UN ITINERARIO PARA HACER A JESÚS SEÑOR DE NUESTRAS VIDAS

 UN ITINERARIO PARA HACER A JESÚS SEÑOR DE NUESTRAS VIDAS

 

«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» (Hch 2, 36)

 

En realidad existen dos caminos: uno es angosto y el otro es ancho. Existen dos capitanes, dos señores, dos reinos: el de la luz y el de las tinieblas. En el Reino de  la luz, Cristo es el Rey, es el Capitán, mientras que el reino de las tinieblas, el Diablo es el jefe. ¿En cuál reino te encuentras? ¿Cómo saberlo? ¿Cuál voluntad estás haciendo? ¿Tú voluntad o la de Dios? En reino de la Luz sólo viven los que hacen la voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús. ¿Cómo hacer a Cristo Jesús Señor de nuestras vidas? Lo primero es creer en Jesús para entrar en su Reino y luego convertirnos a Él, y hacer de su Reino la opción fundamental de nuestra vida. El Reino de Jesús crece en una Comunidad fraterna, solidaria y servicial. Es un Reino de Amor, de Verdad, de Vida, de Libertad y de Justicia. Estos son valores que nacen y crecen el “Reinado de Cristo”.

 

En el itinerario encuentro varios pasos.

 

1.         El encuentro personal con Jesús, Buen Pastor. Encuentro liberador y gozoso que divide la vida de los creyentes en dos: antes y después de conocer a Cristo. Antes yo era el rey, el centro de mi vida. Mi felicidad estaba en las cosas: dinero, sexo, alcohol, droga, amigos, carros, etc. El Señor estaba fuera de mi vida. Con el encuentro con Cristo se inicia el proceso, Él entra en mi vida, en la escucha de su Palabra (Rm 10, 17), y se experimenta el poder de Dios y lo bueno que es el Señor. Jesús viene a liberarme, a reconciliarme y hacer de mi una Nueva Creación (2 Cor 5, 17) Tres realidades son necesarias en el “Reinado de Cristo:” La clave, la ley y el compromiso.

 

La clave: “Hacer en todo la voluntad de Dios”. “Haced lo que Él os diga” (Jn 2, 5). La voluntad de Dios es que creamos en Jesús y que nos amemos unos a los otros (1 Jn 3, 23) Somos de Cristo si lo aceptamos como nuestro Dueño y como Señor.” Buscar y realizar su voluntad es poner a Jesús por encima de todo lo creado. Es aceptar que le pertenecemos. Que Él es nuestro Cabeza, nuestro Jefe y nuestro Rey. El cristiano que camina con decisión por los caminos de Dios aprende a discernir entre el bien y el mal, y se hace adulto en la fe, capaz de vivir de una manera digna según el Señor, dando frutos buenos y creciendo en el conocimiento de Dios. (Col 1, 9-10) Conocimiento que depende de actitudes de frente al Reino de Dios y de Cristo.

 

La Ley: Amar como Jesús, a todos y siempre. Cuando la Ley de Cristo reina en nuestros corazones, las cosas ya no se hacen por obligación ni por que toca; todo se hace con alegría y por amor al Señor, por eso se puede decir con san Pablo: “Todo lo que era importante para mí, lo considero basura y lo doy por pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo, mi Señor”. (cfr. Flp 3, 10-11). La Ley de Cristo manifestado en el Mandamiento regio que Él mismo Jesús nos lo legó: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34)

 

El Compromiso: ser servidor de los demás. Estamos entrando en el corazón del “Reinado de Cristo, el servicio. El servicio que se hace sin amor o con amores fingidos , es falso (Rm 12, 9) Jesús es Señor de los que permiten que Él les lave los pies. Jesús dice: “Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y lo  soy, pues si yo que soy Maestro y Señor les he lavado los pies, haced vosotros lo mismo” (Jn 13, 13-14). El señorío o reinado de Jesús es para el servicio del hombre: “El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28) El compromiso es con Jesús y con los Doce, consiste en vivir y en ser para el Reino.

 

2.         La purificación del corazón o destrucción de los Ídolos. El Señor Jesús no entra en nuestros corazones con sus manos vacías. ¿Qué lleva? La Espada de doble filo y viene a echar fuera de “Casa” todo lo que no sirve, lo que ocupa el lugar de Cristo; viene a destruir nuestros falsos dioses Entra también en nuestros corazones como Luz que ilumina todas dimensiones de nuestra vida. Paso a paso, de obra en obra, el Espíritu del Señor va rompiendo ataduras, destruyendo ídolos, limpiando la casa; espíritu de machismo…espíritu de brujería…espíritu de alcoholismo…espíritu de adulterio…espíritu de libertinaje…espíritu de grosería, … fuera y al fuego.

