LOS PADRES, PRINCIPALES EDUCADORES DE SUS HIJOS

       

LOS PADRES, PRINCIPALES EDUCADORES DE SUS HIJOS


El objetivo del Tema.  “Despertar las conciencias para que cada persona pueda asumir su responsabilidad ante sí misma, ante su familia y ante la sociedad.

  1. Introducción

shutterstock_415695742.jpgEl título de esta reflexión me hace decir: Para formar hombres íntegros…con corazón humano, está la familia…en la que los padres son los primeros educadores de sus hijos…tarea que no se puede postergar, ni abandonar, ni poner en las manos de otros. El proverbio popular nos dice: “Es más padre el que cría que el que engendra”. De la misma manera pudiéramos decir, es más padre el que educa que el engendra y que sólo se preocupa por el alimento material”.

Hablar de la educación de los hijos es hablar de la gravísima responsabilidad que tienen los padres de educar a sus hijos. Esta responsabilidad es una consecuencia lógica de su paternidad y maternidad. Engendrar un hijo es crear una nueva vida humana, y ésta es necesario que llegue a su plenitud. Juan Pablo II recuerda esta responsabilidad con estas palabras: «Los padres son los primeros y principales educadores de sus propios hijos, y en este campo tienen incluso una competencia fundamental: son educadores porque son padres». Sin embargo, los padres no pueden realizar esta función ellos solos. Necesitan ayuda. Comparten la misión educadora con otras personas e instituciones. Una de estas instituciones es precisamente la escuela. Los padres confían a la escuela y a los maestros la educación de sus hijos sin renunciar a su responsabilidad principal.

Los padres no pueden traspasar a los maestros y a la escuela su propia y peculiar responsabilidad de educar a los hijos. Esto significa también que los maestros no pueden sustituir a los padres, sino que han de ayudarles y complementarlos en la tarea educativa.

  1. Desarrollo del tema

Educar es cultivar  lo que realmente hay de valor en cada ser humano. Hablamos de una educación para la vida que forme personas íntegras y felices. La felicidad es posible ahí donde se alcanza la realización personal…ahí donde hay una persona madura…capaz de caminar con los pies sobre la tierra, con dominio propio, siendo su propio dueño…siendo capaz de salir de sí mismo para ir al encuentro de su realidad. Esto pide una realización integral en la cual se han de cultivar actitudes, principios, creencias, convicciones, conocimientos, valores y virtudes. Esta gama de elementos entrelazados y  vinculados entre sí, dan consistencia a una estructura sólida, firme y férrea de hombres y mujeres que en el futuro podrán formar familias estables y forjar una sociedad próspera, justa, pacifica en la cual coexistan las buenas costumbres y los valores humanos.

La Biblia nos dice: “Enséñame amar por la mañana y seré feliz toda mi vida”. Por la mañana, es decir, en mi edad temprana, en mi infancia. Que desde temprano se comience a conocer la vida, a dar respuestas a lo que la vida nos presente. Saber de donde venimos, para que estamos aquí y saber para donde vamos. Sabiendo que somos peregrinos en este mundo, y nada más. Esto ya es parte del conocimiento del sentido de la vida.

  1. Todo hombre es un buscador de valores, de sentido

 En el fondo lo que busca es sentirse bien, ser feliz. Muchos se casan para ser felices, otros trabajan día y noche para ganar mucho dinero y ser felices; otros se divierten y derrochan lo que tienen y hasta la vida para sentirse bien y ser felices, otros se pasan la vida compitiendo con otros, haber quien tiene más, o quien tiene mejor carro…y al final nada, aparece el vacío, el caos, la frustración…que llena de angustia, de agresividad y de soledad a muchas familias…sencillamente no aprendieron a vivir con sentido…se les nubla la mente, se endurece el corazón y se pierde el sentido moral. Pierden hasta la capacidad de sonreír

  1. La formación de la “conciencia moral”.

Las actitudes y los principios  determinan nuestros actos. La sana educación exige la formación de actitudes que permitan a los niños ir adquiriendo una “conciencia moral”. Ésta es como el farol que guía al barco a puerto seguro. Es voz que se escucha en el interior del ser humano para señalarle lo que está bien o mal hecho.

