2. Dios es Amor y nos ama.
OBJETIVO: Ayudar a remover las falsas concepciones de
Dios y a tener claridad sobre el
verdadero rostro de Dios para poder tener un conocimiento y una comunión
auténtica con Él, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
Iluminación.
“Queridos, amémonos unos a
otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no
ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó entre nosotros el
amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por
medio de él. (1 de Jn 4, 7- 9)
¿Podemos tener un Dios a nuestra medida? Quien tenga una falseada imagen de Dios, no
dudamos en afirmar que también tiene una falsa imagen del hombre y una falsa
imagen de la vida. Piensa con criterios torcidos, invierte el orden de las
cosas, ignora el sentido de su existencia, no sabe vivir. Escuchemos a algunas personas decir: Diosito te va a castigar; mostrando
una imagen dicen a un niño: este es diosito; diosito ama a los buenos pero castiga a los malos. Muchísimas son las personas que tiene una falsa idea de Dios. Para
ellas Dios es:
1. Un Dios autoritario, juez implacable,
castigador que espera que los pecadores mueran para mandarlos al infierno. Para
estas personas cualquier cosa negativa que les sucede es un castigo de Dios.
2. Un Dios policía que se pasa el tiempo buscando
a quien cometa un pecado para castigarlo o mandarlo a la cárcel.
3. Un Dios abuelito, bonachón y paternalista que
nos quiere mucho y nos da todo lo que le pidamos, nunca nos niega nada.
4. Un Dios farmacéutico, que solo lo buscamos en
tiempo de crisis, cuando llega la enfermedad, los problemas, etc. Cuando nos va
bien ni siquiera nos acordamos de él.
5. Dios tapa huecos, un rellenador de baches,
pero sin la menor intención de realmente creer en Él.
Empecemos recordando la frase
del prologo de san Juan: “A Dios nadie lo ha visto” (cf. Jn 1,1-18). En un
momento esencial de su desarrollo,
¿Podemos
los hombres conocer a Dios?
Cuando Pedro
confiesa que Jesús es el “Hijo de Dios vivo, el Cristo de Dios” (Mt 16, 16),
Jesús le dice: “Dichoso tu, Simón hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado
la carne, sino mi Padre que está en los cielos” (Mt. 16, 17ss). La afirmación
de Jesús nos dice que es posible conocer a Dios. El mismo se nos da a conocer,
se nos revela y se nos manifiesta. Qué hermoso es creer en la respuesta que
Jesús le da a Felipe: “Le dijo Felipe: «Señor,
muéstranos al Padre y nos basta.» Respondió Jesús: «¿Tanto tiempo hace que
estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto
al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?” (Jn 14, 8-9)
Decir que Dios tiene rostro es
decir que Dios existe, que Dios es, y es decir que Dios se manifiesta y actúa.
Nosotros por
Los Rostros del Dios de la Biblia. A Dios lo podemos conocer por la Fe, es decir, es un don. Dios se nos
revela, se nos da a conocer. A la luz de la respuesta de Felipe, reconocemos
que Jesús es el revelador de Dios y del hombre. Jesús es lo que nosotros
podemos llegar a ser. En Cristo Jesús podemos, por gracia, conocer al Dios que
se nos revela y manifiesta en Jesucristo. En la persona de Jesús, en sus
palabras y acciones podemos hablar de los “Rostros de Dios” (Padre, Amor,
Perdón y Libertad).
Dios es Padre. El ser Padre es
el primer rostro de Dios. Padre es el Nombre personal de Dios que Jesús nos ha revelado
en el Nuevo Testamento: “Padre, les he revelado tu Nombre” (Jn. 17, 6). Dios es
Padre porque es Creador y fuente de vida. “Escucha Israel, el Señor que te creo
te dice: no tengas miedo, yo te conozco y te llamo por tu nombre…” (Is. 43,
1-5) San Pablo en la carta a los Efesios nos dice: “Me pongo de rodillas
delante del Padre de quien recibe su nombre todo familia, tanto en el cielo
como en la tierra” (Ef. 3, 14). Dios es nuestro Padre porque nos ha llamado a
cada uno por su nombre, es decir, nos llamó, movido por su amor, a la existencia: “Me formó en el seno
materno”; pero el texto que mejor nos explica la paternidad de Dios nos dice de
un amor muy viejo: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha
bendecido desde el cielo….” ”Desde antes de la creación del mundo Dios nos
eligió en Cristo para estar en su presencia, santos e inmaculados en el amor”;
“y nos destinó a ser adoptados como
hijos suyos mediante Jesucristo” (Ef. 1, 3-5).