 

3.- La opción por Jesucristo y rompimiento con el mundo. El Señor Jesús no pide poco, tampoco pide mucho, Él lo pide todo. Pide pero no exige. Es un Caballero y respeta nuestra libertad: “Si tu quieres”… ¿Cuándo se hace la opción por Jesús? ¿en qué momento? La opción por Jesús es un momento de gracia, es don y respuesta…implica dos certezas: La certeza  que Dios me ama… “me amó y se entregó por mí”. (Gál 2, 20)Y la certeza que yo también lo amo…y hago alianza con Él.

 

Cuando esta doble certeza se enraíza en el corazón de los discípulos, entonces, libre y conscientemente se decide uno por Cristo y por su Evangelio. Es decir, se guardan los Mandamientos y se acepta libre y gozosamente la llamada al servicio al Reino de Dios. Jesús pregunta a Pedro: “¿Pedro, me amas”. Él no hace alianza con esclavos…el mundo los odia porque ustedes me aman, si ustedes me  odiaran el mundo los amaría. El Señor primero nos libera y nos reconcilia, luego hace alianza con los creyentes. (cf Jn 15, 18)

 

4.         Vida de pertenencia a Jesús. Mateo en el Evangelio nos presenta la parábola de la “perla preciosa”. (Mt 5, 45). La Perla no será nuestra si no estamos dispuestos a darlo todo: familia, amigos, bienes materiales, morales, defectos, vicios, enfermedades. Entregar lo bueno y lo malo. Ponerlo todo a los pies de Cristo. Para que pueda ser el Señor  nuestro y nosotros echemos raíces en el reinado de Jesús, el Rey. No somos de las cosas, somos del Señor con todo y cuanto tenemos, por eso, lo que sabemos, tenemos y somos, todo lo ponemos con alegría al servicio de quien lo necesite. El Señorío de Jesús es el camino de desprendimiento y de comunión con Dios y con los demás especialmente los más pobres.

 

5.         Vida consagrada al Señor. La vida humana solo se hace cristiana cuando se gira en torno como siervo de Jesús; sólo entonces  es fuente de alegría cristiana. Sierva de Dios fue el título favorito de María: “He aquí la esclava del Señor”.(Lc, 1, 38) Pablo, siervo de Jesucristo por voluntad del Padre, se consagra totalmente y con alegría al servicio de la salvación de los hombres. Razón por la que puede vivir para Dios y confesarnos  que todo, lo que antes de conocer a Cristo era valioso para él,  después de haber experimentado lo sublime del amor de Cristo, lo considera basura, lo da por pérdida. (Flp 3, 7)

 

En la carta a los Romanos encontramos un texto que nos manifiesta en qué consiste una vida consagrada al Señor: “Hermanos os exhorto por la misericordia de Dios a que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostias vivas, santas y consagradas a Dios; ese ha de ser vuestro culto espiritual” (cfr. Rm 12, 1)

 

Reconocer, aceptar y proclamar a Jesús como Señor es algo que solo puede ser fruto de la acción del Espíritu Santo en nuestra vida. Como fruto de la acción del Espíritu Santo es aceptar que el Reino de Dios no es una ideología, sino una Persona: es el mismo Jesús, y que Él es, el mismo Evangelio

 

Manifestaciones del Señorío de Cristo en nuestra vida.

 

La voluntad de Dios para nosotros es hacernos tener parte con Él. La voluntad del Señor manda siempre lo mejor para el hombre, aunque éste no lo alcance a ver  de esta manera: “Porque ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación” (1  Tes 4, 3). ¿Podrá existir algo mejor para nosotros que nuestra santificación? Las manifestaciones que podemos ver en nuestra vida, pueden ser, entre otras:

 

¨     Cambio de una  manera de pensar egoísta a una, con sentido comunitario. De mi carro a nuestro carro, del yo al nosotros, de lo mío al nuestro.

¨     Se pone lo que se tiene al servicio de quien lo necesite. El desprendimiento de las cosas y de realidades buenas para abrirse al servicio.

¨     La administración de la economía. Ya no se gasta en lo que no se necesita. No se derrocha en cosas innecesarias, en lujos superfluos. En cosas vanas.

¨     Disponibilidad para abrazar la voluntad del Padre. Disponibilidad para hacer el bien, sin buscar el propio  interés.

¨     El cultivo de los valores del Reino. La verdad, la justicia, el amor y la libertad.

 

Los Padres de la Iglesia de los primeros siglos nos dicen: “Todo gasto superfluo es un fraude a los pobres”. Todo derroche en vicios y en lujos innecesarios es un fraude, es un engaño….es darle el lugar de nuestra vida que le corresponde a Cristo, a las cosas, a los perros y a los cerdos.

 

María es el mejor ejemplo que tenemos de alguien que haya realizado en su vida el señorío de Cristo. Ella es la primera discípula, por eso es también, hija predilecta del Padre y Sagrario del Espíritu Santo. En cada momento de su vida abrazó la voluntad de Dios hasta el fondo, por eso es Virgen fecunda y Madre Admirable.

 

Señora del servicio ayúdanos a conocer, amar y servir a Jesús, el Señor de cielos y de tierra, al único, al glorioso e inmortal, al Hijo de Dios

 


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