SINO, EL HIJO Y AQUEL A
QUIEN EL HIJO SE LO QUIERA REVELAR”.
¿A quienes se les revela el Hijo? ¿A quienes se les
manifiesta el Hijo? Sabemos, nos lo han dicho que Dios a todos ama, pero, que
no en todos se manifiesta. Sabemos también que Dios es amor y que se manifiesta
en aquellos que lo aman. San Juan nos dice: "El
que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame,
será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»" (Jn
14, 21) ¿Cómo se manifiesta Jesús a los hombres? Él a todos les envía su
Palabra, quien la escucha y la obedece (Rm 10, 17) se convierte en un candidato
para que él se manifieste en su vida. Los primeros que ven las manifestaciones
del Señor son los que se arrepienten y se convierten para luego hacerse
discípulos de Jesús.
En
el Encuentro con Jesus podemos ver sus manifestaciones. Encuentro liberador,
gozoso, reconciliador y promotor. Nos libera y nos quita las cargas del pecado
(Mt 11, 28) Luego nos reconcilia con Dios y con los hombres: "Porque él es
nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los
separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus
preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo
la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz,
dando en sí mismo muerte a la Enemistad."(Ef 2, 14- 16)
Encuentro
gozoso por que nos hace entrar en su Pascua para que participemos de su
Resurrección. “Morir con Cristo y resucitar con él a una nueva vida. (Rm 6, 3-
5) "Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus
pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según
el Espíritu."(Gá 5, 24-25) La cruz es el camino de la resurrección.
Morir para resucitar. Para luego nos promueve. Pasamos de la Muerte a la vida. De
la enemistad a ser hijos de Dios, de ser adversarios a ser hermanos de todos.
De ser grandes pecadores a ser discípulos y apóstoles de Cristo. “Dónde abundó
el pecado, sobre abunda la misericordia y la gracia de Dios” (Rm 5, 20)
Dios
se manifiesta en nuestra vida, enviando una lluvia de bendiciones sobre nuestra
vida, todos los días. Derrama en nosotros lo que se le llama: “Las gracias
actuales.” La gracia actual es la
ayuda temporal de Dios a un hombre, con el objeto de llevarlo a actuar de forma
correcta en determinada situación. Nos la da Dios cuando las
necesitamos. Podemos decir que: van y vienen, su propósito es ayudarnos a
actuar como imagen de Dios, especialmente cuando estamos tentados a no hacerlo. Es una gracia interna que en el
momento de recibirla ilumina la inteligencia (nos ayuda a discernir entre el
bien y el mal) y fortalece la voluntad (nos da la conciencia moral)
Tenemos la libertad de acogerla o rechazarla, como con todos los regalos
de Dios la fuerza para actuar conforme a lo que nos dicta la
inteligencia). San Pablo nos dice:
"pues Dios es quien obra en vosotros el
querer y el obrar, como bien le parece."(Flp 2, 13)
Lo que el Señor
nos pide es fidelidad (1 de Cor 4,1) a sus Mandamientos, a su Palabra a la
Oración, a la vida Sacramental, a las mociones del Espíritu Santo para dejarnos
conducir por él (Rm 8, 14) El Espíritu Santo nos conduce a la conversión de la
mente, de actitudes y de valores, de manera especial nos lleva a Cristo para
que reproduzcamos su imagen (Rm 8, 29) y extendamos el Reino de Dios y sus
valores.
Dos
cosas en las que se manifiesta el Espíritu Santo: la fe y la conversión. Fe y
Amor. Pablo hace oración por los cristianos para que se manifiesta el Señor y
el Dador de Vida sobre los creyentes: "Por eso, también yo, al tener
noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los
santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, para
que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda
espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando
los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que
habéis sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en
herencia a los santos, y cuál la soberana grandeza de su poder para con
nosotros, los creyentes, conforme a la eficacia de su fuerza poderosa, que
desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su
diestra en los cielos, por encima de todo Principado, Potestad, Virtud,
Dominación y de todo cuanto tiene nombre no sólo en este mundo sino también en
el venidero. (Ef 1, 15- 21)
¿Cuál es la herencia otorgada a los santos? "El
Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos
de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos
de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también
con él glorificados. Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no
son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros."(Rm
8, 16- 18) Dios es nuestra herencia, es nuestra porción que podemos ya tenerla
desde ya. Es nuestra Gracia, no la abaratemos ni la echemos en saco roto para
no perderla (2 de Cor 6, 1) y llevar entonces una vida mundana y pagana, una
vida de pecado.
La
herencia es nuestra cuando Cristo habita por la fe en nuestros corazones (Ef 3,
17) Cuando nos hemos lavado en la sangre de Cristo (Ef 1, 7; Heb 9, 14) Cuando
nuestros pecados han sido perdonados, y hemos sido reconciliados, salvados y
santificados. Por esta razón Pablo, el apóstol recomienda a su discípulo
Timoteo: "Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está
en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un
espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza."(2
de Tim 1, 16-) La templanza es la castidad, la continencia y el dominio propio.
Son armas poderosas para vencer nuestros pecados, el mal que llevamos dentro.
Los
dones de Dios, la Gracia que él nos ofrece, es un don de Dios que tiene que ser
aceptado de buen agana y con buena voluntad, hay buscarla y pedirla, porque
Dios a nadie obliga aceptar lo que fue pagado con a sangre de Cristo, tú eres
libre para aceptarlo y para rechazarlo.
Sé dócil al Espíritu Santo y crecerás en la Gracia de Dios, en fe, esperanza y
caridad.
"¿O
no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en
vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? ¡Habéis sido bien
comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo." (1 de
Cor 6, 19- 20) No pongamos nuestros miembros al servicio del pecado, más bien pongámoslos
al servicio de Dios.
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