1.
¿Qué es el
hombre para que te acuerdes de él?
Objetivo.
Ayudar a tener una clara
concepción de sí mismo y de los demás a la luz de una Antropología bíblica, para tener también una
adecuada visión de la vida.
Iluminación. “En
Cristo, Dios me eligió desde antes de la
creación del mundo, y me destinó a ser adoptado como hijo suyo” (Ef. 1, 4-5)
Hagamos
al Hombre. “Hagamos al hombre a imagen y semejanza
nuestra” (Gn. 1, 26). ¿Qué significa ser imagen y semejanza de Dios? Miremos a
Jesús, él es la Imagen visible de Dios invisible (Col 1, 15). Jesús es el
revelador de Dios y es el revelador del hombre (cf Jn 14, 8). Cuando Dios creó al
hombre tomó como modelo a su Hijo. Jesús
es lo que todo hombre está llamado a ser. La tarea de todo hombre es
descubrir su rostro y el sentido de su vida. Decir que el hombre tiene rostro
es decir que existe, que tiene dignidad, que es un fin en sí mismo, que es
valioso y es don de Dios a la humanidad. Es descubrir el fundamento de su
significado y el sentido de su existencia. Que hermosos es saberse “don de
Dios” para los demás.
En
la parábola del hijo pródigo encontramos una frase que nos ayuda a descubrir
toda la riqueza que se encierra en cada ser humano: “Todo lo mío es tuyo”. (Lc
15,11ss) ¿Qué significa todo? Significa que Dios hace partícipe al hombre de lo
que Él es y de lo que tiene. Él, gratuitamente, extiende su amor para compartir sus dones con el hombre a quien ha
puesto como corona de la Creación; como amo y señor de todo lo creado. Sólo al
aceptar esta hermosa verdad podemos comprender que la grandeza del hombre no
está en las cosas, sino en lo que realmente es: “Imagen y semejanza de un Dios”
que es PADRE, AMOR, PERDÓN, LIBERTAD, VIDA, SANTIDAD... Todo ser
humano está llamado a ser padre-madre, es decir, está llamado a ser fecundo y
lo será en la medida que ame, se done y se entregue. Todo hombre posee, por
gracia, la capacidad para amar, para perdonar, dar vida, ser libre. Podemos
decir a la luz de esta verdad que si Dios es amor, el hombre, nosotros todos,
también somos amor, Si Dios es perdón el hombre es Perdón y es Libertad,. A la
luz de los Rostros de Dios podemos deducir los rostros del hombre y entender lo
que significa ser imagen y semejanza de
Dios.
¿Qué
es el hombre para te acuerdes de él? La
Sagrada Escritura nos da la respuesta tan ansiada y tan buscada: “Eres de gran
valor, eres precioso a mis ojos y yo te amo” (Is. 43, 4-5). “Con amor eterno te
he amado” (Jer. 31, 3) “En Cristo, Dios
me eligió desde antes de la creación del mundo, y me destinó a ser adoptado
como hijo suyo” (Ef. 1, 4-5) “Cristo me amó y se entregó por mi” (Gal 2, 20)
Para Dios el hombre es un ser valioso, importante, amado por Él y llamado a ser
una “Plenitud”. Dios tiene proyectos de vida para el hombre y para todos los
hombres (cf Ef 1, 3- 14).
Ø El hombre. Todo hombre es un ser en relación: “No es bueno que el hombre
está solo, démosle una ayuda adecuada”. (Gn. 2, 18) El hombre no se realiza
solo, necesita de los demás y ellos necesitan de él. Somos seres en comunión
con los demás con Dios, consigo mismo y con la naturaleza. Estamos llamados a
vivir de encuentros con la “Realidad” para poder realizarnos como lo que somos.
Ø El hombre. Todo hombre es un ser en proyección. No estamos hechos, nos estamos
haciendo, nuestra vida está orientada hacia lo que todavía no somos, pero que
estamos llamados a llegar. Estamos llamados a salir fuera de nosotros mismos
para desplegarnos, desenvolvernos y realizarnos como personas poseedoras de
unos valores que estamos llamados a realizar en el encuentro con los demás.
