BUSQUEN LAS COSAS DE ARRIBA DONDE ESTÁ CRISTO A LA DERECHA DEL PADRE,
Hermanos:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo
está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de
la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en
Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros
apareceréis gloriosos, juntamente con él.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la
fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una
idolatría. ¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo,
con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el
conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y
judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino
Cristo, que lo es todo, y en todos.(Col 3, 1-4. 9,11)
El relato evangélico
En aquel tiempo, dijo uno de entre
la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».Y
les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande
sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola:«Las
tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar
cálculos, diciéndose:“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se
dijo:“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes,
y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo:
alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe,
banquetea alegremente.” Pero Dios le dijo:“Necio, esta noche te van a reclamar
el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para SÍ
y no es rico ante Dios». (Lc 12, 13- 21)
Todo hombre es un
buscador. ¿Qué busca?
Busca razones para sentirse bien. Busca razones para ser feliz, en el fondo lo
que busca es a Dios. (Blas Pascal) Algunos buscan en el trabajo, y lo hacen día
y noche, piensan ganar mucho dinero, porque de eso depende su felicidad en el
tener dinero. Otros buscan la felicidad en el poder, piensan que teniendo
dominio y poder sobre los demás eso los hará felices. Otros buscan la felicidad
en los placeres de la vida. Se divierten se pasean, buscan la comodidad. Hacen
deporte y se visten a la última moda, eso les hace ser felices, aunque no coman
bien y no vivan bien. Hay quienes buscan la felicidad en los vicios. Recurren
al tabaco, al alcohol, a la droga, al sexo desordenado para sentirse bien, y no
se dan cuenta que entre más le echen al costal, más pesado se hace, hasta
llegar a caer en la deshumanización.
San Pablo nos dice: “Hay más felicidad en dar que en recibir”
(Hch 20, 35) El filosofo Heidegger nos dice: “La puerta de la felicidad se abe
hacia fuera” Hay que salir para ir al encuentro de los demás y compartir con
ellos no que se tiene, l que se sabe y lo que se es. Hay que servir, a esto
Jesús le llamó: “lavar los pies” (Jn 13, 13) Otro pensador dijo: “la felicidad
no se busca, el que la busque está condenado a vivir sin encontrarla” (Víctor K
Frankl) La felicidad no se busca se encuentra en la medida de nuestra
realización como personas. La persona se realiza en la medida que viva de
encuentros con el Otro, con los otros, con los otros y consigo mismo. La Biblia
lo dice: “No es bueno que el hombre esté sólo, démosle una ayuda adecuada” (Gn
2, 18) El peor enemigo de nuestra realización es el “Individualismo”.
Dedícate a buscar a
Dios. ¿Dónde podemos
encontrarlo? ¿En el cielo, al otro lado del mar, en los lujos, en el poder, en el
tener en el placer? El profeta Jeremías nos ha dicho: “Si me buscas de todo
corazón, me dejaré encontrar por ti” (Jer 29, 13) El Señor Jesús nos muestra un
camino para encontrarnos con Dios: “No todo el que me dice señor, señor, entra
en la casa de mi Padre, sino el que hace la voluntad de Dios” (Mt 7, 21) Y
¿Cuál es la voluntad de Dios? “Qué aborrezcan el mal y que amemos
apasionadamente el bien” (Rm 12, 9) Para los que fallamos en esto, la voluntad
de Dios es “Arrepiéntete.” “Vengan a mí con un corazón contrito y yo les perdonaré
y les derramaré mi amor en sus corazones (Rm 5, 5)
Dejarse encontrar por
Dios. El Señor es el
Buen Pastor que busca a las ovejas perdidas, y las busca hasta encontrarlas.(Lc
15, 4) Dios nos busca y nosotros también lo buscamos. No lo busquemos en las
sepulturas vacías. La clave está en “Dejarse encontrar por él” Nos puede
encontrar por el camino como a los testigos de Emaus (Lc 24, 13ss) Lo podemos
encontrar en sus lugares preferidos: la Oración, a escucha de su Palabra, en la
Liturgia, especialmente la Confesión, y la Eucaristía, en la Comunidad, (Mt 18,
20)en la práctica de las virtudes como la Justicia, la Santidad, la Bondad, la
Verdad y la Misericordia. Este es el camino de nuestra realización: vivir de
encuentros con Jesús.
Lo anterior es una
respuesta a la Palabra de Dios que nos llama a la Conversión. La conversión es un cambio de
camino, de búsqueda, de vestido, de gustos. “Buscar las cosas de arriba donde está
Cristo sentado a la derecha del Padre,” Y no las de abajo. Convertirse es
despojarse del hombre viejo y revestirse de Cristo en santidad y en justicia
(Ef 4, 24) Es llenarse y revestirse de Jesucristo, lo que exige, el “despojarse
del traje de tinieblas y revestirse de luz, con la armadura de Dios” (Rm 13,
13- 14) Las tinieblas son los vicios, los malos hábitos las malas acciones, y
la luz y la armadura de Dios, son las virtudes que nos ayuda a crecer en el
conocimiento de Dios (Ef 4, 13). Despojaos equivale a “Huir de las pasiones
malas de la juventud para encontrarse con Dios en la práctica de la bondad, de
la justicia de la misericordia” (cf 2 Tim 2,22) Para invocar a Dios con un
corazón limpio, con una fe sincera y con una conciencia recta (1 Tim 1, 5)
El deseo del corazón. “Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda
nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga
prósperas las obras de nuestras manos. Sí, haga prósperas las obras de nuestras
manos.” (Slm 90, 14) La mañana es la infancia, cuando hay misericordia en esta
etapa de la vida, todo es júbilo y alegría. La práctica de las virtudes se
aprende en la familia, los padres son los primeros educadores de sus hijos. Pablo
nos dice: "Hijos, obedezcan a sus padres, pues esto
es un deber: Honra a tu padre y a tu madre. Es, además, el primer mandamiento
que va acompañado de una promesa: para que seas feliz y goces de larga vida en
la tierra. Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien
edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor."(Ef
6, 1- 3)
La conversión cristiana es pasarse de la Antigua Alianza a la Nueva Alianza. Pasarse de
una vida mundana y pagana a Jesucristo. Es el paso de las tinieblas a la luz,
de la esclavitud a la libertad, el paso de la aridez a las aguas vivas para que
Cristo habite en nuestro corazón nos alimente, nos guie y nos transforme. (cf
Ef 3, 17) Cuando vayamos al encuentro del Señor, no llevaremos las manos vacías,
llevaremos los frutos de la fe: el amor, la paz y la justicia. Estaremos
revestidos de Cristo, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. (Lc 12,
35) Es decir revestidos de Cristo para formar parte de una Comunidad fraterna,solidaria y servicial en la cual todos somos uno en Cristo Jesús.
Equivale a cultivar los tesoros
para el Cielo. A buscar las cosas de arriba para estar fuertes y firmes en la
fe, tal como lo recomienda san Pablo: "Por
lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las
armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra
lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra
las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo,
manteneros firmes." (Ef 6, 10- 13)
Pidamos al Padre del
Cielo que nos ayude a guardar sus Mandamientos, a guardar su Palabra y a practicar
sus virtudes para que seamos fieles a la Misión que nos ha encomendado. Y que
nuestro corazón esté lleno de amor, de verdad y de justicia.
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