La actitud existe antes de la acción. Toda acción personal es manifestación de algo ya existente en la psicología de las personas. ¿Cómo me comporto frente al dinero? ¿Frente al sexo? ¿Frente a la droga? ¿Frente a los otros? ¿Frente al poder? Existen criterios buenos y criterios malos. Es malo porque no favorece la realización del niño. Por ejemplo: “Cuanto tienes cuanto vales”. “Haz a los demás lo que quieras que los demás te hagan a ti”. El problema de muchos padres de familia es que ellos mismos no se han preocupado por cultivar la “conciencia moral”. Son muchos los no saben distinguir entre lo bueno y lo malo… a lo malo le llaman bueno, y a lo bueno le llaman malo. Lo bueno es lo que ayuda a una educación sana que ayude al hombrea alcanzar su madurez y lo malo es lo que impide la realización humana.

La conciencia moral es el órgano de la vida, como el ojo es el órgano de la vista. Un hombre puede tener conciencia psicológica y puede a la vez tener una conciencia práctica y no tener conciencia moral. Muchos son los que estudian para ganar todo el dinero del mundo, creen que de esa manera van a ser felices…otros quieren ser famosos, poderosos…al final son manipuladores, estafadores, explotadores y opresores.

La conciencia moral da al hombre una triple capacidad: Capacidad para distinguir entre lo bueno y lo malo. La capacidad para rechazar el mal, la manipulación, la falsedad, el engaño, etc. Y la capacidad para hacer el bien, de compartir lo que se sabe, lo que se tiene y lo que se es…sé es capaz de encontrar el sentido  de la vida y realizarlo.

Ésta educación no se da en las escuelas, ni en las universidades…no obstante puedan existir maestros buenos y maduros…ahí se educa para el saber…se dan conocimientos para el día de mañana ser famosos, poderosos o ricos…Para formar hombres íntegros…con corazón humano, está la familia…en la que los padres son los primeros educadores de sus hijos…tarea que no se puede postergar, ni abandonar, ni poner en las manos de otros.

  1. ¿Cómo educar a los hijos?

Existen dos caminos que se entrelazan y se apoyan uno en el otro:
·         El testimonio de vida. No basta el solo testimonio como tampoco las solas palabras.
·         y la enseñanza con palabras. En casa, en la familia se aprende el “arte de amar” y el “arte de vivir en comunión”.

La familia es el campo por excelencia para practicar el “Mandamiento del amor: “Ámense unos a los otros”. Esposos efectivos, son  a la misma vez padres efectivos. Y éstos no son los que viven juntos, sino, los que viven uno para el otro y los dos viven para sus hijos. Esta es la primera de las enseñanzas que los padres han de trasmitir a sus hijos.

  1. Los padres efectivos velan por los derechos de sus hijos.

·         Habrá paz y alegría en las familias cuando cada cual reconozca, en la debida forma, los derechos que le son propios y los deberes que tiene para con los demás.
·         Más todavía: una comunidad humana será cual la hemos descrito cuando los ciudadanos, bajo la guía de la justicia, respeten los derechos ajenos y cumplan sus propias obligaciones;
·         Cuando estén movidos por el amor, de tal manera que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los demás partícipes de sus bienes, y procuren que en todo el mundo haya un intercambio universal de los valores más excelentes del espíritu humano.El derecho a tener una familia estable. El derecho a tener en casa los elementos esenciales para el sano desarrollo. 

La fuente de donde brotan los derechos y los deberes es la “Dignidad Humana”. Y por lo mismo son intrínsicos a toda persona.

