*El Hombre
es un pan que se comparte*
Iluminación: “No es bueno que el hombre esté solo, démosle una
ayuda adecuada” (Gn 2, 18).
Introducción: El ser humano está orientado hacia lo que todavía no
es, pero, que está llamado a ser: una persona plena, fértil, fecunda y
fructífera. Para lograr su vocación está llamado a vivir de encuentros con su “Realidad”
para no quedarse al margen de su realización, al borde del camino. Nadie se
realiza solo, necesitan de los demás y ellos necesitan de él. Vivir de
encuentros para darse, donarse y entregarse, a la vez para recibir de los otros
sus valores e intercambiar sus talentos. Estamos llamados a ser compañeros del
camino, reconociendo una igualdad fundamental y compartir recíprocamente, tanto,
lo que sabemos, como lo que tenemos y lo que somos. Una meta de cada ser humano
es llegar a ser un “don de Dios para los demás”. El mayor acto de amor que
podemos hacer en favor de alguien es no darle cosas, ni dinero, sino, y sobre
todo, extenderle la mano para ayudarlo a levantarse para que oriente su vida
hacia su realización como ser humano.
La relación con otros se convierte en proyección. Ser
compañeros de camino para juntos seguir las huellas de Jesús, para hacerse compañía,
es un compromiso humanizante. Compromiso que invita a salir fuera de egoísmos,
de la mediocridad y de una vida vacía y superficial. Salir de sí mismo para ser
enviados, al encuentro de la realidad: El Otro, los otros, lo otro y consigo
mismo.
Ø Ser compañía de otros para compartir el “pan con
alegría” Se trata del pan de vida, ser alimento para los demás. El
pan es todo lo que ayuda a realizarse como personas: El testimonio de vida, la
verdad, la dignidad humana, la responsabilidad, la solidaridad, la libertad, el
amor, los servicios.... El sentido de ser pan es aceptar ser un don de Dios, un
ser para los demás y darse por amor a los demás para que vivan una vida más digna alcanzando su realización personal
Ø Ser compañeros de los demás es el compartir “La Palabra” Para
establecer un diálogo con otros a quien se les reconoce su dignidad humana. Qué hermoso es “sentarse a la mesa con Jesús
y sus amigos compartir con él sus pensamientos, sus sentimientos, sus
preocupaciones, sus luchas y sus intereses” (Flp 2, 5- 9) Para mirar en la
misma dirección que él mira: “la gloria de su padre y el amor y el servicio a
los hombres.” Podemos afirmar que la obsesión de Jesús es la de “hacer la obra
de su Padre” Para transformarlos en una “nueva creación” (2 Cor 5, 17) como
hijos amadísimos de Dios, hermanos y servidores como lo dijo en su Mandamiento (Jn
13, 13. 34) Con palabras del apóstol Pablo: “Se hizo pobre para enriquecernos
con su pobreza.” (2 Cor 8,9) El deseo del Señor Jesús es que también nosotros,
con nuestra pobreza, ayudemos a otros a enriquecerse con la riqueza de Cristo
Jesús: “La herencia de Dios” (Rm 8, 17).
Ø Compartir Tiempo para escuchar y hacer del otro el
centro de atención. El otro tiene hambre de ser escuchado. Gastar nuestro
tiempo para visitar a los enfermos, a los presos, más aún a nuestros amigos y
familiares. Para dialogar, tomar café, ver juntos una película; compartir
ideas, palabras experiencias, vida, esto pide disponibilidad para gastar nuestro tiempo.
Ø Ser compañeros, hacer compañía nos pide compartir “la
casa” Significa ser hospitalarios, acogedores y serviciales (Rm 12,
10). “Señor quédate con nosotros porque se hace de noche” (Lc 24, 30) La
hospitalidad pide una caridad sincera y alegre para darle al otro o a los otros
un lugar en el corazón.
El Camino de Jesús. Caminar juntos haciendo camino de
sinodalidad, es la manera de vivir en comunidad y hacer fraternidad para
hacer el mandamiento de Jesús: “Hagan esto en conmemoración mía” (1 de Cor 11,
25) Hablamos del camino de la fe, recorrido por Jesús y una multitud de hombres
y mujeres que han creído en Jesucristo y han sus seguido sus huellas. Jesús amó
a su Iglesia y dio su vida por ella (Ef 5, 25) La manifestación sublime de su
Amor es “La fracción del pan.” Para Jesús ha sido sacrificarse e inmolarse en
la presencia de Dios en favor de la humanidad. “Lo reconocieron todos al partir
el pan” (Lc 24, 31) De su Sacrificio hace un Banquete y se ofrece como alimento
para ser “Pan de Vida.” “Presencia real de Jesucristo” “Vengan y coman todos”
“Vengan y beban todos” “Yo soy vuestra verdadera comida y vuestra verdadera
bebida.” (Lc 22, 14- 18).