Nuestra vida está orientada hacia Dios, hacía la Plenitud (cf Col 2, 9) ;1Ts 1,
9).
Ø El hombre. Todo hombre es un buscador de valores, de perlas preciosas. ¿Qué buscamos? ¿Dónde
buscamos? Buscamos ser felices, sentirnos bien, agradar a los demás…En el fondo
lo que todo hombre busca es a Dios, y lo hace sin darse cuenta…veces lo busca
en el poder, otras en el placer o en el tener…La felicidad tan buscada por el
hombre no es ajena a él, la lleva en su interior como un anhelo que desea ser
descubierto, liberado y realizado. La
felicidad el hombre la encuentra sin buscarla directamente; cuando se proyecta
en la vida y se realiza, la felicidad aparece por añadidura.
Los
Rostros del Hombre. Decir que todo hombre
existe, tiene rostro, es aceptar que todos somos iguales en dignidad. Todos
salimos de las manos de Dios. Es aceptar la dignidad de cada ser humano; su grandeza, su vida interior, sus criterios
y su pensamiento. Cuatro son los rostros del hombre que nos ayudaran a
conocernos mejor:
El
hombre es un ser original. No es fácil comprender lo
que significa ser original, ser único, ser irrepetible, cuando en nuestra
sociedad reina el conformismo; se vive haciendo lo que otros hacen; vivimos en
una sociedad masificada y masificadora, esclava de las modas o de estilos de
vida impuestos; maneras de vivir que desfiguran a los seres humanos. Cada ser humano es
único e irrepetible porque Dios lo hizo
original. No fuimos creados para ser copia de otros. Nunca queramos vernos como
los demás. No hay otro que piense como yo, que siente como yo, que ame como yo;
por eso soy una maravilla; Dios no se repite en sus criaturas. De esto sacamos
algunas conclusiones:
Ø El ser humano tiene la capacidad de ser creativo. Esto nos exige no ser copias de
otros. No querer vernos como los demás se ven, ni hablar como ellos o vivir
como otros viven. Tú tienes lo tuyo, sé original, sé tú mismo.
Ø El ser humano puede tomar decisiones por sí mismo. La peor ofensa contra ti mismo
es dejar que otros decidan tu vida, o que en cuestiones tan serias como el
casarse, sean otros quienes lo decidan.
Ø El ser humano está llamado a ser amo y señor de su vida. Y no esclavo de las pasiones,
instintos, cosas o personas. No seamos títeres de otros; de nada ni de nadie.
Deberíamos ver a todo ser humano con respeto, admiración y delicadeza.
El hombre es un ser responsable. Ser responsable en la vida significa vivir de frente a sí mismo y de
frente a los demás. Responsable de los pensamientos, palabras, obras y
omisiones, es decir, somos responsables por el mal que se hace o por el bien
que se deja de hacer. Sin miedo digamos que la responsabilidad es el termómetro
de la madurez humana. Hay una persona madura, ahí donde hay responsabilidad,
formada por el amor, la verdad y justicia (cf Ef 5, 8). Educar para la
responsabilidad tiene dos dimensiones: una positiva y otra negativa.
Ø Aceptar nuestros deberes y no solo nuestros derechos. Tenemos el derecho a tener una
vivienda digna, pero también tenemos el deber de trabajar y administrarnos para
un día lograr ejercer este derecho fundamental de todo ser humano. Tenemos el
derecho a la educación, pero también tenemos el derecho a estudiar, etc.
Ø Ser solidarios con los demás, especialmente con los de casa. Algo que se tiene que aprender
desde niños. Papá y mamá pueden y deben compartir con todos los de casa los
trabajos, deberes o responsabilidad para que los pequeños no crezcan con la
idea de que papá y mamá son sus sirvientes o instrumentos que tienen la
obligación de hacerlo todo.
