5. JUSTIFICADOS POR LA FE EN JESUCRISTO
OBJETIVO:
Ayudar a eliminar las falsas concepciones que se
tengan de la fe y aportar nuevos elementos que ayuden a profundizar que la
salvación nos llega por la fe en Jesucristo como Don de Dios a la humanidad, y
no, como resultado de las buenas obras al margen de la fe.
Iluminación: “El
hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en
Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la
justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley” (Gál 2, 16).
Justificación
del tema: La
urgente necesidad de educar en la fe, debido a la ignorancia religiosa (Col. 2,
6-7; Ef 4, 14-15).
1.
La Justificación, es la acción poderosa de Dios
manifestada en Cristo Jesús para arrancar al hombre del pecado (Catic 1990); es
a la misma vez, acogida de la Gracia de Dios por la fe en Jesucristo (Catic
1991); la Justificación se nos concede por los méritos de Jesucristo y es
concedida por el Bautismo.
Ningún hombre se puede salvar así mismo. Los cristianos creen que
sólo pueden ser salvados por Dios, que para esto ha enviado al mundo a su Hijo
Jesucristo. La salvación significa que somos liberados del poder del pecado por
medio del Espíritu Santo y que hemos salido de la zona de la muerte a una vida
sin fin, a una vida en la presencia de Dios. (Catic 1987, 1995, 2017, 2020). El
hombre debe prepararse para recibir la salvación que Dios nos ofrece
gratuitamente en Cristo y por Cristo. Salvación gratuita, pero no barata.
2.
Es una Gracia de Dios.
“y son justificados por el don de su Gracia, en virtud de la
redención realizada en Cristo Jesús,...” (Rom. 3, 24).La justificación es obra
divina, es decir, es un don libérrimo de parte de Dios que actúa en el corazón
de los hombres y en la Historia. Recordando las palabras de Jesús: “Mi Padre
siempre trabaja y yo también”. Dios trabaja en la salvación de los hombres para
que sean justificados, redimidos y salvados.
El
hombre recibe la primera justificación por la Bautismo, sacramento de la fe: “El que crea y se bautice, se salvará” (Mc
16, 15).
Pero
habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1 Cor. 6, 11).
Por la Gracia santificante el hombre se hace justo y santo.
La
justificación es una gracia conseguida por la fe: Don gratuito e inmerecido que
Dios ofrece a los hombres en Cristo Jesús.
3.
Es un Nuevo Nacimiento.
Es el Nacimiento del cual el señor Jesús le habló a Nicodemo que
lo visitaba de noche por miedo a los judíos: “En verdad en verdad te digo, el que no nace de lo alto no puede ver el
reino de Dios” (cfr Jn 3, 1- 5) Nacer de lo Alto es nacer de Dios (Jn 1,
12- 13), por el “agua y el Espíritu”. La clave del Nuevo nacimiento es la fe en
Jesucristo, Hijo de Dios, que se ha hecho hombre para nuestra salvación.
4.
Es una generación nueva.
Generación que exige la escucha de la Palabra; el reconocimiento
del pecado; el arrepentimiento como abandono de las obras de las tinieblas y la
orientación de la vida hacia Dios, tras las huellas de Jesús (cfr Jn 8, 12).
“De hijos de las tinieblas pasamos a ser hijos de Dios (cfr Ef 5, 7-9) “De la
muerte pasamos a la vida; del odio al amor”
“Del pecado a la Gracia” (1 Jn 3,14).
5.
Es una creación nueva.
El hombre nuevo es un “proyecto de Dios”. No está hecho, sino
haciéndose; no es cosa del pasado, se vive en el hoy de cada día y cada hora
con una vida en proyección hacia lo que todavía no somos pero que estamos
llamados a ser: “hijos de Dios, en el Hijo, Cristo Jesús”. “Todo el que está en Cristo es una nueva creación, lo viejo ha pasado”
(2 Cor 5, 17). Por Él y en Él, Dios Padre se acerca a todo hombre para
amarlo con corazón de hombre. El amor consiste en que Dios nos amó primero y
nos envió a su Hijo Jesucristo (1 Jn 4,8). El amor pide reciprocidad, tanto,
entre Dios como entre los hombres.
6.
Es una renovación interna.
Cristo ha venido a renovar la faz de la tierra: “Soy el que hace las cosas nuevas” (Apoc. 21, 1-5). De enemigos
de Dios ahora somos herederos con Cristo (Rom 8, 16). Es Él, quien hace de
nuestro interior una “casa de Dios”. “...habéis
sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre
del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor. 6, 11). Porque nada cuenta ni la circuncisión, ni la
incircuncisión, sino la creación nueva (Gál. 6, 15.). “Todo el que es de Cristo es una nueva Creación, lo viejo ha pasado”
(2Cor 5, 17).