  1. Los padres efectivos enseñan a sus hijos a vivir en la verdad.

La verdad es lo estable, lo real, lo verdadero. La verdad no se impone, no atropella, no mal trata, no oprime. La verdad es que todo ser humano es único e irrepetible porque es original. La verdad es que las cosas no nos dan el valor. Nadie vale por lo que tiene, “Vales por lo que eres” y eres un ser individual, no hay dos que piensen, sientan amen como tú. “Tu eres, tú y tus circunstancias”…no permitan que sus hijos sean copia de nada ni de nadie. Vivir de frente a la verdad pide a la familia:

·         el reconocimiento personal mutuo. Soy un alguien, no soy un algo. Un alguien que piensa, siente, se expresa, se comunica, es capaz de amar, etc.
·         la aceptación personal mutua. “Yo soy yo y mis circunstancias”. No quieras que sea como tú eres porque me echas a perder.
·         el respeto mutuo. Es la admiración y el reconocimiento que el otro es una maravilla en sí mismo. Poseedor de una dignidad, única.
·         y el perdón mutuo. Padres efectivos son los que enseñan a vivir reconciliándose mutuamente en el hogar.
La verdad del hombre tiene que brillar ante los esclavos de la mentira para que ésta pierda su fuerza. "Si os mantenéis en mi Palabra seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". El lugar propio de la verdad está en está en la conciencia, que, en cada hombre, es el lugar propio de Dios. Tiene que construirse el hombre interior basándose en la verdad para derrotar al hombre en la mentira que se convierte en un opresor. Y la verdad que construye al hombre es la realidad, es decir, la verdad de Dios, la verdad del hombre, la verdad de la sociedad.
  1. Los padres efectivos enseñan a sus hijos a practicar la justicia.

La práctica de la justicia permite reconocer la igualdad fundamental que existe en todos los miembros de la familia. La preferencia por alguno, por ser hombrecito o mujercita, es fuente de conflictos familiares que pueden distanciar y hasta crear rivalidades entre los hermanos. 

    1. Cuando no existe la justicia
·         No hay justicia cuando se no se propicia el diálogo familiar,
·         Cuando no se vive de encuentros,
·         Cuando no se busca el bien de los otros.
·         Cuando papá no tiene tiempo para jugar con sus hijos o para revisar con ellos las tareas.
·         No hay justicia cuando la educación de los hijos solo recae en uno de los padres. Casi siempre la mamá, ya que el papá dedica tiempo de más al trabajo, al deporte o los amigos.

        b.    Cuando si hay justicia
·         La justicia comienza por uno  mismo y consiste en darle a cada uno lo que le es propio: Los esposos viven uno para el otro. Los padres viven para sus hijos. Los hijos viven para sus padres y los hermanos para sus hermanos.
·         Hay  justicia cuando se piensa al otro de manera correcta.
·         Cuando se valora a la persona de manera apropiada y existe el respeto mutuo.
·         Cuando se acepta a los otros de manera adecuada y se ama de manera correcta, es decir, sin llegar al desprecio de los demás.
·         Hacer justicia es reconocer la dignidad y la importancia de cada uno de los miembros de la familia. En la familia todos son importantes
·         Los hijos hacen justicia a sus padres cuando les honran, les respetan, les obedecen. Cuando no se les exige lo que no pueden darles.
·         Hay justicia cuando se administra los bienes que entran a casa de manera correcta.

  1. Los padres efectivos son responsables y equilibrados

La persona es un ser original, responsable, libre y capaz de amar. Si queremos madurar como personas busquemos ser responsables de nuestros pasos y asumamos nuestras limitaciones, debilidades y equivocaciones como vía de superación de las mismas. Podemos resumir que responsabilidad es sinónimo de madurez. La madurez no se mide por la edad, sino por el desarrollo personal y la modalidad de su comportamiento. Algunos de sus rasgos son los siguientes:

·         Capacidad de adaptarse a las distintas situaciones de la vida.
·         Autonomía tanto en sus actos como en sus ideas y emociones.
·         Responsabilidad de sus propios actos.
·         Capacidad de autocuidado.
·         Desarrollo de relaciones afectivas y sociales en las que se produzca un intercambio positivo de satisfacciones.
Si nuestra función como padres es ayudar a nuestros hijos a alcanzar una madurez física, psíquica, emocional y social, contribuiremos a que se desarrollen como personas libres.

