Iluminación.
Pedro se acercó entonces y le preguntó: «Señor, ¿cuántas veces tengo que
perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» 22 Le
respondió Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces
siete.»
El
arte de perdonar. Es un don de Dios y una respuesta del hombre a la vida.
Perdonar es la decisión de amar a una persona, como es, permanentemente. No es
un sentimiento, no es decir que no me nace, sino el arte de amar, como Jesús,
el Señor lo enseñó: “Ama a tu enemigo y reza por él” (Lc 6, 27) El arte de amar
tiene por primera condición el saberse amado por Dios que ama
incondicionalmente a los buenos y a los ingratos (Mt 5, 45) la segunda
condición es dejarse lavar los pies por Jesús (Jn 13, 8) Esto significa ser
perdonado en virtud de los méritos de Cristo, Jesús Para que nuestros corazones
queden limpios en virtud de la sangre de Cristo (Hb 9, 14) La tercera condición
es realizar los ejercicios de la fe: Huir de la corrupción, de las pasiones de
la juventud, de toda maldad o malicia (2 Pe 1, 4b; 2 Tim 2, 22; 1 de Pe 2, 1)
Los ejercicios de la fe son la Oración, la escucha de la Palabra, hacer el bien
y rechazar el mal, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir
al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos… (Mt 25, 31- 46)
¿Quiénes
no pueden perdonar? No conocen el arte de perdonar los que se encuentran vacíos de Dios; vacíos de amor, de luz, de verdad, de vida, de libertad.
Los que tienen una mente embotada y un corazón endurecido por el pecado; los
que abandonan la moral y caen en el desenfreno de las pasiones (Ef 4, 14- 18)
Son aquellos que tienen un corazón caótico, dividido y agrietado, los que hacen
de su corazón un saco roto como lo dice el profeta: “Doble mal ha hecho mi
pueblo: a mí me dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas,
cisternas agrietadas, que el agua no retienen.” (Jer 2, 13) Corazones vacíos
pero lleno de odio, envidia, resentimientos, rencores, avaricia, malos deseos,
ira, mentira, miedos, supersticiones como son las creencias en brujería, hechicería,
encantamientos, …. (Col 3, 5- 9) La exigencia fundamental del arte de amar es
creer que Dios es Amor, es Perdón, es Vida, es Libertad, es Santidad y que todo
el que ama y perdona conoce a Dios, ha nacido de Dios y permanece en él (1 Jn
4, 7)
El
camino para entrar el arte de amar es la limpieza del corazón,
acercándose a Cristo con un corazón contrito y arrepentido para recibir el
perdón de los pecados, y recibir el don del Espíritu Santo, tal y como lo dice
la Sagrada Escritura: “Así pues, una vez que hemos recibido la justificación
mediante la fe, estamos en paz con Dios. Y todo gracias a nuestro Señor
Jesucristo, por quien hemos obtenido, también mediante la fe, el acceso a esta
gracia en la que nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de participar de
la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo
que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la
virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido
dado.” (Rm 5, 1- 5)
La clave del arte de
perdonar es el amor. San Pablo nos dice de dondeprocede el amor que nos lleva a
perdonar a los enemigos: “El fin de este mandato es la caridad que procede de
un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera. Algunos,
desviados de esta línea de conducta, han venido a caer en una vana palabrería; pretenden ser maestros de la Ley sin entender
lo que dicen ni lo que tan rotundamente afirman.” (1 Tim 1, 5- 7) “La caridad
procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera” Lo
contrario viene de la falsedad, de la mentira de los espíritus que no vienen de
la fe, de los amores fingidos… (cf Rm 14, 23) No se trata de una fe mediocre o
superficial, sino, de una fe madura que llega al amor y al perdón, que es
misericordia (cf Gál 5, 6)
El
arte de amar se encuentra entre dos caminos uno es negativo y el otro es
positivo: Despojarse el hombre viejo y revestirse del hombres
nuevo: despojarse del traje de tinieblas y revestirse de las armas de Dios,
revestirse de Jesucristo (Ef 4, 23- 24; Rm 13, 13-14) Despojarse para darle
muerte al hombre viejo: “Por tanto, desechad la mentira y decíos la verdad unos
a otros, pues somos miembros unos de otros. Si os irritáis, no pequéis; que no
se ponga el sol mientras estéis irritados, para no dar así ocasión al diablo. El que
robaba, que ya no robe; que trabaje con sus manos haciendo algo útil, para que
pueda socorrer así al que lo necesite. No digáis palabras que puedan herir,
sino las que sean oportunas para edificar según la necesidad y hacer el bien a
los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que
fuisteis sellados para el día de la redención. Que desaparezca de entre
vosotros cualquier clase de amargura, ira, cólera, gritos, maledicencia y
maldad. Sed amables y compasivos entre vosotros, perdonándoos mutuamente como
os perdonó Dios en Cristo.” Ef 4, 25- 32)
El
arte de perdonar es iluminado por la luz de la verdad:
«Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis
juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad
y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el
halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida con que
midáis.» (Lc 6, 36- 38) “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp
2, 5) “Aprendan de mi que soy manso y
humilde de corazón ( cfMt 11, 29) Que desde la cruz hizo oración a su Padre: Jesús
decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» (Lc 23, 34) El arte
de perdonar exige, que con la ayuda del Espíritu Santo, nos esforcemos para
renunciar a toda maldad hasta llegar al sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios que este sea nuestro culto espiritual (Rm 12, 1) El arte de perdonar y de
amar requiere de los creyentes una voluntad firme, férrea y fuerte para amar y
para servir a Dios y al prójimo. Es don y respuesta. Sin olvidar jamás que Dios nos amó primero y nos entregó a
su Hijo para redimir y salvar a los hombres, así enseñarnos el Camino de Amor.
(1 Jn 4, 10. 13)
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