7.
Es una acción santificadora.
¿A, qué
viene el Señor a nuestras vidas? “Vengo para que tengan vida y la tengan en
abundancia” (Jn 10, 10) “He venido a encender un fuego y cuanto ardo en deseos
de verlo arder” (Lc 12, 49) “Llevar una vida digna del Señor; dando frutos,
creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos en todo, alegres y dando
siempre gracias a Dios” (Col 1, 9- 12) “...en
Él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús...a renovar el espíritu
de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la
justicia y santidad de la verdad” (Ef. 4,
21-24).
8.
Un tránsito de la muerte a la vida.
“Ustedes
estaban muertos a causa de los pecados en que vivían, pero Dios les ha dado
vida en Cristo Jesús” (Ef 2, 1-4) “Él nos libró del poder de las tinieblas y
nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el
perdón de los pecados” (Col. 1, 13-14) “Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos”
(1 Jn. 3, 14).
9.
Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Es el aspecto pascual de la fe en cual entran dos realidades
inseparables: la Gracia de Dios y la voluntad humana; Dios que nos ayuda y
nuestros esfuerzos que secundan la acción de Dios: “despojaos de las tinieblas y revestíos con la armadura de Dios” (Rom
13, 11) “Porque en otro tiempo
fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor” (Ef. 5, 8) Se realiza
por la Gracia que es principio de vida sobrenatural y la fe vista como
respuesta: “Solamente unidos a mí, podéis
dar fruto” (Jn 15, 5) “Hechura suya somos” (Ef 2, 8) “Ya sin el velo que nos
cubría la cara, vamos reflejando como en un espejo la gloria del Señor…y esto
por la acción del Espíritu que es el Señor” (2 Cor 3, 16- 18).
10.
El
Camino de la fe.
La fe cristiana es fe en Cristo Jesús, en su obra redentora
y en su Evangelio. Jesucristo, es el mismo Evangelio viviente que nos revela al
Padre y a cada hombre (Jn 14, 7); la fe cristiana es fe en el Padre que por
medio de su Hijo y por el don del Espíritu Santo, nos ama, nos perdona, nos
salva y nos llama a ser hijos adoptivos y a convertirnos en una sola Familia.
La fe es la exigencia esencial para salvarse, para conocer,
amar y servir al Señor en esta vida. La fe es el Camino seguro, firme y estable
para apropiarnos de los frutos de la Redención y de todo lo que Dios en su
divina Gracia nos quiere compartir, ya que sin la fe, nadie es agradable a Dios
(Heb 11, 6). Sólo por el camino de la fe podemos conocer a Dios de manera
personal, penetrar sus Misterios y recibir sus bendiciones espirituales. Sólo
por el camino de la fe podemos llegar a la unidad con Dios en Cristo y por
Cristo.
El Camino de la fe está lleno de experiencias: gozosas,
dolorosas, liberadoras, gloriosas y luminosas. El primero en andar este camino
fue el mismo Cristo; tras de Él podemos contemplar con los ojos de la fe a
María, la Madre, sus Apóstoles, sus Mártires, y miles y miles que a lo largo de los Historia se arriesgaron a
vivir la “aventura de la fe”. Abrazar la fe como camino es aceptar la vocación
a ser Unidad. Cristo murió para ser uno con su Padre y con todos los creyentes:
“Que todos sean uno como nosotros somos
uno… No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su
palabra, creerán en mí. Que todos sean uno como tú, Padre, en mí y yo en ti,
que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has
enviado” (Jn 17, 11- 21). Camino que nos lleva a la PLENITUD (Col 2,
9), a la que entramos por la fe y la
conversión (cfr Mc 1, 15). Este Camino nos lleva a la vida, a la justicia, a la
fraternidad y a la solidaridad de los creyentes en Cristo. Camino que incluye
un proceso de conversión, sin el cual la fe no pasaría de ser una “creencia”,
sin la adhesión y entrega a Jesucristo.
San Pablo nos dice en qué consiste la salvación que
Dios ofrece a los hombres: “Todos ustedes
estaban muertos a causa de vuestros pecados, pero Dios, el Padre de toda
misericordia, nos ha dado vida juntamente con Cristo…” y esto no es por
méritos personales, sino por la fe… por la obediencia de Cristo al Padre, y por
el amor de Cristo a los hombres (cfr Ef 2, 1-8). La salvación que Dios nos
ofrece tiene dos dimensiones: una negativa, nos libera de la muerte y del
pecado, y la positiva, nos da su gracia en Cristo Jesús, para que realicemos
las obras de la fe.
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