  1. Los padres efectivos enseñan a sus hijos a caminar en la libertad.
“Todas las personas sueñan con su libertad, pero están enamoradas de sus cadenas”. K. Gibrán. La libertad se basa en la verdad. La mentira está en el origen del miedo, es la base fundamental de la esclavitud, da una falsa fuerza al despotismo, hace posible la manipulación de las conciencias y todo tipo de dictadura. La mentira está en la base del hedonismo, del afán del dinero y del poder opresor. La fuerza del consumismo y de la dictadura no es física, está en la mentira y en el miedo de muchos. La libertad es esencial a nuestra condición humana. Enseñar a vivir en la libertad no es tarea fácil…pide el ejemplo, el testimonio, armonía entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se vive y lo que se pide. Cuando se usa mal la libertad se cae en el libertinaje.
La liberación de lo que subyuga se realiza en tres clases de esclavitudes:
·         una, es la liberación de los que están sujetos a otra persona y no pueden actuar sino bajo su dependencia. No hagas a tus hijos servilistas, ayúdalos a ser libres.
·         otra, es la liberación de los que dependen de las cosas, (juguetes, carros, modas, etc. porque están dominados por ellas. No hagan sus hijos seres oprimidos.
·         Y otra es la liberación del pecado. “Todo el que obra el pecado se hace esclavo”. (cf Rm 6, 20)
El mal no es propio de la naturaleza del hombre. Éste fue creado bueno y está hecho para el bien y su libertad está en hacer el bien. El mal ha llegado al hombre, después de haber sido creado, por un engaño hábil del Diablo. Por esto, la libertad del hombre requiere, necesariamente, la liberación del pecado. No conoce la experiencia de la libertad quien permanece en el pecado.
Libres ¿de qué? Libres del mal: de toda manipulación, falsedad, mentira, engaño, odio, vicios, esclavitudes…Libres de la esclavitud de las cosas y de la esclavitud de  las personas…

