ENSÉÑAME, SEÑOR, TU CAMINO, PARA QUE SIGA TU VERDAD; MANTÉN MI CORAZÓN ENTERO EN EL TEMOR DE TU NOMBRE.

 ENSÉÑAME, SEÑOR, TU CAMINO, PARA QUE SIGA TU VERDAD; MANTÉN MI CORAZÓN ENTERO EN EL TEMOR DE TU NOMBRE.

Hablemos del deseo de Dios que abarca nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón. El Deseo de Dios es el camino para permanecer en oración, día o noche, ya sea si dormimos o trabajamos. Se trata de conocerlo, amarlo, pertenecerle y servirlo durante nuestra vida, después de la muerte, sigue la Gloria, la Vida eterna.

El deseo de Dios desde nuestro corazón guía nuestra vida, haga que vivamos en la voluntad de Dios para que Él sea el Centro de nuestra vida y su reinado se extienda hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8) Dos cosas apareen en nuestra vida: aborrecemos el mal y amamos apasionadamente el bien (Rm 12, 9) Hacemos de la voluntad de Dios la delicia de nuestro corazón. Entonces su Palabra y sus Mandamientos no son una carga, son yugo suave y ligero (Mt 11, 29).

Para el que tenga en su interior el deseo de Dios, va adquiriendo como lema: “Lo que importa es amar.” Recordando la Sagrada Escritura: "Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta." (1 Cor 13, 2- 7)

Dios es Amor, es Bondad, es Justicia, es libertad, es Misericordia, es el Sumo Bien. Razón por la que san Juán nos dice: "Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros." (1 de Jn 4, 7- 11)

El Amor de Dios ha tomado rostro humano en Jesucristo para amarnos con un corazón de hombre. En Jesús podemos entender que amar es donarse, es entregarse, es donarse e inmolarse por la Humanidad. Con toda autoridad pudo decirnos: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6) Jesús es amor, donado, entregado y sacrificado para que los hombres tengan vida, y la “Tengan en abundancia” (Jn 10, 10).

El Amor nos lleva a la Verdad y ésta nos lleva al Amor. La Verdad es que Dios nos ama a todos, no hace acepción de personas, ama a buenos y a malos: "«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos." (Mt 5,  43- 45) Razón por la cual el profeta Jeremás nos dice: “Dios es la Verdad.”

 "Pero Yahveh es el Dios verdadero; es el Dios vivo y el Rey eterno.” (Jer 10, 10) "Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios." El que escucha la Palabra de la Verdad y la pone en práctica, tiene fe, esperanza y caridad, es una Nueva Creación, en la que todo lo viejo que es el error es echado fuera (cf 2 Cor 5, 17) “Es consagrado a la Palabra de la Verdad (Jn 17, 17), es además conducido a la salvación y a la perfección cristiana (cf 2 Tim 3, 14- 16).

El Amor echa fuera el odio y la envidia. La Verdad echa fuera la mentira y el error. El amor y la verdad echan fuera todo espíritu que no viene de la fe (cf Rm 14, 23) y nos llenan el corazón de Vida. ¿De qué vida se trata? De la misma Vida que fue donada, entregada, sacrificada, resucitada, y que es Divina. La vida del Resucitado que había prometido: “Vengo para que tengan vida y  la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) La Vida de Dios que hoy nos llega por medio de la Palabra y por los Sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía. Está Vida que es Bondad, Verdad, Justicia, Libertad, Santidad y Misericordia. (Ef 4, 24; 5, 9; Col 3, 12) Es la Vida que el Padre nos ha dado, el que tenga a Cristo tiene la Vida (1 Jn 5, 12) Hay un texto de Pablo que nos afirma todo lo anterior:

"Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros," (Ef 3, 14- 20)

Lo contrario al Amor, la Verdad y la Vida, es el pecado y con él todo espíritu que no venga de la fe. Por eso Jesús nos dijo: “Vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) Y perder entonces la Gracia de Dios, la que hay que defenderla con toda nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón, siguiendo las indicaciones de san Juan: "Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y los habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo." (1 de Jn 4, 1- 4)


Jesús es el Verbo del Padre. Jesús es el Cristo y Cristo es Dios.

 


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