En la carta a los Gálatas nos dice
Dios es Amor. “Queridos, amémonos unos a otros, porque el
amor es de Dios, y todo el que ama
ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque
Dios es Amor. En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios; en que Dios
envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de
expiación” (1Jn. 4, 7-
10). No se trata de confundir a Dios con un amor cualquiera, sino de
identificarlo con aquel Amor que hemos descubierto en Jesús y que nos llevó a entregar
la vida por sus hermanos.
El
amor es el segundo rostro de Dios. “Dios es amor, y conocer a
Dios es amarnos los unos a los otros. Pues todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios” (1 de Jn. 2, 29). El amor es una gracia que nos antecede, no la
hemos inventado nosotros, sino don del mismo Dios de gracia. El amor no es algo
que nosotros hacemos, no podemos crear el amor. El amor es limpio, puro y
divino. El amor de nuestro Padre celestial es además, incansable e incondicional, está siempre disponible
a salir en busca de todos, de buenos y de malos. En la Parábola del hijo
pródigo vemos que el Padre toma la iniciativa para salir al encuentro del hijo
menor que regresa, y hace una fiesta en su honor, pero también, su amor de
padre bueno, lo hace salir en busca del hermano mayor que lleno de celos se
niega a entrar en la casa y encontrarse con su hermano que ha vuelto a Casa.
“Hijo mío, todo lo mío es tuyo”. (Lc. 15, 31) Lo que cuenta no es saber que
Dios es amor y nos ama, sino el de tener experiencia de su amor. Esta
experiencia de encuentro con Dios nos lleva a una doble certeza: la certeza de
que Dios nos ama y la certeza de que también nosotros lo amamos, porque el
Mandamiento nos dice: “Amar al prójimo es amar a Dios” (1 Jn. 4,11-12) “Y el que
ama a Dios que ame también a su prójimo”.
Dios es Perdón. El Perdón es el
tercer rostro de Dios. Para Dios perdonar es amar. Es crearnos de nuevo. Dios
nos perdona porque es misericordioso y tiene misericordia para con todos los
pecadores. Dios nos perdona porque nos
ama. En el Padre Nuestro nos invita a dar perdón a quienes nos hayan ofendido.
Jesús en la cruz oró por quienes lo crucificaban y los disculpó ante su Padre,
diciendo: “perdónalos Padre porque no saben lo que hacen”. El Señor Jesús hace hasta el último momento
de su vida lo que Él había enseñado con sus Palabras. ¿No nos había enseñado a
amar aún a los enemigos: “Ama a tu enemigo y ora por quien te persigue” (cf Mt
5, 44; Lc 6, 27ss) Frente al pecado del hombre Dios manifiesta su Poder perdonando,
dando de su misericordia a los pecadores que se decidan a volver a la “Casa del
Padre”. No hay pecado que Dios no perdone cuando existe el arrepentimiento.
Escuchemos a Dios hablarnos en la Sagrada Escritura. Dios perdona al pecado que se acusa (Sal. 32, 5) Es un Padre que
perdona todo a sus hijos (Sal. 103, 8-14) Es el Dios de los perdones (Neh. 9,
17) Y de las misericordias (Dn. 9,9)
Por otro lado
el mismo Señor nos enseña en la oración del Padre Nuestro que Dios no puede
perdonar al que no perdona, y que para implorar el perdón de Dios hay que
perdonar al propio hermano. “y perdónanos nuestros
pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe” (Lc. 11, 4)
Perdonar es la decisión de amar a una persona como es permanentemente, es decir
siempre.
Dios es Libertad. La Libertad es
el cuarto rostro de Dios, tal vez el que más nos cuesta comprender. Dios es el
Totalmente libre. Libre para llamarnos a la existencia, libre para enviarnos a
su Hijo, libre para redimirnos, libre para darnos el don de su Espíritu. Libre
para darnos la herencia y dejarnos ir a derrocharla. Libre para ir a busca de
los hijos pródigos, acogerlos en Casa y hacerles una fiesta (cf Lc 15,11ss).
Dios es Libertad y fuente de toda verdadera libertad y filiación. “No habéis
recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino un
espíritu de filiación, por lo cual clamamos: Abbá, Padre”. (Rom. 8, 12-17).
“Donde está el
Espíritu del Señor allí está la libertad”
(2 Cor. 3, 17). No confundamos la libertad con el libertinaje; éste
deshumaniza y despersonaliza. El Espíritu Santo, no es espíritu de esclavitud,
sino de libertad, de valentía que nos hace amar a Dios y acercarnos a todos los
hombres para con valentía anunciarles el Evangelio de Cristo. “Hermanos, habéis
sido llamados a la libertad” (Gál. 5, 13) Esa es nuestra vocación. Para ser
libres nos liberó Cristo de la esclavitud del pecado (Gál. 5,1). San Juan en su
Evangelio nos muestra el camino de la libertad; dice a los que han abrazado la
fe: “Permanezcan unidos a mi Palabra y conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres” (Jn. 8, 31-32).