Para ser alimento, el hombre necesita creer, amar y seguir a Cristo.
Para ser alimento, el hombre necesita creer, amar y seguir a Cristo.
Por la fe hemos sido justificados. La justificación por la fe
es la más hermosa manifestación de la Misericordia de Dios en Jesucristo que
murió para que nuestros pecados fueran perdonados y resucitó para darnos
Espíritu Santo y darnos su amor, su paz, su alegría y la misma Misión de Jesús
(Rm 5, 1- 5; Jn 20, 20) Por la justificación por la fe somo hijos de Dios (Gál
3, 26-27), hemos pasado de la muerte a la vida (Rm 6, 23), de las tinieblas a la
luz, (Col 1, 13) de la esclavitud a la libertad y de aridez espiritual a las
aguas vivas del Espíritu Santo (Rm 6, 20; Jn 7, 38-39) Todo es gracia de Dios,
ahora por la Justificación somos regalos de Dios en Cristo para los demás.
Con la Gracia de Dios podemos seguir las huellas de Jesús. “Del
encuentro con Cristo Jesús a la Comunión con nuestra Realidad” La Comunión es
el alma de la Comunidad y ésta es la Manifestación de la Comunión. Ahora
podemos caminar de la mano de Dios y de la mano de los demás. Que nadie se
sienta solo y que nadie camine sólo, que no se sienta ermitaño, somos familia,
somos Pueblo, somos un Sacerdocio Regio (1 Pe 2, 9) Somos Iglesia enviada con
la fuerza el Espíritu a realizar en la historia la “Obra redentora de Cristo”
(Mt 28, 19- 20) Con Jesús y en su Nombre manifestemos el amor, la libertad, la
verdad, la justicia y la santidad de Dios en el rostro de los hombres. Para eso
el Señor nos ha dado un espíritu de amor, de fortaleza y dominio propio (2 Tim
1, 7)
Que nadie se sienta, ni fuerte, ni poderoso, ni rico. Porque todo
es Gracia de Dios. La fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad (2 Cor 12,
9) Débiles que se hacen fuertes en el Señor con la energía de su Poder (Ef 6,
10) Para esta obra nos dejamos transformar en la más profundo de nuestra mente
por la acción del Espíritu Santo para que tengamos un corazón pobre libre de todo
clase de complejos (Rm 12, 2-3) y revestirnos como hijos amadísimos de entrañas
de humildad, mansedumbre, misericordia, amor, paz y alegría (Col 3, 12ss) A
esto el Apóstol le llama: “Revestirse de Jesucristo” (Rm 13, 14) El Hombre Nuevo
con vestiduras de salvación: La Justicia y la santidad (Ef 4, 24)
Con la Gracia de Dios, el Espíritu
Santo y nuestros esfuerzos vamos adquiriendo una voluntad fuerte para amar y
para permanecer en su Amor experimentando su fuerza liberadora y reconciliadora,
sanadora y santificadora. Ahora, desde ya, podemos llamarnos hijos de Dios y lo
somos. Desde ya, podemos llamarnos hermanos y amarnos al estilo de Jesús (cf Jn
13, 14) Con la alegría del Espíritu podemos afirmar que, tanto en la muerte
como en la vida, somos del Señor porque creemos en él, lo amamos y lo servimos.
(cf Rm 14, 8) Con los ojos puestos en Jesús (Hb 12, 2) orientamos nuestra vida
hacia la Casa del Padre siguiendo las huellas de Cristo Jesús, y con alegría
nos vamos despojando de apegos, ataduras, miedos, odios, culpas… para darle a
Cristo el centro de nuestro corazón, amarlo, seguirlo y dar nuestra vida por él
en favor de todos.
Llamados a vivir en comunión con
Dios como hijos, en comunión con los otros como hermanos; comunión con y la
Creación para encontrarle el sentido a las cosas y usarlas con sentido, con
inteligencia para que no destruyamos nuestro “Habitat.” Amemos la naturaleza,
nuestros ríos y mares, bosques, montañas y valles, no la destruyamos, más bien
defendámosla y cultivémosla, según las palabras del Génesis (2, 15) Qué nuestro
reto sea vivir en comunión de amor con nuestra Realidad: Dios, consigo mismo,
los hombres y la Creación.
POR TU MANO MI PUEBLO SERÁ ALIMENTADO
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