POR LO DEMÁS, FORTALECEOS EN EL SEÑOR Y EN LA FUERZA DE SU PODER

 

POR LO DEMÁS, FORTALECEOS EN EL SEÑOR Y EN LA FUERZA DE SU PODER

"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza," (Ef 6, 10- 14)

La vida cristiana es un don de Dios y es una lucha, lucha a muerte, vencer o morir. ¿Contra quién se lucha? Se lucha contra el pecado y sus aliados: El Mundo, el Maligno y la Carne (cf Ef 2, 1-3) Es la lucha entre el “Ego y el Amor” Entre los vicios y las virtudes, entre el Bien y el Mal. El pecado deshumaniza y despersonaliza, nos atrofia, nos esclaviza y nos lleva a la muerte. “El salario del pecado es la muerte; en cambio, Dios nos da la vida en Cristo Jesús” (cf Rm 6, 20- 23) Dios nos pone en pie y nos pone en camino: “Levántate tú que duermes y la luz de Cristo te alumbrará” (Ef 5, 14) Cristo es la Luz que ilumina las tinieblas del corazón, es luz para nuestro camino, es lámpara para nuestros pies. Quien tiene la Luz tiene la vida y no camina en tinieblas (cf Jn 8, 12)

El apóstol san Pablo divide la vida de los hombres en dos: antes de conocer a Cristo y después de conocerlo. "Que nadie os engañe con vanas razones, pues por eso viene le cólera de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor," (Ef 5, 6- 9) El Encuentro con Cristo nos levanta, nos libera, nos reconcilia y nos salva. Vivir de encuentros con el Señor nos va perfeccionando en el Amor, la Verdad y la Vida (Mt 5, 48; Jn 14, 6)

El Señor Jesús nos recomienda algo para la vida: “Vigilen y oren para no caer en tentación (Mt 26, 41) Oren para no caer en tentación nos enseñó en el Padre nuestro. La oración íntima y cálida es una oración poderosa. El que ora así, se convierte y se salva. Pero ante todo y sobre todo el cristiano tiene como su Fuerza y como su Poder en la lucha contra el mal al Paráclito, al Espíritu Santo. "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir." (Jn 16, 7. 13)

El Espíritu Santo es el Poder de Dios que actúa en nuestro corazón para hacernos fuertes en la fe, en la esperanza  y en el amor (cf Ef 3, 16) La Obra del Espíritu Santo es hacer que la Humanidad crea en Jesús para que se salve, se santifique y sea glorificada (cf Rm 8, 29) Quien rechace la acción del Espíritu Santo, está rechazando a Cristo, el único salvador bajo las estrellas del cielo (cf Hch 4, 12)

“Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo.” El Apóstol está escribiendo su carta a una comunidad cristiana que ya tienen fe y otras virtudes. Comunidad que sabe que para revestirse hay que primero “Despojarse del hombres viejo” (Ef 4, 23) Para luego revestirse con las armas de Dios: La Bondad, la Verdad, la Justicia (Ef 5, 9) La Humildad, la Mansedumbre y la Misericordia (Col 3, 12) Se trata de las armas de luz (Rm 13, 13) Se busca darle muerte al “hombre viejo” para darle vida al “hombre nuevo” que ha muerto al pecado y ha resucitado con Cristo, ahora vive para Dios (Rm 6, 10) Ahora está de pie, camina y  lucha contra su propio pecado. Ahora sostiene una lucha interior entre el “ego contra el amor” ¿Quién ganará? Gana aquel al más le demos de comer.

¿Qué nos pide la lucha? Juntamente con la Oración, la Palabra de Dios, los Sacramentos, las Obras de Misericordia, una vida de Comunidad y el Apostolado, que tomemos la firme determinación de seguir a Cristo para unir nuestra inteligencia y nuestra voluntad divididas por el pecado. La Unidad en la fe, se da en nuestra conciencia, nos une el Amor. Se da entonces la unidad de tres: la mente, la voluntad y el amor. A esta unidad se le llama “Conciencia Moral.” Esta arma poderosísima nos regala tres facultades: el discernimiento de espíritus, la fuerza para rechazar el mal y la fuerza para hacer el bien. Como lo dice el Apóstol: "Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con esp1ritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad." (Rm 12, 9- 13)

Con la ayuda del Espíritu Santo y con nuestras decisiones nos vamos renovando, dejando atrás los terrenos del hombre viejo, los vicios, y nos vamos adentrando en los terrenos de Dios, las virtudes que son vigor, fuerza y  poder. Escuchemos al Apóstol decirnos el camino: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas." (Col 3, 1- 7)

Cada vez que luchamos contra el mal y lo vencemos hay una resurrección en nosotros y nos estamos revistiendo de Cristo, estamos naciendo de Dios. Damos muerte a las pasiones desordenadas y vamos tras la verdad, la bondad, la justicia y la misericordia, nos estamos llenando con las armas de Luz, con la armadura de Dios. Habrá pruebas, tentaciones, luchas contra la maldad, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 Pe 2, 1) Pero hay una promesa que nos alienta y nos fortalece: “Yo estaré con Ustedes” (Mt 28, 20) "Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo." (2 Cor 12, 9)

La victoria contra el mal está usando el bien (Rm 12, 21) Lo que pide hacer de nuestras vidas una oblación a Dios: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto." (Rm 12, 1- 2) La Voluntad de Dios consiste en que creamos en Cristo Jesús y que nos amemos los unos a los otros (1 de Jn 3, 23)

Lo anterior nos compromete a obedecer la Palabra de Dios; guardar los Mandamientos y practicar las virtudes cristianas para que podamos crecer en el conocimiento de Dios, caminando con los pies sobre la tierra y con el corazón en el cielo.

 





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