POCO
A POCO Y DE GRANO EN GRANO NOS VAMOS LLENANDO DE CRISTO
Hermanos: Tomen en cuenta el momento
en que vivimos. Ya es hora de que se despierten del sueño, porque ahora nuestra
salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y
se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos
con las armas de la luz.
Comportémonos honestamente, como se hace en pleno día. Nada de comilonas ni
borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni envidias.
Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el cuidado de su cuerpo
no dé ocasión a los malos deseos. Rom 13, 11-14a
Desechemos las tinieblas: ¿De qué se trata? Las tiemblas es vivir en pecado Escuchemos a
Isaías: "Mirad, no es demasiado corta la mano de
Yahveh para salvar, ni es duro su oído para oír, sino que vuestras faltas os
separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron esconder
su rostro de vosotros para no oír. Porque vuestras manos están manchadas de
sangre y vuestros dedos de culpa, vuestros labios hablan falsedad y vuestra
lengua habla perfidia. No hay quien clame con justicia ni quien juzgue con
lealtad. Se confían en la nada y hablan falsedad, conciben malicia y dan a luz
iniquidad. (Is 59, 1- 4) "Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron,
Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el
agua no retienen. ¿Es un esclavo Israel, o nació siervo? Pues ¿cómo es que ha
servido de botín?"(Jer 2, 13- 14)
"Pero
gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de
corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados, 18.y liberados
del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia. - 19.Hablo en términos
humanos, en atención a vuestra flaqueza natural -. Pues si en otros tiempos
ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta
desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad.
20.Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres respecto de la justicia.
21.¿Qué frutos cosechasteis entonces de aquellas cosas que al presente os
avergüenzan? Pues su fin es la muerte. 22.Pero al presente, libres del pecado y
esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna."
(Rm 6, 17- 23)
El
pecado es el traje de tinieblas. Es esclavitud, es enemistad con Dios y con los
hombres, y nos lleva a la muerte, al vacío de Dios, al vacío de amor y de los
valores del Reino de Cristo. En cambio Dios nos da la amistad, la libertad y nos
da la vida en Cristo Jesús. Libres ya del pecado podemos servir a Dios y a los
hombres. Estamos ahora al servicio de la justicia y de la verdad, del amor y de
la vida. A este cambio el Señor Jesús nos pide dos cosas: Creer y
convertirse.(Mc 1, 15) Todo empieza con la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10
17) Que es Luz y es Vida, es la semilla del reino de Dios y de Cristo.
La
Palabra nos convence de que somos pecadores (Jn 16, 8) necesitados d ela Gracia
de Dios. es decir, necesitados de Cristo. Así lo confirma la Escritura: "Si
decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no
obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz,
estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica
de todo pecado. Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no
está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para
perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No
hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros."(1
de Jn 1, 6-10) Pablo, el apóstol nos dice:
"Pero
ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en
Jesucristo, para todos los que creen - pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la
gloria de Dios - y son justificados por el don de su gracia, en virtud de
la redención realizada en Cristo Jesús,"(Rm 3, 21. 24) La
justificación tiene dos dimensiones: el perdón de los pecados y el don del
Espíritu Santo, nos entrega como don gratuito e inmerecido, la salvación (Rm
5,1: Ga 2, 16).
La
conversión que Dios realiza en nosotros, nos implica. Dios quiere que seamos
protagonistas de nuestra propia liberación, salvación y santificación. En la
conversión cristiana se implica la Gracia de Dios y nuestras decisiones. “Conviérteme
Señor y me convertiré” “Hazme volver y volveré” “Si te vuelves a mí porque yo
te hago volver, volverás a ser mi boca” (Jer 15, 19) Pero Jesús les replicó: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo.»(Jn 5, 17) ¿Cuál es el trabajo de Dios? Nuestra
conversión cristiana, nuestra liberación y nuestra salvación. Nos seduce (Jer
20, 7) Nos cultiva (Jer 4, 3) Hasta hacer de nosotros una Nueva Creación (2 de
Cor 5, 17) Nosotros como hombres nuevos somos pura Gracia creada. Para esta
Obra Cristo y el Espíritu Santo son las manos de Dios.
Jesús nos habló de un Nuevo Nacimiento. Este implica el estar
embarazados con la Palabra de Dios, escuchada, obedecida y puesta en práctica.
(Rm 10, 17; Apoc 3, 20) Palabra poderosa que vine a nuestro corazón como Luz
que ilumina nuestras tinieblas, y nos lleva por el camino del arrepentimiento
al encuentro con Jesús: "«Venid a mí
todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad
sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga
ligero" (Mt 11, 28- 30) Encuentro que pide un corazón contrito y
arrepentido para que el Señor acepte nuestra cargas y aceptemos su yugo, su
amor, su misericordia, su perdón. Y con el perdón se da el Nuevo Nacimiento.
Jesús nace en nuestro corazón.
Todos
los pecados que nos privaban de la Gracia de Dios han sido perdonados en virtud
de la sangra de Cristo (Ef 1, 7) Pedro enumero cinco que implican toda nuestra
pecaminosidad: "Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño,
hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. "(1 de Pe 2,
1) Convertirse es romper con el pecado,conla corrupción, es huir de las
pasiones de la juventud (1 de Jn 1,8; 2 de Pe 1, 4b; 2 de Tim 2, 22) Para luego
encender las lámparas y poder revestirse de Cristo (Lc 12, 35; Rm 13, 14)
Lo
que pide alimentarse. Darle de comer el niño que un día nos dirá: “Tuve hambre
y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, estuve desnudo y no me
vestiste”(Mt 25, 35- 36) ¡De qué alimento se trata? Escuchemos a Jesús
decirnos: "Entretanto,
los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come.» 32.Pero él les dijo: «Yo
tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis.» Los discípulos se decían
unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?» Les dice Jesús: «Mi alimento
es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra."(Jn
4, 32- 34)
La
voluntad de Dios manifestada en su Palabra: "Como niños recién nacidos,
desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la
salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno."(1 de Pe
2, 2- 3) Alimento que transforma y nos da el crecimiento en la fe, la esperanza
y en el amor. Tal como lo dice Pablo: "Por lo demás, fortaleceos en el
Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder
resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la
carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra
los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están
en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en
el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes."
(Ef 6, 10- 13)
Las armas de Dios
son las armas de luz. Las virtudes cristianas que con la Gracia de Dios y con
nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios podemos decir: “Todo lo puedo en
aquel que me fortalece” (Flp 4, 13) Poco a poco y grano en grano nos vamos
llenando de Cristo, eso es la conversión.
"Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas;
mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la
luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada
al Señor"(Ef 5, 8- 10)
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