Libres ¿de qué? Libres de la esclavitud del pecado que nos
hace llevar una vida arrastrada. El Creyente es libre en cuanto que en Cristo
ha recibido ya el perdón y el poder de vivir en la intimidad del Padre sin las
ataduras del pecado, de la muerte y de la ley. Libres ¿para qué? Libres para conocer la verdad, para servir al
Señor y amar a los hermanos. Libres para ser amos y señores de las cosas, de
nosotros mismos; para caminar con los pies sobre la tierra, con dominio propio,
con dignidad. El hombre fue creado por Dios por amor, con amor y para amar…pero
la verdad es que solo, y en la medida que seamos libres, podemos conocer,
manifestar y dar el amor de Dios a los demás. La experiencia del amor de Dios
es el motor de arranque de la vida cristiana y de la vida familiar. Solo el
amor llena los vacíos del corazón humano y orienta nuestra vida hacia
Dios siempre
nos ama y llena nuestra vida de manifestaciones amorosas, liberadoras y
gozosas. Todo lo bueno que tenemos y que hacemos nos habla del amor
incondicional de Dios para cada una de sus criaturas. Nada ni nadie queda fuera
del amor que Dios nos tiene. Él, nos manifiesta su bondad por medio de nuestros
seres queridos, de nuestros amigos, familiares y por medio de acontecimientos.
Por lo tanto, nos hace instrumentos de su amor, y como si fuéramos canales de
su gracia, por nuestro medio Dios ama a los enfermos, a los pobres, a los
débiles…
¿Cómo
es el Amor de Dios? En Dios el amor es donación, entrega, promoción,
servicio… para que el hombre al tener de lo suyo se realice, dándose y
entregándose a los demás para ayudarlos a realizarse como personas importantes
y valiosas. Para entender como es el amor de Dios tenemos que abandonar
criterios rancios y torcidos sobre Dios, sobre el hombre y sobre la vida. La
experiencia de Dios en nuestra existencia nos da una nueva mirada y una nueva
comprensión de la realidad: Vernos y pensarnos como Él nos ve y nos piensa;
valorarnos y aceptarnos como Él nos valora y nos acepta para que podamos
amarnos como Él nos ama. La experiencia de Dios nos dice como es el amor que
Dios nos tiene. Dios al amarnos nos ha dado todo, nos amó por primero, al darnos
a su Unigénito Hijo.(cf 1 Jn 4, 10) Jesús crucificado es por excelencia la
Manifestación del amor de Dios a los hombres. Jesús al aceptar hasta el fondo
la Voluntad de su Padre, nos amó hasta el extremo, hasta el sufrimiento, hasta
el amor (cf Jn 13, 1)
Personal y universal a la misma vez. Ama cada uno de nosotros y ama todos los hombres. Nadie es excluido
del amor de Dios. Cristo vino y murió por todos, buenos y malos, pobres y
ricos, negros y blancos, hombres y mujeres. En Cristo Dios nos ha bendecido:
nos ha elegido, nos ha destinado a ser sus hijos; nos ha redimido para sacarnos
del pozo de la muerte y en Cristo, nos ha santificado, dándonos Espíritu Santo
(Ef 1, 3- 8)
Incansable
e incondicional: Dios no se cansa de amarnos como tampoco nos pone
condiciones. Con amor paciente busca sin cansarse a las ovejas perdidas, y las
busca hasta encontrarlas (cf Lc 15, 4). Los amores humanos son condicionados,
utilitaristas y pragmáticos, en Dios en cambio, su amor es incondicional. Nos
ama, a pesar de que hagamos cosas malas, y, aún sabiendo que lo vamos a
rechazar (cf Rom 5, 6). Dios ama a cada uno por lo que es y no por lo que
tiene. Dios nos ama y eso nos BASTA.
Eterno e infinito: El amor de Dios
no tiene límites y no cambia, nos ama siempre y hasta siempre (cf Jer 31, 3).
El corazón de Dios es como un mar inmenso de amor. No podemos abarcarlo ni
tocar fondo, pero su voluntad es que los hombres nos sumerjamos en el mar de su
amor, nademos en él y nos empapemos con su gracia.
Dios quiere dar al hombre un
corazón grande en el cual habite la bondad, la justicia, la paz, el gozo…Solo
cuando Dios ensancha nuestro corazón podemos salir de nosotros mismos para ir
al encuentro del amor…aceptando que somos dones de Dios para el Mundo, para
¿Será suficiente con saber
que Dios es amor y nos ama? ¿Perdona el Señor nuestros zas pecados, aún a pesar
de nuestra voluntad sin fuerzas? ¿Qué es lo que impide que experimentemos el
amor que Dios nos tiene?
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