FUIMOS RECONCILIADOS CON DIOS POR LA MUERTE DE SU HIJO
“Si, siendo aún enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con mayor razón, estando ya
reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo eso. Hasta ponemos nuestra
gloria y confianza en Dios gracias a nuestro Señor Jesucristo, por cuyo medio
hemos obtenido ahora la reconciliación.” (Rm 5, 10- 11)
La reconciliación es la Gracia de
volver a ser hijos de Dios y hermano con los hombres. Existía la enemistad, la
distancia y la muerte, Ahora, y en virtud de la sangre de Cristo, volvemos al
Paraíso, que es Cristo Jesús: "Pero Dios, rico en misericordia, por el
grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos
vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados" (Ef 2,
4- 5)
"Mas ahora, en Cristo Jesús,
vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca
por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos
hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su
carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de
los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos
en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la
Enemistad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos, y paz a
los que estaban cerca. Pues por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre
en un mismo Espíritu." (Ef 2, 13- 18)
"Así pues, ya no sois extraños
ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados
sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo
mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo
santo en el Señor, en quien también vosotros estáis siendo juntamente
edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu." (Ef 2, 19- 22)
Ahora, somos Familia de Dios, somos
una Nueva creación, bajo la Nueva Alianza somos templos del Espíritu Santo,
hijos del Padre, hermanos de Jesús, el Cristo y miembros del Cuerpo de Cristo
que es la Iglesia, somos una comunión (2 Cor 5, 17) "Pues del mismo modo
que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así
también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no
formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos
bebido de un solo Espíritu." (1 de Cor 12, 12 - 13)
Por la Obra redentora de Cristo, su
Muerte y su Resurrección, somos uno en Cristo: Justificados, reconciliados,
salvados, santificados y glorificados por él, según las palabras de san Pablo: "Por
lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que
le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de
antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo,
para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó,
a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los
glorificó." (Rm 8, 28- 30) A esto se refería san Juan cuando nos dice: "Yo
soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y
encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir.” “Yo he
venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.” “Yo soy el buen pastor.
El buen pastor da su vida por las ovejas." (Jn 10, 9- 11) Para darnos vida
el Señor Jesús nos ha dado su Palabra y la Eucaristía, el Pan bajado del cielo.
La Palabra es el Verbo que se hizo
hombre (Jn 1, 14). Hombre que se dona y se entrega, se inmola y se sacrifica en
la presencia de Dios en favor de todos los que creen, lo obedecen y lo aman.
Comulgan para hacerse uno con él. Católico es aquel que cree en la Presencia
real de Cristo en la Eucaristía; aquel que acepta la Eucaristía como “Banquete
de bodas” y como “Sacrificio” perfecto de Jesús que nos amó y se entregó por
todos… (Gál 2, 20; Ef 5, 2; 5, 25) La vida que Jesús nos ofrece es una “vida
donada, entregada, crucificada, resucitada y glorificada.” “El que coma su
carne y beba su sangre tendrá vida eterna” (cf Jn 6, 54) "Porque mi carne
es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe
mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha
enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí." (Jn
6, 55- 57) Frente a las palabras de Jesús, existen dos actitudes: Creer o no
creer.
¡¡¡Qué palabras tan duras!!! Dijeron
muchos de sus discípulos y lo abandonaron. Se echaron para atrás. A lo que
Jesús dijo a los Doce: “Si ustedes quieren pueden irse, pueden hacerlo, son
libres para quedarse o para irse” (cf Jn 6, 66- 67) Pedro, en nombre de los
Doce le responde: ¿A, dónde iríamos? “Volver a la casa de la suegra, vieja y
enferma; volver a las barcas y a las redes; volver a la sinagoga” “Nosotros
hemos probado lo bueno que eres, no hay otro como Tú, y hemos creído que Tú
eres el santo de Dios, que sólo Tú tienes palabras de vida eterna; tus palabras
son espíritu y vida” (cf Jn 6, 68) "Jesús les respondió: «¿No os he
elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.»" (Jn 5,
70)
Elegidos por amor y elegidos para
amar (Ef 1, 4) Para ser instrumentos para llevar a los hombres a Dios y para
llevar a Dios a los hombres. Para llamar a la Reconciliación y se apropien de
los frutos de la redención: la Paz, el Gozo, la Misión, el Espíritu Santo, el
Ministerio de la Reconciliación y la Resurrección (Jn 20, 19- 20) Pues Dios
quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad
(1 Cor 2, 4) El camino es la experiencia de la Resurrección, en la que somos
reconciliados con Dios y entre nosotros, para ser una “Nueva creación”. (2 Cor
17) Y Vivir bajo la Nueva Alianza en la que Jesús es el Señor y el Cristo, el
Hijo de Dios, Nuestra Paz y nuestra Esperanza, nuestra Redención y nuestra
Salvación. (1 Cor 1, 30)
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