6 SERVIR EN ORACIÓN


Servir en la Oración



1.     Orar es invocar el Nombre de Dios.
Para un cristiano invocar el Nombre de Dios es afirmar su Presencia en medio de nosotros (Mt.18, 20). La Oración que nos garantiza la presencia de Dios es la Oración Comunitaria en la cual, unidos con otros hermanos nos dirigimos juntos a un mismo y único Padre.

2.     El Fundamento de la verdadera oración
Toda oración debe apoyarse en las Promesas de Dios y nunca en nuestros méritos personales. “Todo lo que pidan al Padre en mi Nombre…”. Podemos afirmar que Dios es Fiel, El siempre cumple lo que promete. El es la “Roca”, El es eternamente firme para llevar a cumplimiento hasta los más mínimos detalles de sus promesas. Sin embargo hemos de tener presente que Dios no nos escucha por que hagamos maravillas, ni por que nos gastemos trabajando por su causa, eso podría llevarnos a caer en una oración farisaica que nos haría pensar que nosotros, lo que somos y tenemos lo hemos ganado a punta de oración. Aunque haya cierta verdad, no debemos olvidar que lo que somos es obra de la Misericordia de Nuestro Buen Padre.

3.     El Origen de la Oración.
En la Oración Dios siempre toma la iniciativa, pero a la misma vez espera nuestra respuesta para que se dé el diálogo. La respuesta que nosotros le damos a Dios aparece como nuestra búsqueda de su Rostro. Nuestra oración no ha de ser desesperada ni llena de angustia porque el Señor es Paz y Orden.

Orar para un ministro de Cristo es aceptar la noche fría, la aridez, el cansancio, etc. Orar para un ministro es dialogar con su Señor, recibir los secretos de su corazón e interceder por los hermanos, por la Comunidad a la cual debe amar hasta el extremo. Quien intercede por los demás, va adquiriendo un sentido profundo de hermano y de amigo de Dios al estilo de Moisés.

4.     Exigencias de la Oración.
  1. Disponibilidad para ir al desierto. El lugar para conocerse a sí mismo, conocer la voluntad de Dios y hacer alianza con Él. El desierto es sinónimo de soledad, de aislamiento, pide hacer un alto en la vida para recogerse interiormente. Ir al desierto es disponibilidad para la  escucha (1 De Re. 19,12)
  2. La disponibilidad para el desprendimiento y la renuncia (Ex. 3.4ss). Renunciar a sí mismo para poder servir a Dios. Renunciar a la comodidad, a todo lo que no permite que el Reino de Dios crezca en nosotros. Romper con ataduras y ligamentos que en últimas no son mas que pecado o consecuencias del mismo.
  3. La disponibilidad para la misión (Ex.3, 10; Is. 6, 8). Renunciar a sí mismo para poder servir a los demás.
5.     Razones por las que oramos.

1.                  Oramos para estar unidos a Dios como sus hijos. Oramos por que Cristo oraba y porque somos hijos de Dios y oramos como hijos.   
2.                  Oramos porque sólo Cristo da el crecimiento. El orante reconoce su necesidad de caminar, de seguir adelante. Se reconoce proyecto de Dios que necesita orar para pedir, dar gracias y alabar a Dios por las maravillas que está haciendo en él.
3.                  Oramos para que nuestra  fe se apoye en el poder de Dios, y no en nuestras propias fuerzas. Sólo el orante podrá reconocer que lo que tiene es don de Dios.
4.                  Oramos porque nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra los Poderes espirituales, frente a los cuales nuestras solas fuerzas son insuficientes para derrotarlos (Ef. 6,10ss). La oración es una de las armas más poderosas de los cristianos, Satanás sencillamente le teme a la auténtica oración.
5.                  Oramos porque somos ministros de la multiforme gracia de Jesús. Somos sus canales, portadores de su Palabra, de su Luz y de su Gracia. Quien ora está dispuesto            siempre para ministrar gracia divina a los hombres.
6.                  Oramos para poder ser cristianos aprobados. Cuando el servidor pierde de vista a Jesús es porque ha dejado de orar. Podrá estar trabajando mucho y sin descaso, pero, la   verdad es que un Ministerio sin oración, es un auténtico activismo, vacío de la verdadera esencia de la Evangelización: Jesús.
7.                  Oramos para ser los hombres de la ofrenda a Dios por la salvación de nuestros hermanos. (Rm12, 1)

No dudo en afirmar que sólo los que oran se convierten y se salvan. “Si no quieren salvarse no oren.”  Jesús pide  a sus discípulos: Orad y vigilad para no caer en tentación”. Vigila tus sentimientos, tus pensamientos, tus actitudes, tu relación con los demás,


