del Ministerio de la reconciliación (Jn 20,
19, 22) Somos justificados por la Fe (Rm 5,1; Gál 2, 16) Nuestros pecados son
perdonados y recibimos el Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios, hermanos
de Jesucristo, templos vivos del Espíritu Santo e hijos de la Iglesia. Para ser
también discípulos misioneros de Jesucristo.
El tercer testigo es la sangre: Lucas
lo confirma: "Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame."(Lc 9, 23) La vida
cristiana es don y lucha, hay tentaciones, pruebas y luchas, pero, no asfixia
ni oprime. La verdad nos hace libres para responder a la invitación de Jesús
que nos dice: “Ámame y Sígueme” En la lucha no estarás sólo, “Yo estaré contigo”(Mt
28, 20) Jesús nos quiere como sus testigos, los que pueden ofrecer sus vidas
como él lo ha hecho: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de
Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a
Dios: tal será vuestro culto espiritual."(Rm 12, 1).
Todo se hace por amor y sin amor no
hay fe ni hay esperanza. Por eso afirmamos diciendo: "Queridos, amémonos
unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto
se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo
único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo
como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta
manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto
nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha
llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y
él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y
damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, como Salvador del mundo. Quien
confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
" (1 de Jn 4, 7- 17)
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