Ø Aprender el sentido de justicia. En casa, todos son importantes, los pequeños
y los grandes, por lo mismo todos deben ser responsables de la armonía
familiar, cada uno según la capacidad
que su edad le permita.
Sin
el cultivo de los valores humanos o personales nadie podrá llegar a poseer su
Originalidad creativa a favor de sí
mismo y en favor de los demás. Solo entonces se podrá vivir en la “Casa
del Padre”, sólo entonces podremos comprender lo que significa ser “Casa de
Dios vivo y no cueva de ladrones” (cf Jn 2, 16). A la luz de la responsabilidad de toda persona, evitemos,
entre otras cosa:
Ø No ignorar, no caigamos en la indiferencia, reduciendo a los otros en
nada. Esta postura
nos lleva al individualismo, enfermo y enfermizo.
Ø No cosificar y no instrumentalizar a las personas. No hacer a otros medios a
nuestro servicio, o instrumentos de trabajo o de placer a favor nuestro.
Ø No desconocer ni negar los valores, cualidades y posibilidades que
existen en los demás. Eso significaría ser ciego, sordo y mudo; un ser atrofiado.
Ø Nunca manipular a ningún ser humano. La manipulación es la peor de las ofensas
contra la dignidad las personas.
Ø No desechar a las personas. Ninguna persona debe ser tratada como cosa.
No deseches a tu esposa (o), hijos, padres, hermanos…
Urge
erradicar y eliminar de nuestra vida toda falsa imagen que podamos tener del
hombre y de la vida. Urgen cambios profundos en la manera de pensar y de
sentir. Urge que nos dediquemos a cultivar actitudes positivas frente a la vida
y frente a los demás para no quedarnos como un simple bosquejo de personas al
margen de nuestra realización.
El hombre es un ser libre. Muchas
son las personas que se autodefinen como hombres o mujeres libres que pueden
hacer lo que quieran con su dinero o con sus cuerpos. La frase clásica que se
usa: “haz con tu cuerpo lo que quieras que para eso eres libre”, ha llevado a
muchos al libertinaje, a la irresponsabilidad. El ser libre tiene sus
exigencias:
Ser libre significa que el hombre es capaz de elegir
bien en cada situación concreta de su vida; saber
distinguir entre lo bueno y lo malo. Por malo se entiende todo aquello que
impide que nos realicemos como personas, o
todo aquello que impida que el reino de Dios crezca en nosotros. Lo
bueno es entonces, lo contrario: todo lo que permite que nos realicemos como
personas, o todo lo que permite que el reino de Dios se desarrolle en nuestras
circunstancias.
Ø Cultivar hábitos buenos que nos den la fuerza para rechazar lo malo y la fuerza para hacer lo
bueno.
Ø Tener la disponibilidad para servir a los demás seres humanos, sin que importe su estrato
social, color de la piel, sexo o religión, abrazando todo lo que el servicio
desinteresado implica.
Ø Tener la capacidad del desprendimiento; desprenderse de personas, ideologías,
bienes o cosas que nos impidan vivir
como seres en proyección.
El hombre es un ser capaz de amar. No sólo debemos reconocer esta hermosa verdad, sino también, hemos de
reconocer que fuimos creados por amor, y fuimos creados para amar. Decir que
somos seres capaces de amar es aceptar el sentido de nuestra vida y buscar
realizarlo con la fuerza del amor. ¿Qué entendemos por amor? Según
Ø El esfuerzo: para que con la gracia de Dios para obtener una voluntad firme, férrea
y fuerte para amar y servir con alegría.
Ø La renuncia: especialmente a sí mismo; al egoísmo personal, al orgullo, etc. Sin
esfuerzos no hay renuncias, y sin renuncias no hay virtud (Lc 9. 23).
Ø El sacrificio: éste tiene un sentido oblativo, es como el sello del amor auténtico
para evitar los amores fingidos que nos llevan a la hipocresía. (cf Rom 12,
1)..
