EL FRUTO QUE ESTAMOS LLAMADOS A DAR
ES CRISTO JESÚS.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la
multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra
la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa
cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el
fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las
espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz,
pues ha llegado el tiempo de la cosecha”. Les dijo también: “¿Con qué
compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es
como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las
semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los
arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra”. Y
con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de
acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas;
pero a sus discípulos les explicaba todo en privado. Mc 4, 26-34
La Palabra de Dios es poderosa,
pero no trabaja sola, necesita de nuestras decisiones para que realice su obra
en nuestra vida. Su primera obra es iluminar nuestras tinieblas, al aceptarla
reconocemos nuestros pecados (Jn 16, 8) Su segunda obra es el arrepentimiento,
para ir a Cristo con un corazón contrito y arrepentido para que recibamos el
perdón de nuestros pecados y el don de su Gracia. ESTOS SON,YA FRUTO DE LA PALABRA. Así lo describe san Juan: "En
verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que
odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna."(Jn 12, 24-
25)
Recordemos las palabras del Génesis:
"Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para
que lo labrase y cuidase. "(Gn 2, 15) “Trabaja y protege” Y en Jeremías
nos dice la Palabra: "Porque así habla Yavé a los hombres de Judá y de
Jerusalén: «Aren profundamente sus campos para que no siembren en la
maleza." (Jer 4, 3) Desmonten despiedren, aren la tierra y luego, remuevan
la tierra que caiga en buena tierra y llegue a dar frutos la semilla.
La Palabra cuando cae en buena
tierra y es acogida, nace la fe que nos lleva a la confianza, para luego
llevarnos a la esperanza y al amor. Para nacer hay que morir, para luego
crecer. Morir es abandonarse en las manos de Dios, entonces aparece la
confianza y nacemos de nuevo a la Vida Nueva. Y, ¿Ahora qué hacer? Escuchemos a
Pedro decirnos: "Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual
pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis
gustado que el Señor es bueno."(1 de Pe 1, 2-3) Ahora hay vida, entonces
puede haber crecimiento en el conocimiento de Dios y crecer en su Gracia.
Crecer hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto en Cristo Jesús (Ef 4,
13)
Para crecer hay que permanecer en
comunión con el Señor para permanecer verdes, para no secarse, para dar fruto
en abundancia. El que crece puede caminar y caminar es amar, es servir, es darse
y entregarse en servicio a Dios y a los demás. El que ama camina en la verdad
que nos hace libres (Jn 8, 32) Libres del pecado que quedó clavado en la Cruz
de Jesús. Jesús nos ha liberado y nos ha dado su libertad (Gál 5, 1)
Todo grano, el de trigo, el de
mostaza el de maíz, el de frijol, para nacer tiene que podrirse, es decir, debe
morir para poder nacer. Y luego viene el crecimiento en la fe, esperanza y
caridad, rompiendo con el pecado para que aparezca lo bueno, lo que viene de
Dios. Ahora podemos entender las palabras del Génesis: Trabaja y protege. Y a
Jeremías “Cultiven el barbecho del corazón.” El que cultiva su fe se hace un
discípulo de Jesús, su hermano y su amigo: “Ustedes son mis amigos si hacen lo
que yo les digo” (cf Jn 15, 13) Y María nos dejó su evangelio: “Hagan lo que él
les diga” (Jn 2, 5) este es el Camino para crecer y vivir en la “Voluntad de
Dios” como Jesús lo hizo: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre” (Jn 4,
34).
Los medios para el crecimiento en
la vida espiritual.
Lo que se siembra es la Palabra que
ha brotado y ha nacido en tu corazón. El primer medio para que crezca es la
misma Palabra de Dios, es el agua para regar la plantita de la fe. "Como
descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que
empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al
sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que
no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya
cumplido aquello a que la envié." (Is 55,10- 11) Teniendo presente lo que
dice Pablo: "Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento.
De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace
crecer."(1 de Cor 3, 6-7)
Permanezcan en mi Palabra para que
sean mis discípulos y conozcan la verdad y la verdad los haga libres (Jn 8,31-
32) Permanecer en la Palabra es permanecer en el agua, como el hombre justo que
es como un árbol plantado a la orillas de un río, sus raíces están en el agua,
sus ramas con hojas verdes y dando fruto los doce meses del año, es decir,
siempre (cf Slm 1, 1- 3) Permanecer enla Palabra para revestirse de Cristo, este
es el fruto bueno que nació de María (Lc 1, 42).
El segundo medio para crecer en
vida espiritual es la Oración íntima y cálida que brota de un corazón limpio,
de una fe sincera y de una conciencia recta ( 1 de Tim 1, 5) Jesús mismo recomendó
la Oración: “Vigilen y oren para no caer en tentación” (Mt 26, 41) Pablo nos
dice: "No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión,
presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas
de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento,
custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús"
(Flp 4, 6- 7) Palabra y Oración son fuerza para darnos el crecimiento en
Cristo.
El tercer medio para el crecimiento
es el Sacramento de la Confesión. Para arrancar la maleza y podar la planta: "Todo
sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia,
para que dé más fruto" (Jn 15, 2) En la Confesión intercambiamos nuestras
miserias con la misericordia de Dios (Mt 11, 28- 29)
El cuarto medio para crecer en la fe
es la Eucaristía. Es el abono que nos impulsa a crecer en Cristo para amarlo y
servirlo. La Eucaristía contiene toda la riqueza espiritual de la Iglesia que
es Cristo Jesús. Es el Pan bajado del cielo que el padre nos ha dado: “Yo soy
el pan vivo que ha descendido del cielo; si alguno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por
la vida del mundo.” (Jn 6, 51)
El quito medio es la “Pequeña
comunidad” en la que se aprende la palabra, la oración y se aprende a servir: "Porque
donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."(Mt
18, 20) En la comunidad cristiana, fraterna, solidaria y servicial es una
verdadera fuente para darnos crecimiento espiritual.
El sexto medio para crecer es el
amor que se manifiesta en las “Buenas Obras:” "Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;
estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
vinisteis a verme."(Mt 25, 35- 26) ""En verdad os digo que
cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo
hicisteis."(Mt 25, 40)
El séptimo medio es el Apostolado.
El alma del apostolado es el amor, por amor me decido a hacer la voluntad de
Dios, a salir fuera para ir a servir a mis hermanos llevando conmigo la disponibilidad
de dar mi vida por hacer lo anterior: "Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»" (Mt 28, 19-
20)
“Por sus frutos los reconoceréis”
(Mt 7, 16) El fruto que estamos llamados a dar para dar gloria a Dios es el
AMOR QUE NOS LLEVA A LA VERDAD Y A LA VIDA. (Jn 15. 8- 9) EL FRUTO ES CRISTO
JESÚS.
"Por
sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los
abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos
malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir
frutos buenos". (Mt 7, 16- 18)
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