LA SABIDURÍA Y EL ARTE DE AMAR



LA SABIDURÍA Y EL ARTE DE AMAR

Job le dijo al Señor: “Reconozco que lo puedes todo y que ninguna cosa es imposible para ti. Era yo el que con palabras insensatas empañaba la sabiduría de tus designios; he hablado de grandezas que no puedo comprender y de maravillas que superan mi inteligencia. Yo te conocía sólo de oídas, pero ahora te han visto ya mis ojos; por eso me retracto de mis palabras y me arrepiento, echándome polvo y ceniza”. (Job 42, 1-3. 5-6. 12-16)

De sabios es reconocer los errores y arrepentirse por haberlo cometido. Y sobre todo reconocer que la sabiduría de Dios está por encima de todo y de todos. Qué Dios tiene poder para darnos lo que necesitamos y mucho más. De sabios es reconocer nuestra pequeñez ante Dios. En Job su sabiduría lo hace decir, tan sólo te conocía de oídas, pero ahora te han visto mis ojos. De sabios es dejarse corregir.

En el libro de los proverbios, Salomón, nos educa al decirnos: "para aprender sabiduría e instrucción, para entender los discursos profundos, para alcanzar instrucción y perspicacia, - justicia, equidad y rectitud -, para enseñar a los simples la prudencia, a los jóvenes ciencia y reflexión, Que atienda el sabio y crecerá en doctrina, y el inteligente aprenderá a hacer proyectos.” (Prov 1, 2-5).

La Biblia nos habla de tres clases de sabiduría, la divina, la mundana y la diabólica. En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz." (Snt 3, 17- 18) De la misma manera el apóstol Santiago nos puede decir: "Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana.

La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo."(Snt 1, 26- 27) El origen de la sabiduría es la humildad, y el origen de esta es el “Temor de Dios.” El sabio entre más sabio es, más humilde es:  "Porque Yahveh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia. Reserva el éxito para los rectos, es escudo para quienes proceden con entereza, vigila las sendas de la equidad y guarda el camino de sus amigos.".(Prov 1, 6- 8)

La sabiduría divina es un don infuso que Dios infunde en las potencias del alma que se encuentra en Gracia de Dios. Es inseparable de la caridad y de la humildad. Las tres virtudes que Salomón atribuye a la sabiduría: justicia, equidad y rectitud, están a lo largo de toda la Biblia: "«Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.»"(Mq 6, 8) La escucha de la Palabra de Dios nos hace inteligentes: Inteligente es el que sabe vivir. Y el que la pone en práctica, se hace santo y el que se deja conducir por a Palabra se hace sabio.

Según la doctrina de Salomón la sabiduría nos hace ser prudentes, reflexivos, pacientes, tolerantes y serviciales tal como lo dice el apóstol Pablo (1 de Cor 13, 4)

El hombre prudente y reflexivo piensa y medita antes de abrir su boca para ofender, para confundir, para dividir, para aplastar o para matar. Sus palabras son sabias, unen, animan, exhortan consuelan, enseñan y corrigen. El hombre sabio y prudente sabe vivir con los demás a quienes los reconoce como personas, las acepta como son, las respeta y se sabe en equidad con todos. No se siente ni más, ni mejor ni santo que los demás. Sabe que su sabiduría humana no es lo esencial del sentido de su vida, sino su dignidad, por eso puede decir: “El hombre no vale por lo que tiene o por lo que sabe o por lo que hace, vale por lo que es” Un ser llamado a ser lo que todavía no es, pero que está llamado a ser, una Plenitud (Víktor Frankl)

Para el apóstol Santiago la sabiduría se mide con la boca: No es arrogante, ni presumido, ni grosero. Sus palabras son amables, limpias y veraces porque camina en la verdad (cf Jn 14, 6) Luis Pasteur dijo: “Poca ciencia, aleja de Dios, la mucha ciencia, acerca a Dios” Razón por la que podemos decir que la sabiduría nos enseña a vivir la “Sinodalidad.” Vivir en Comunión, Participación y en Misión, siempre en salida para ir al encuentro de Dios y de los demás. El peor enemigo de la sabiduría es el individualismo que reza: “estando yo bien los demás no me preocupan.”

¿Dónde no hay sabiduría divina? "¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría. Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad.

En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía. Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz." (Snt 3, 13- 18) Con razón san Pablo nos dice: "De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención,"  (1 de Cor 1, 30).

¿Cuánto pesa la lectura o el conocimiento de la Biblia? Salomón dice que para que el sabio crezca debe buscar la ciencia y la reflexión, la prudencia y la justicia. Estudiar la Biblia para poner en práctica lo que se vaya aprendiendo, lo que indica que la sabiduría nos introduce en el Plan de Dios, y todo lo que esté al margen, no tiene sabiduría divina. La sabiduría y el entendimiento so dones del Espíritu Santo que nos ayudan a penetrar los misterios de Dios. Lo primero que nos enseñan es a distinguir entre lo bueno y lo malo, para después poder rechazar el mal y hacer el bien, practicar las virtudes que tiene su origen en Dios. La sabiduría divina es inseparable de la piedad, virtud probada. Es el modo como se vive con Dios y con los hombres, ama a Dios y ama a los hombres, sin amor sin verdad y sin vida (Jn 14, 6) Nuestros conocimientos y nuestros amores son fingidos, son falsos. El hombre sabio camina en la verdad, por eso es honrado, respetuoso, íntegro, leal y fiel. Tiene a la Palabra como Luz en su Camino. El que tiene luz, tiene vida, no camina en las tinieblas (Jn 8, 12) Y Jesús añade: “Permanezcan en mi Palabra y serán mis discípulos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn 8, 31.- 32)

¿Libres de qué? y ¿Libres para qué? Libres de todo espíritu que no venga de la fe (Rm 14, 23) y libres para amar y servir, para caminar en la sabiduría divina. Lo contrario a la sabiduría es la necedad, la dureza de corazón, la idolatría, el individualismo que cierra el camino de la sinodalidad. “Vivir con otros y vivir para otros. Solamente los sabios aman y son misericordiosos.

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