A
la luz de
Una
ayuda que no miente. El mayor acto de amor que
podemos realizar a favor de los demás, no es darles cosas, dinero, lujos o
propiedades, sino el ayudarles a levantarse
para que se inicien en su proceso de realización humana para que lleguen a ser
lo que deben ser. Personas con un grado de madurez y de plenitud que respondan
al Plan maravilloso que Dios tiene para cada una de sus criaturas. San Juan en
su primera carta nos dice: “Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”
(cf 1 Jn 4, 7). Esta verdad debe ser encarnada, vivida y trasmitirla a los
demás; a todo hombre. Sin amor nadie se realiza. Podemos vivir teniendo escasez
de cosas; cargando alguna enfermedad, pero nadie puede vivir sin amor.
Cuando
san Pablo nos dice en la carta a los Romanos que Dios al justificar al hombre
lo capacita para toda obra buena llenando su corazón de vida nueva, de amor, de
Espíritu Santo (Rm. 5,5), podemos entender que si es posible ser hombres
nuevos, libres para amar, para servir, para hacer el bien. Con el Poder de Dios
y con nuestras decisiones. Digamos con san Pablo “Todo lo puedo en Cristo Jesús
que me fortalece” (Flp 4, 13).
Visiones
inadecuadas del hombre a la luz del Documento de Puebla. Cuando el hombre tiene una falsa cosmovisión de su realidad,
fácilmente se desvía, pierde orientación y el sentido de su vida.
Ø Nihilista. La persona es reducida a la nada, no existe. Se margina, se le ignora
o se le abandona.
Ø Utilitarista y pragmática. La persona es valiosa si produce en favor
de… se le instrumentaliza y manipula para luego desecharla.
Ø Determinista. En esta visión el hombre no es dueño de sí mismo, sino víctima de
fuerzas ocultas, o colabora ante ellas o se anonada. Según esta visión los
hombres no son fundamentalmente iguales, dándose lugar a la discriminación y a
la marginación, realidades que son incompatibles con la dignidad humana.
Ø Psicologista. Esta visión reduce al hombre a un puñado de instintos sexuales o
como simple mecanismo de respuestas a estímulos, pero carente de libertad. Está visión es cerrada a Dios y
a los hombres ya que la religión es
vista como una sublimación sexual o como la negación de sí mismo.
Ø Economicista. La persona humana es vista como un engranaje de la máquina de
producción. Se le valora por lo que tiene, por lo que produce o por lo que
sabe. Cuanto tienes cuanto vales, reza la filosofía del mundo. En esta visión
se desconocen los derechos del hombre, especialmente el derecho a la libertad
religiosa.
Ø Estatista. Esta visión tiene su base en la teoría de la Seguridad Nacional, que
se presenta como un poder absoluto sobre las personas. El estado es dios, por
lo tanto, el desarrollo económico y el potencial bélico se superponen a las necesidades
de las masas abandonadas
Ø Cientista. Según esta visión el futuro y la tarea del hombre es la conquista del
universo. Solo se conoce como verdad lo que la ciencia pueda demostrar. El
hombre es reducido a una definición científica. En nombre de la ciencia todo se
justifica, incluso lo que constituye una ofensa contra la dignidad humana
Todas estas visiones sobre
el hombre, no responden a la verdad bíblica, ya que reducen al ser humano a un
simple puño de instintos o de impulsos; el hombre tampoco puede ser clasificado
o reducido a un instrumento de trabajo o de placer. Para el cristiano, el hombre no vale por lo
que tiene o por lo que hace, sino, por lo que es, “imagen y semejanza de Dios”.
Tiene una dignidad que es la misma para todos los seres humanos. Sólo cuando
lleguemos a tener la mirada de Dios podremos vernos como Él nos mira, nos
piensa, nos valora, nos acepta y nos ama. Sólo entonces conoceremos el arte de
vivir en comunión como hijos de Dios, como hermanos de los hombres y como amos
y señores de las cosas, de las cuales tan sólo somos administradores.
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