DIOS A LOS QUE AMA LO REPRENDE Y LOS CORRIGE.
Recordad que Dios ha querido
probarnos como a nuestros padres. Recordad lo que hizo con Abraham, las pruebas
por que hizo pasar a Isaac, lo que aconteció a Jacob. Como les puso a ellos en
el crisol para sondear sus corazones, así el Señor nos hiere a nosotros, los
que nos acercamos a él, no para castigarnos, sino para amonestarnos. (Jdt 8,
21b-23)
¿Por qué nos prueba? La razón es
única: "Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y
arrepiéntete." (Apoc 3, 19) Para ser hombres y mujeres probados por la
virtud. Muchas veces no creemos buenos, humildes, castos y obedientes, el Señor
nos dice: Pongámoslo a prueba para ver si es cierto. Y viene el ángel de la
purificación y aparece la prueba. Estas son dones de Dios para nuestra
santificación que requiere purificación. Por eso cuando llegue la prueba no nos
pongamos tristes como tampoco nos frustremos, más bien como dice el apóstol:
"Considerad como un gran gozo,
hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la
calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la
paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e
íntegros sin que dejéis nada que desear. Si alguno de vosotros está a falta de
sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en
cara, y se la dará." (Snt 1, 2- 5) Las pruebas cuando somos vencedores,
salimos con sabiduría, entendimiento, paciencia, confianza, esperanza y
misericordia (cf Eclo 2, 1- 5) Purificados y más llenos de Cristo, hombres y
mujeres de fe.
La prueba es la señal de que
estamos siguiendo a Cristo, y no a otro espíritu (cf Rm 14, 23; Gál 5, 16) El
mismo Espíritu que llevó a Jesús al desierto nos lleva a nosotros allá seremos
tentados y probados. Nos tienta para hacernos caer en el error, en el pecado.
Mientras que la prueba tiene como sentido nuestra purificación para ser
santificados. Jesús dice a Pedro: "«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha
solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu
fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»"
(Lc 22, 31- 32) Pedro cae al negar a Jesús, pero, no pierde la fe, porque se
arrepintió, ahora tiene una enseñanza: soy pecador, pero Dios me ha perdonado,
y enseña su enseñanza a sus hermanos. Enseñanza que nunca en su vida la
olvidará.
En la prueba en la fe, Dios visita a
su pueblo. Su visita tiene dos sentidos, por un lado nos confirma en la fe. Nos
dice, no tengas miedo, lucha hasta el final, yo estoy contigo. Por otro lado nos
corrige si nos estamos desviando del camino o nos estamos hundiendo en el lodo.
Para hacernos volver a casa y separar la escoria del metal precioso (Jer 15,
19- 20) Ponte de pie, toma tu calilla y vete a casa (Mc 2, 11) Hazte
responsable, libre, ama y sirve para que me des gloria y hagas el bien a tus
hermanos. La señal de que has salido vencedor es el amor. El Amor es la señal
que hemos pasado de la muerte a la vida, de a derrota a la victoria: "Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.
Quien no ama permanece en la muerte." (1 de Jn 3, 14) En los pleitos y
dificultades en la familia o entre amigos, la victoria será siempre la
reconciliación: “Volver a ser esposos” “Volver a ser amigos” por amor y con amor.
Caminemos sin miedo, por el camino
habrá tentaciones y muchas pruebas, con palabras de Pablo digamos: “Todo lo
puedo en Cristo Jesús mi fortaleza (Flp 4,13) Pedro nos advierte al decirnos: "Por
lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo
seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad probada de
vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se
convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de
Jesucristo." (1 de Pe 1, 6-7)
¿Qué hacer cuando llegue la prueba?
Es un momento de crisis. Es luz que ilumina nuestra mirada, y no estamos
acostumbrados a ella, Dios está iluminando nuestros errores o nuestra
pecaminosidad, nos pasa lo que a Pablo en el camino de Damasco. Lo que nos
recomienda la sagrada Escritura es que nos aferremos a Cristo, que oremos incesante
y ardientemente, sin desfallecer, sabiendo que Dios nos escucha y sabe
responder a nuestras oraciones. Dios espera nuestra oración, está atento a
nuestras preguntas o peticiones.
Señor, ¿Qué me quieres enseñar con
esta prueba? En el Cielo, Dios, los Ángeles y los Santos, están atentos. Unos
dicen: ya picó, otros dicen ya cayó, otros más dicen: es de los nuestros. Dios
envía al Ángel de la purificación y le dice: “termina tu obra, vete y dile lo
que le está pasando.” “Te estás desviando a izquierda o a tu derecha” o “has abandonado
la oración y has dejado de leer la Palabra” o “has descuidado tu Familia o la
Comunidad” o “Confiésate que hace tiempo que no lo haces” o tal vez, “No estás
haciendo el bien a los pobres.” En el silencio de tu corazón escuchas la voz
del Ángel, que es la voz de Dios. Habla a tu corazón, a tu realidad, te muestra
tus defectos o te muestras las cosas buenas que tienes (Os 2, 16- 18) Si lo
reconoces entonces le dices: es cierto Señor, sólo tú eres Santo, yo soy pecador.
Sigues en oración y entonces le
preguntas: Señor, ¿Qué quieres que haga? No estás solo, el Espíritu Santo está
contigo para ayudarte en tus debilidades (Rm 8, 26) Y te ayuda a escuchar en el
silencio de tu corazón la voz de Dios. Te da a saber su voluntad para ti en ese
momento. “Ven a mí y tráeme tu carga y acepta mi yugo que es suave y ligero” (Mt 11, 28) Con un corazón compungido le
dices: “Está bien, Señor, haré lo que tú me pides.” Y ahora con un corazón agradecido
te ofreces o te consagras a Dios como la Madre: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38) Y la prueba pasó, lo
experimentas como si con una esponja te pasan por la cara y te limpian. Sientes
la paz y el gozo, la miel y la lecha que brotan de tu corazón (Jn 7, 37-38). Un
defecto menos, un vicio se ha ido de tu casa, hay crecimiento en la fe,
esperanza y en caridad es decir, en Cristo Jesús. Para eso fuiste probado, para
ser más de Cristo.
Algunas veces Dios te prueba porque confía en tí. Él quiere dar una enseñanza a la Comunidad y te usa a ti, porque sabes que no le vas a fallar. Vas a padecer,vas a sufrir y no sabes porque, esta es la suerte del profeta, padecer por Cristo. Te van atacar, te van a rechazar, te van a ver mal, ofrece todo al Señor, este es tu sacrificio, que sea vivo, santo y agradable a Dios, es un don para ti y para toda tu Iglesia.
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