¿Libres para qué? Libres para ser responsables de sí mismos y de los demás. Libres para servirnos, para ser solidarios y libres para conocer la verdad en el amor. Los padres efectivos e inteligentes siempre estarán atentos para evitar ser un papá cartera que llena a sus hijos de lujos innecesarios, sino más bien, han de enseñar a sus hijos el recto uso de las cosas, evitar el consumismo y el derroche tan lleno de injusticias. A los niños se les ha de explicar el porque no siempre se les puede comprar lo que otros padres si compran a sus hijos.
a.         Lo que se dice de la libertad.
Recibimos desde lo social mensajes confusos acerca de lo que es la libertad, confundiéndola en muchas ocasiones con el libertinaje:
·         Hacer lo que me da la gana, entendiendo con ello la ausencia de compromisos, de vínculos, de responsabilidades.
·         Manifestaciones que responden a un dejarse llevar por los impulsos y las pasiones, por las tendencias imperantes, aunque éstas nos lleven a la pasividad y la dependencia, y/o formas de destrucción.
·         Es libre quien opta, responde, realiza, se responsabiliza y actúa. No da libertad lo que nos tiraniza (drogas, alcohol, etc.), lo que nos cierra puertas para el futuro o lo que nos impide relacionarnos con los demás, aunque nos sintamos libres para elegirlo. La auténtica libertad surge de la convicción y elección interior de nuestra voluntad y conciencia.
Dentro de las familias en ocasiones se ha confundido el educar en libertad con el dejar hacer; estos niños sin autoridad verán reflejada esta ausencia de límites en problemas de maduración (inseguros, dependientes, demandantes, etc.). Los límites nos ayudan a crecer seguros, y crecer nos hace libres.
b.         Una persona libre.
Una persona es libre cuando tiene la capacidad de elegir lo que considera más adecuado en cada momento de su vida, siendo capaz de asumir las responsabilidades que impliquen sus decisiones. Libre es quien dispone de sí mismo, el que actúa por propia decisión. La Libertad es el ejercicio de la propia personalidad y capacidades para el propio desarrollo y para el de la sociedad. La libertad tiene dos aspectos: uno es la liberación de lo que subyuga al hombre y el otro es la capacidad, la energía y la voluntad para actuar
c.         Analicemos cada término de esta definición:
1. Capacidad de elección. Tendremos mayor capacidad de elección cuando:
·         Manejemos la mayor y más precisa información de las posibles alternativas de nuestra decisión. Por tanto, cuanta mayor formación tengamos, mayor será nuestra visión de las cosas.
·         Seamos capaces de renunciar. Toda elección supone quedarnos con algo y prescindir de algo. Si nos duele perder o prescindir de lo no elegido, nos sentiremos incapaces de hacer elecciones y desearemos que los demás lo hagan por nosotros, resintiéndonos después de nuestra falta de libertad y de nuestra dependencia.
2. Elegir lo más adecuado. Entendemos que lo más adecuado será aquello que responda a nuestras necesidades y que nos encamine hacia el bienestar como personas:
·         Es básico tener una visión global de nosotros mismos. No sólo somos: Yo cuerpo, Yo mente, Yo emociones o Yo social. Las elecciones que sólo escuchan necesidades parciales impiden el desarrollo de las otras partes.
·         La búsqueda de nuestro bienestar como personas no se basa en el simple hecho de alcanzar satisfacciones inmediatas y efímeras; éstas, en ocasiones, pueden incluso distanciarnos de planes futuros.
·         En la medida en que tengamos un proyecto de vida globalizador tendremos una visión más clara de aquello que puede ayudarnos a alcanzarlo, y de esta forma conseguir satisfacciones más plenas y duraderas
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3. Asumir responsabilidades. Poder ser responsables de nuestros pasos y poder asumir nuestras limitaciones, debilidades y equivocaciones como vía de superación de las mismas.
Tras este análisis de la definición de persona libre podríamos resumir que libertad es sinónimo de madurez. La madurez no se mide por la edad, sino por el desarrollo personal y la modalidad de su comportamiento. Algunos de sus rasgos son los siguientes:
·         Capacidad de adaptarse a las distintas situaciones de la vida.
Autonomía tanto en sus actos como en sus ideas y emociones.
·         Responsabilidad de sus propios actos.
·         Capacidad de auto cuidado.
·         Desarrollo de relaciones afectivas y sociales en las que se produzca un intercambio positivo de satisfacciones.
Si nuestra función como padres es ayudar a nuestros hijos a alcanzar una madurez física, psíquica, emocional y social, contribuiremos a que se desarrollen como personas libres.

d.         Ayudándoles a crecer libres.
No podemos olvidar que la educación es el medio para llegar a ser libres y responsables.
Si tenemos clara nuestra función como padres, educaremos a nuestros hijos en la libertad. Esta función consiste en ayudarles a crecer para que un día puedan realizar su propio proyecto personal. Conceptos básicos de esta función son:
Seguridad: Para poder crecer de una forma sana necesita sentirse seguro y con confianza en sí mismo para ir dando pasos en su aprendizaje.
Autonomía: Aprender a valerse por sí mismo. Esto no se adquiere de una vez para siempre, el niño deber ir ganando en autonomía junto con su desarrollo; cada vez se sentirá más capaz.
Decisión: Necesita aprender a tomar sus propias decisiones (siempre acordes con su edad), que respondan a su escala de valores.
Responsabilidad: Ganar en autonomía y tomar sus propias decisiones implica adquirir unas responsabilidades. Aprender a llevar sus propias responsabilidades le ayudará a sentirse más libre.
                                                                                                           
