HOY EL SEÑOR TE HA OÍDO DECLARAR
QUE TÚ SERÁS EL PUEBLO DE SU PROPIEDAD
De Dios nadie se burla. Lo que cada uno siembre, eso cosechará. El que siembre
en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el Espíritu,
del Espíritu cosechará vida eterna. (Ga 6, 7b-8)
En aquel tiempo, habló Moisés al
pueblo y le dijo: "El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes
y decretos; guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y
con toda tu alma. Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo
si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y
escuchas su voz. Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su
propiedad, como él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos.
Por eso él te elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las
naciones que ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como
él te lo ha prometido". (Dt 26, 16-19)
“Hágase tu voluntad así en la
tierra como en el cielo” ¿Cuál es la voluntad de de Dios? “Que su nombre sea
santificado en nosotros y que su Reino este en nosotros.” (Mt 6 ) Un Reino de
Paz, de Justicia, de Verdad, de Amor y de Libertad. La voluntad de Dios es
nuestra fe en Jesús, el Hijo de Dios, y el amor a los hermanos (1 de Jn 3, 23)
La fe nos trae Luz, Poder y Misericordia. Para que podamos discernir entre lo
bueno y lo malo, para que podamos rechazar lo malo y para que podamos hacer las
buenas obra que Dios nos ha destinado para que realicemos (Ef 2, 10) Y para que
lo amemos a él y a los hombres: "El que tiene mis mandamientos y los
guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le
amaré y me manifestaré a él.» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará
mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en
él."(Jn 14, 21. 23)
Pertenecemos a Dios si lo amamos,
si guardamos sus Mandamientos y amamos al prójimo. Al pertenecer a Dios, lo amamos y también le servimos. Uno le
pertenece a lo que ama. El amor nos liga y nos ata. Cuando somos propiedad de
Dios porque lo amamos, entonces somos un pueblo consagrado a él, y no a la
carne, ni al mundo ni al maligno. Jesús nos dice: “Ustedes me aman si hacen lo que
yo les digo” (J 15, 13)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: "Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu
enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los
que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean
hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos,
y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque, si ustedes aman a
los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos?
Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen
eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es
perfecto". Mt 5, 43-48
Ama a tu enemigo y el que ama
también lo perdona, como lo hizo Jesús desde la Cruz: “Perdónalos Señor, porque
no saben lo que hacen” (Lc 3, 34) Haz el bien a los que te hacen el mal y ruega
por los que te persiguen y calumnian para que te puedas llamar hijo de Dios. Esta
es la voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús, y se salva el que hace la
voluntad de Dios (cf Mt 7, 21) Perdonar es amar y ama el que perdona, nada
fácil para el hombre, pero recordemos que todo es posible para el que cree. (Mc
9, 23) La fe es Poder de Dios para rechazar el mal y para hacer el bien, y
poder decir con Pablo: “Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4,
13).
La fe tiene exigencias como la de
seguir a Cristo hasta su Pascua: morir y resucitar con él para vivir con él y
reinar con él (2 de Tim 2,10-11) Pero toda exigencia, la fe nos pide: “Sean,
pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto.” Nosotros somos débiles,
frágiles y pecadores, lejísimos de Dios, pero, Jesús nos pide que seamos “Misericordiosos,
Compasivos, Santos y Perfectos como su Padre celestial. Para que lo podamos
lograr el Padre nos ha dado a su Hijo y a su Espíritu Santo, Él mismo Dios se
nos da como Gracia para que podamos por la Caridad ser como él: "Más aún;
nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra
la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. "(Rm 5, 3- 5)
Por la fe y la conversión nos llenamos de Cristo y nos revestimos de él. Lo
anterior nos pide morir al pecado, como el grano de trigo (cf Jn 12, 24) Para
nacer de nuevo, de lo Alto, de Dios (Jn 1, 12) Del agua y del espíritu (Jn 3,
1- 5) Y a esa plantita que ha brotado y ha nacido de Dios, hay que protegerla y
cultivarla (Gn 2, 15) Hasta que dé fruto en abundancia. El fruto es el amor, la
paz y el gozo. (Jn 15, 8; Gál 5, 22) El
amor a Dios pide estar crucificados con Cristo para morir al pecado y nacer
para Dios que es amor (cf Gál 5, 24) No te bajes de la Cruz porque pierdes la
Gracia de Dios, el Amor. Pero si lo haces, recuerda que Dios no quiere a muerte
del pecador, vuélvete a Dios y pide perdón para que puedas volver al Paraíso y
puedas comer del Árbol de la Vida que está en el Paraíso de Dios (Apoc 2, 7)
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