EL DESTINO DE LOS PROFETAS DE CRISTO JESÚS.

 


EL DESTINO DE LOS PROFETAS DE CRISTO JESÚS.

"Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir estas palabras en la Casa de Yahveh, y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había ordenado Yahveh que hablase a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir! ¿Por qué has profetizado en nombre de Yahveh, diciendo: "Como Silo quedará esta Casa, y esta ciudad será arrasada, sin quedar habitante"?» Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa de Yahveh. Oyeron esto los jefes de Judá, y subieron de la casa del rey a la Casa de Yahveh, y se sentaron a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de Yahveh. Y los sacerdotes y profetas, dirigiéndose a los jefes y a todo el pueblo, dijeron: «¡Sentencia de muerte para este hombre, por haber profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos!» (Jer 26, 7- 11)

 

Existen los profetas de Dios y existen otros profetas que pueden hablar en nombre de Dios pero que él no los envió, por lo tanto son falsos. En el Antiguo Testamento encontramos a los profetas de Baal, a otros que estaban al servicio del Templo, o del rey o de la élite poderosa. Y existían los profetas de Dios. Estos hablan las cosas antes de que sucedan. Son los hombres de Dios que son hombres justos que son comparados como árboles que están sembrados junto al río, sus raíces está siempre en el agua, sus ramas están siempre verdades y dan fruto los doce meses del año (cf Slm 1, 3) El profeta Jeremías los desenmascara diciendo: "Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: No os embauquen los profetas que hay entre vosotros ni vuestros adivinos, y no hagáis caso de vuestros soñadores que sueñan por cuenta propia, porque falsamente os profetizan en mi Nombre. Yo no los he enviado - oráculo de Yahveh -."(Jer 29, 8- 9)


"Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir estas palabras en la Casa de Yahveh, y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había ordenado Yahveh que hablase a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir!”

 

Jeremías el profeta de Dios habla contra los sacerdotes, contra los falsos profetas que servían al Templo y a la Política. Habla contra la falsa religión, contra el rey, los poderosos y contra el mismo pueblo que había caído en la idolatría. Habló de la caída del reino, de la destrucción del Templo y de la ciudad de David. Los sacerdotes y los profetas motivaron a la gente diciendo: Este hombre debe morir, son falsas sus profecías. Este es el destino de los profetas de Dios: ser rechazados, despreciados, desprestigiados, ser llevados a las cárceles y hasta darles cuello.

 

Jesús habla de Juan Bautista:

 

"Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta." (Mt 11, 7-9)

 

Una caña sacudida por el viento es un hombre de un carácter débil, dice una cosa y hace otra. Se vende con el mejor postor, es un falseario. Un hombre vestido con ropa elegante. No Juan se vestía a la usanza de los antiguos profetas. No vivía en palacios, vivía en el desierto. Un profeta, y mucho más que un profeta, un servidor de Dios, el Mensajero de las buenas noticias que señaló a Cristo como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Juan profetizó su propia muerte: “Es necesario que yo disminuye para que él crezca” (Jn 3, 30) Juan es el profeta de la Verdad y de la Justicia.

 

"Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.» Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta. Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre. Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús."(Mt 14, 3- 12)

 

El final del profeta de la verdad.

 

Juan profeta denunció el adulterio de Herodes al meterse con la mujer de su hermano Filipo. Herodías, mujer ambiciosa, buscaba poder, y una vida llena de lujos al lado de Herodes, hombre alcohólico y lujurioso que había puesto sus ojos en la sobrina. A Herodías eso no le importaba, mientras tuviera las riquezas de su amante. Hubo una fiesta y allí bailó, su hija que le gustó tanto a Herodes que le prometió darle lo que pidiese, y esto bajo juramento. Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». Juan había hablado de su muerte: “Disminuir para que él crezca.” El profeta había cumplido su Misión. Jesús dijo de él: “De los hijos de mujer, Juan ha sido el más grande.”

 

Los personajes de la fiesta.


El rey Herodes. Hombre alcohólico, lujurioso con la mente embotada por la maldad juró prometer lo que no podía dar pues el reino era de los romanos. Él tan sólo era un títere de los poderosos. Herodías, una mujer ambiciosa, busca el poder y la riqueza a cualquier  a modo, sin importar a su hija. La hija de esta, llamada Salomé, joven hermosa y con un cuerpo muy esbelto, bailó para divertir y para lucirse, y gustó mucho al rey y a los comensales. Los Comensales hombres de élite rica y poderosa, sabían que el rey no podía dar la mitad de su reino porque no era de él, pero guardaron silencio por miedo a perder la amistad con el rey o por miedo a perder sus puestos. Por último podemos mencionar a los discípulos de Juan que con valentía pidieron el cuerpo de su Maestro para darle sepultura. ¿Nosotros con cuáles nos identificamos? ¿Hablamos o guardamos silencio?.

El destino del profeta Jesús de Nazaret.

"Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí". «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor." (Mt 23, 1- 11)

Jesús chocó al igual que Juan el Bautista con la religión del Templo, la desenmascara y les dice: “Han convertido la Casa de mi Padre en cueva de ladrones” (Jn 2, 13ss) Han hecho de la religión un negocio. Se hacen ricos con la fe de la gente. Se unieron los poderes religiosos con los poderos políticos y económicos para darle muerte. "Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas."(Mt 22, 15-16) Sus palabras eran veraces pero su intención era mala. El destino de Jesús al igual que todos sus profetas es ser desprestigiados, calumniados, encarcelados, y darles muerte. Así se cumplen las palabras de Señor:

“Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. «Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre. «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo."(Mt 10, 22- 24)

El destino de Jesús es también el destino de toda la Iglesia. "Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos."(1 de Pe 2, 9-10)



 

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