  1. Los padres efectivos enseñan a sus hijos a vivir en el amor.

El amor pide donación entrega, tiempo, palabras…pide negarse a sí mismo para poder darse a los demás. El proverbio dice: “Nadie da lo que no tiene”. A amar se aprende amando, es decir, negándose y renunciando así mismo para salir e ir al encuentro del otro…El amor pide apertura y acogida. Podemos recordar aquí algunas lenguas del amor:
  • Palabras que confirman. Palabras amables, limpias y veraces. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste de parte de alguien de la familia: “Te amo”? “Que bien te salió ese dibujo” “Felicidades campeón por tus calificaciones”.
  • Tiempo de calidad. Este tiempo se vive alrededor de la mesa. Se presta atención al otro; cuando el otro (o la otra) habla se le hace el centro de nuestra atención.
  • Tiempo de regalos. Cada uno de los miembros de la familia es un regalo para los demás.
  • Tiempo de servicios. Mamá no puede ser la sirvienta de todos. Se deben delegar los servicios según la edad y la madurez.
  • Tiempo para el toque físico. El amor es expresivo y debe manifestarse con palabras y con toque físico.

Cuando no se cultiva el amor en la familia, los hijos salen a buscarlo fuera del hogar.

            12.  El principio de autoridad.

El esposo es cabeza de la familia” Cabeza en sentido espiritual significa ser principio de vida, ser el primero. La autoridad en la familia es un servicio que tiene como finalidad vigilar y ayudar a cada uno se sus miembros a crecer como personas. Para que el niño pueda conseguir la seguridad básica que necesita para alcanzar su autonomía, precisa sentirse contenido y protegido. De esta forma irá aprendiendo todo aquello que necesita para manejarse cada vez con más independencia. Si los hijos tuviesen que decidir ellos sobre lo que está bien o mal y sobre dónde les beneficia estar en cada momento, dejándoles a su libre albedrío, adoptarían una actitud indolente y se sentirán inseguros y desprotegidos.

Una persona se siente libre cuando es capaz de protegerse y cuidar de sí misma, y para ello debe aprender cómo hacerlo; sólo podrá conseguirlo si reconoce la autoridad en quien sabe y tiene experiencia. El autoritarismo es manifestación de una enfermedad que genera muerte espiritual. Los hijos del autoritarismo son el rigorismo, el legalismo, el perfeccionismo, el machismo, y otros.
Las normas de la autoridad familiar deben apoyar el crecimiento de todos, es decir:
·         Responden a las necesidades de los miembros de la familia.
·         No son arbitrarias.
·         Se dan con claridad.
·         Se podrán formular de forma positiva: potenciando lo que se debe hacer más que las prohibiciones.
·         La firmeza no estará reñida con el afecto: se ponen porque nos preocupan, no porque estemos enfadados o dolidos con ellos.
·         Deben ser razonables y razonadas: explicarles la razón de cada norma les ayudará a adquirirla si ésta es consecuente.
·         En la medida en que vayan siendo mayores, tendremos más en cuenta sus opiniones sobre las normas que les atañen, aunque la decisión última la tengamos los padres.

Los niños que crecen sin autoridad verán reflejada esta ausencia de normas en problemas de maduración. Todo proceder que infantilice y sobreproteja, impide al niño crecer de forma autónoma.
La vida se prepara con la vida.
Si tenéis miedo de que vuestro hijo se abra la frente, rompa el delantal, se ensucie las uñas y las manos, corra el riesgo de caer o de ahogarse, encerradlo en vuestro confortable comedor, o sujetadlo con una cuerda cuando salgáis, por temor a que no se junte demasiado pronto a las pandillas de niños que en la calle, en los jardines y parques prosiguen intrépidamente sus elementales experiencias. Poned alrededor de sus actividades particulares una serie de barreras que, como el cercado del establo, impedirán que vuestro hombrecito haga funcionar sus músculos y sus sentidos...
Después os asombraréis de que vuestro hijo sea torpe con las manos, que titubee en sus juegos o en sus trabajos, inquieto y tímido frente a las exigencias del esfuerzo, desequilibrado en un mundo en el que ya no basta saber leer y escribir, sino que hay que aprender con el cuerpo, decidida y heroicamente.
La vida se prepara con la vida.
C. Freinel

 

 

 

 

 

 


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