6.     Características de la Verdadera Oración.

1.         La primera y fundamental característica es la Confianza filial. El sentir que   cuando oramos estamos frente a un Dios amoroso al que podemos llamar Padre       (Gál.4,6; Rom 8,16).
2.         La segunda característica de nuestra oración ha de ser la Humildad del publicano   que nos lleva a reconocer nuestra situación de pecadores y a buscar el perdón de un         Dios lleno de misericordia que no niega su amor a quien de todo corazón lo busque       (Jer. 29,13). La actitud de humildad  nos lleva a la oración de vaciamiento; vomitar todo aquello que es incompatible con los intereses del Reino.
3.         La tercera característica es la Reverencia que hemos de guardar ante el Señor.         Actitud fundamental que nos permite no tomar a Dios, ni a las cosas sagradas, tan a la   ligera. Dios es Dios y merece nuestro respeto, admiración y reverencia. Una oración           llena de reverencia es una oración llena de amor filial donde se expresa todo el sentir   del servidor.
4.         La cuarta característica es la Perseverancia en la oración. Esta característica es          manifestación de madurez, de constancia y de verdaderos deseos de ver la   Manifestación de Dios, en su día y no cuando nosotros lo queramos. Quien persevera    ve la Gloria de Dios.
5.         La quinta característica  es la actitud de Oferta  (Heb.9, 7; Rom.12, 1-2). "Heme        aquí oh Dios para hacer tu Voluntad." A Dios le gusta el reconocimiento por parte    nuestra de la total dependencia de sus hijos respecto a bondad paternal. Y sí todo lo       nuestro viene de Dios, no dudemos que a Él le fascina que le ofrezcamos de la pureza    de sus dones.
6.         La sexta característica es el Silencio. El servidor que aprende a guardar silencio en la presencia de Dios, fácilmente pasa a una oración de experiencia de Dios. La oración de experimentar el Amor del Padre nos exige dejarnos contemplar por la mirada de Jesús desde el Sagrario o desde el silencio confiado de nuestro corazón. El Profeta Elías sólo en el silencio escuchó la voz de Dios (IRe.19,12)


7.     La Oración y el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el autor de la oración cristiana. El es el Maestro de oración, el Intercesor que hace nacer en nosotros los buenos deseos y quien nos manifiesta las necesidades propias y ajenas parta que intercedamos en favor de los santos. Quien ha padecido la acción del Espíritu Santo en su vida puede comprender las siguientes afirmaciones:

1.         El Espíritu Santo invade al cristiano que ora, lo invade para convertirlo en Orante en       favor de otros.
2.         Cuando el Espíritu Santo invade el corazón del cristiano, es para conducirlo a los            terrenos del Amor de Dios y de la entrega sin límites a los demás. Para conducirlo al       compromiso evangélico.
3.         El Espíritu Santo ilumina la mente del cristiano orante. Al iluminarlo le revela los            Misterios del Reino. No lo trata como siervo, sino como amigo (Jn. 15.15-16). Llena     su mente y su corazón de Sabiduría y de Conocimiento de Dios.
4.         El Espíritu Santo invade el corazón del orante para llenarlo de poder para que realice      actos profundos de amor y para que luche contra las fuerzas del Mal.
5.         El Espíritu Santo separa al orante del Pecado. Sana su corazón y lo sella con los frutos    del Espíritu (Gál.5, 21-22). El cristiano orante poco a poco va siendo poseedor de un corazón lleno de Amor, Paz y Gozo: Lleno de Dios.

Si nosotros, como cristianos que somos, queremos tener un corazón capacitado y cualificado para amar y servir al estilo de Jesús. Si queremos  que Cristo viva en nuestros corazones para a si poder realizar sus obras maravillosas; entonces, OREMOS Y VOLVAMOS A ORAR. Yo les garantizo, basándome en las promesas del Señor Jesús, (Jn. 16,23; 1ª de Jn. 5,14-15.) que nuestra oración no se pierde. Dios nos escucha, se complace con ella y está dispuesto a responderla. Nuestro Dios es el Dios que habla y que escucha. La única oración que se pierde es la que no se hace, o por pereza o por falta de tiempo.

Ejemplo de oración
Efesios 1, 15. “Pido al Padre de la gloria….


Señor enséñanos a orar. Deseamos ser ministros de tu multiforme gracia a favor de nuestros hermanos. “Ven Espíritu Santo a iluminar las mentes de tus fieles y a encender en ellos el fuego divino de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y será renovada la faz de la tierra”.

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search