LOS DONES QUE HEMOS RECIBIDO SEAN TAMBIÉN NUESTRA
OFRENDA
AL REDENTOR
Iluminación. “Sin engaño lo aprendí y sin envidia
la comparto, no escondo sus riquezas porque es un tesoro inagotable para los
hombres” (Sb 7, 13)
Pues, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo
hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras
recibido? (1 Cor 4, 7) ¿Porque no compartirlo con los demás? Todos los dones
crecen con el uso de su ejercicio, en la práctica, se intercambian, se donan y
se entregan para enriquecer a muchos. De esta manera nos hacemos más plenos,
más fecundos y más fértiles. Lo contrario nos empobrece y nos deshumaniza. El
hombre puede enriquecerse y llenarse de cosas o de tesoros, y a la misma vez,
estar vacíos de lo que realmente es valioso.
Dios creó todo para todos, y todos, tienen el derecho a
participar de todo lo creado. “toda dádiva buena y todo don perfecto viene de
lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de
rotación. Nos engendró por su propia voluntad, con Palabra de verdad, para que
fuésemos como las primicias de sus criaturas” (Snt 1, 17-18) El mismo hombre
que sale de las manos de Dios, es un don, una bendición para los demás. “Todo
el que está en Cristo es una creación nueva” (cf 2 Cor 5, 7) Es Creación nueva,
lo viejo ha pasado, ha sido incorporado a Cristo por la fe, y es por lo mismo,
Luz, bondad, verdad y justicia, (Ef 5, 9) pertenece a Cristo, es participe del
Don de Dios a la Humanidad: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio
Hijo para que todo el que crea en Él tenga vida eterna” (Jn 3, 16)
Quién es justificado por la fe es partícipe de todo lo que
realmente pertenece a Cristo, ha entrado en la Nueva Alianza: Le pertenece, lo
ama y lo sirve. El cristiano es el portador del Amor y por dónde camina, irradia
lo que lleva en su interior el rostro de los hombres, de una manera gratuita. “Sin engaño lo aprendí y sin envidia la
comparto, no escondo sus riquezas porque es un tesoro inagotable para los
hombres” (Sb 7, 13)
Estas palabras son, en verdad, manifestación de honestidad y sinceridad, generosidad y
bondad y justicia. (Ef 5, 9)Lejos de la fuerza del Mal, la mentira y la
envidia, (1 de Pe 2, 1) que hacen de los seres humanos “hombres individualistas
y relativistas.” Y por lo tanto vacíos de “la verdad y de la justicia” que nos
llevan a la “puerta estrecha” y al camino angosto que llevan a la vida (cf Mt
7, 6-7). Estamos hablando del camino de la Fe, al que Cristo, el primero en
andar, nos invitó a seguir. Camino que abraza al Amor y al Servicio: Amar y
Seguir a Cristo. Es el Camino marcado por la Kenosis del Señor que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos
con su pobreza (cf 2 Cof 8, 9) Tal como el Apóstol san Pablolo describe enel Himno
Cristólogico: “El cual, siendo de
condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó
de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta
la muerte y muerte de cruz.” (Flp 2, 6- 8) Se despojó de sí mismo, se
humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte de cruz..
La humildad es la primera virtud que aparece en el cristiano
que se inicia en el camino de la fe; es el primero de los dones como signo de
sencillez que inicia en el corazón del cristiano para luchar contra la soberbia
que se excluye al hombre de la obediencia, del
servicio y del amor. Tanto la fe como la humildad se identifican al
manifestarse como “disponibilidad de servir por amor, aunque no nos dejen.” La
humildad, como hija de la fe, tiene dos condiciones, la primera es el
reconocimiento de nuestros propios pecados. La segunda es el reconocimiento de
los dones que se van recibiendo en nuestra vida, como regalos” para luego,
ofrecerlos con alegría en servicio a quien los necesite. Todos los dones, son a
la vez, don y conquista. Son frutos de la fe, exigen la ayuda de Dios y
nuestros esfuerzos. Tres son las manifestaciones de los frutos: El esfuerzo, la
renuncia y el sacrificio que son expresiones del Amor: “Os exhorto, pues,
hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una
víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. (Rm
12, 1) Sólo a la luz de la fe podemos
ser “víctima viva, santa y agradable a Dios,” porque sin la fe nada es
agradable a Dios (Hb 11, 6).
“Todo don perfecto viene de lo Alto” (Snt 1, 17) “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su
Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida
eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo se salve por él.” (Jn 3, 16- 17) Ahora, todo el que está en
Cristo, por su fe y por su bautismo, (Gál 3, 26- 27) es una nueva creación, (2
Cor 5, 17) ha entrado por la Gracia a los terrenos de Dios: la Gratuidad, la
donación, la entrega y servicio. Ahora es, al igual que Jesús, el Hijo del
Padre, es enviado al mundo, llevando en sus manos la misma Misión del Hijo: dar
vida al mundo: "Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido
dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»" (Mt 28, 18-
20) La Misión de Cristo es también la Misión de la Iglesia, su destino y su
gloria. Tal como lo había dicho san Pablo:
“Pero, al llegar la plenitud de los tiempos,
envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los
que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La
prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el
Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios. (Gál 4, 4- 7)
Para cada cristianos hay una plenitud, el momento que Cristo
entra en su vida, recibe la filiación divina con el Espíritu Santo que lo hace
hijo de Dios y heredero por voluntad de Dios; si es heredero es también
Misionero y Servidor del Cristo por voluntad del Padre ( Rm 8. 17; Ef 1, 1) Con
cuánta razón el Señor Jesús nos dice: “Por ellos ruego; no ruego por el mundo,
sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo
lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos.” (Jn 17, 9- 10) Con toda
autoridad el Señor Jesús ha proclamado su Envío: Jesús se acercó a ellos y les
habló así: "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana,
estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se
encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La
paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con
vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre
ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»"(Jn 20, 19- 23) La paz, el gozo, la misión
el don del Espíritu Santo, el ministerio de la Reconciliación y la experiencia
de la resurrección, todo para edificar la Iglesia.
Qué alegría es
sabernos amados por el Padre y sabernos hijos de Él, amados, perdonados,
salvados, santificados y enviados por el mismo Jesucristo y por su Iglesia. Qué
alegría sabernos que somos sus enviados, sus misioneros con la misma Misión, dar vida a los hombres que
Cristo vino a traernos: “Vida en abundancia”. (Jn 10, 10) Y Qué alegría saber
que Él estará con nosotros hasta el final de los tiempos. (Mt 28, 20) Estará
con nosotros para realizar la “Obra del Padre.” (Jn 4, 34) No tengamos miedo
amarlo, seguirlo y servirlo. (Lc 9, 23) Hagamos el bien, pero, hagámoslo, bien
hecho. Para la honra de Dios y para el bien del prójimo.
El Espíritu Santo, el Paráclito, está con nosotros para
guiarnos, transformarnos, animarnos, santificarnos y para corregirnos cuando no
hagamos las cosas bien. “No los dejaré huérfanos”…
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