NO PENSÉIS QUE HE VENIDO A ABOLIR LA LEY Y LOS PROFETAS



No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento.
Iluminación:  El que tiene mis mandamientos y los lleva a la práctica, ése es el que me ama; y el que me ame será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»  Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará; y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra no es mía, sino del Padre que me ha enviado.” (Jn 14, 21. 23-14)
Introducción: No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento. Os aseguro que, mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley hasta que todo suceda (Mt 5, 17-18).
La espiritualidad cristiana es el “ethos” que garantiza vivir en la luz, en la verdad, en  la práctica de la justicia y seguir la huellas del Señor Jesús: “Estaremos seguros de conocerle si cumplimos sus mandamientos.  Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. (1 Jn , 3-4) Digamos entonces que la espiritualidad cristiana es dejarse conducir por el Espíritu Santo. La obra del Espíritu Santo es llevarnos a la fe en Cristo Jesús; es conducirnos a los “terrenos de Dios” (cf Rm 8, 14) A Dios lo amamos cuando creemos en Jesús, el Hijo amado que el Padre envió a los hombres para redimirlos y salvarlos (cf Jn 3, 16) A Dios lo amamos cuando guardamos sus Mandamientos y sus Palabras. Las palabras de Cristo son las “Bienaventuranzas (Mt 5, 3ss) Quien ya guarda los 10 Mandamientos se convierte en un candidato para practicar las palabras de Cristo: Dichosos los pobres, los misericordiosos, los que practican la justicia, los que se arrepienten hasta las lágrimas… En cambio quien quebranta uno de los mandamientos de la Ley de Dios cae en el pozo de la muerte (cf Rm 6, 23) y se imposibilita para guardar el Mandamiento Regio de Cristo Jesús (cf Jn 13, 34) Para guardar el Mandamiento Nuevo existen algunas condiciones como estar en comunión con Cristo, Jesús; permanecer en su Cruz, muriendo al pecado (Gál 5, 24) y poseer el don del Espíritu Santo para dejarnos conducir por él. Pablo lo proclama al decirnos: “Estoy crucificado con Cristo”  (Gál 2, 19) “Nosotros no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo crucificado” (1 Cor 1, 23) Qué se humilló a sí mismo para destruir nuestro pecado, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (cf Flp 2, 7-9) El grito de Pablo “No me averguenzo de la cruz de Cristo que me amó y se entregó por mí (Gál 2, 20) “No me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del judío en primer lugar, pero también del griego. 17 Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: El justo vivirá por la fe” (Rm 1, 16- 17)
Muchos son los que creen que tiene mucha fe, no obstante no guardan los Mandamientos de la Ley de Dios. No saben que al quebrantar los Mandamientos de la Ley de Dios entran en la muerte espiritual de la que habla Pablo en la carta a los romanos: “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios—.Éstos son justificados por Él gratuitamente, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús.” (Rm 3, 23- 24) y en la carta a los efesios nos dice: Y a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el príncipe del imperio del aire, el espíritu que actúa en los rebeldes... 3 entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, sujetos a las concupiscencias y apetencias de nuestra naturaleza humana, y a los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la ira... (Ef 2, 1-3) El pecado nos paga con la muerte, Dios en cambio, nos da la vida en Cristo Jesús (Rm 6, 23) La muerte espiritual es lo contrario a la fe, a la vida espiritual. La fe es vida, es poder de Dios, es amor…. Cuando quebranto uno de los Mandamientos y entro en la muerte, el reino de las tinieblas, dándole muerte a la fe y rompiendo la comunión con Dios. Que nadie nos engañe como a niños con cualquier viento de doctrina (Cf Ef 4, 14) “El que dice que conoce y ama a Dios que guarde sus Mandamientos (1 Jn 2, 3) Así es como lo dice el Evangelio: “ «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»  Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento.  El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»” (Mt 22, 36- 40)
“El que tiene mis mandamientos y los lleva a la práctica, ése es el que me ama; y el que me ame será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.” (Jn 14, 21) Es la exhortación de Cristo a permanecer en su Amor y ser fieles a la Alianza Nueva, ser fieles a la Ley del Cristo, a la ley del Espíritu Santo que es la Ley del Amor. Amor a Dios y amor al prójimo. La finalidad de la Ley es “honrar y dar gloria a Dios” y dar “amor y servicio a nuestros hermanos, especialmente a os menos favorecidos” El Señor Jesús se lo recuera al joven rico y hoy a nosotros: Nadie es bueno, sino sólo Dios.  Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.” (Mc 10, 17- 19) El apóstol Santiago nos recuerda el pecado de omisión: Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.(Snt 4, 17) ¿Cómo se manifiesta el Señor Jesús en nuestra vida cuando aceptamos guardar sus Mandamientos y ser fieles a su Alianza? Camina con nosotros, nos conduce, nos alimenta, nos libera, nos reconcilia, nos transforma, nos corrige y nos promueve. Nos llama amigos, hermanos y coherederos (Lc 9, 23; Jn 8, 32; Jn 20, 23; Jn 15, 15; Rm 8, 17) Sólo nos pide fidelidad: Amar y seguir sus huellas, de la misma manera que él nos dio el ejemplo: “Hasta el extremo (Jn 13, 1) El guarda los Mandamientos de Dios, obedece su Voluntad, obedece su Palabra y es dócil al Espíritu Santo, y va adquiriendo los sentimientos de Cristo Jesús: sentimientos de hijo, de hermano y de servidor de sus hermanos.  Guardar los Mandamientos equivale a practicar la justicia en favor de los hombres. Lo mínimo que se puede hacer por los demás es reconocerlos como personas; aceptarlas y respetarlas incondicionalmente y compartir con los demás el pan, la casa y el tiempo con un amor sincero, alegre y hospitalario (Rm 12, 10ss) La Voluntad de Dios es que hagamos el bien y rechacemos el mal, sin olvidar que no se puede servir a dos amos con alguno se queda mal. La mezcla entre el bien y el mal resulta en tibieza espiritual; los tibios no son agradables a Dios. (Apoc 3, 15) La exhortación del Señor es actual: “Conmigo o contra mí, el que no junta, desparrama” (Mt 12, 30)

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