NO PIERDAN LA PAZ NI SE
ACOBARDEN PERMANEZCAN EN LA FE.
Después de predicar el Evangelio y de hacer muchos
discípulos en aquella ciudad, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, y ahí
animaban a los discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe, diciéndoles
que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En
cada comunidad designaban presbíteros, y con oraciones y ayunos los
encomendaban al Señor, en quien habían creído. Hechos 14, 19-28
La paz de
Cristo es armonía interior y armonía exterior.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No
pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: 'Me voy, pero volveré a su
lado'. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es
más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda,
crean. Ya no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de
este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo
sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado''. Juan 14,
27-31
La paz de Mundo
está cimentada en el poder, en el tener y en el placer, las concupiscencias de
la carne. (1 de Juan 2, 15)-
Las tres
realidades que encuentran su fuerza en la mentira, en la soberbia y en la
envidia. Hablamos del poder militar y el poder económico; la paz mundana es
pasajera y es impuesta. Mientras que la Paz de Cristo es un don fruto del
Espíritu Santo y que está unida al Amor y al Gozo en el Espíritu (Rm 14[um1] ,
17)- La paz de Cristo viene de la justicia, de la obediencia y del amor a Dios
y a los hombres.
Cristo es
nuestra justicia y es nuestra paz.
Pero ahora,
independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en
Jesucristo, para todos los que creen - pues no hay diferencia alguna; todos
pecaron y están privados de la gloria de Dios – (Rm 3, 21- 23)- La paz es uno
de los frutos de la redención: y son justificados por el don de su gracia, en
virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como
instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar
su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente. (Rm
3, 24- 25)-
No pierdan
la paz ni se acobarden.
Perdemos la
paz al perder la amistad con Dios al quebrantar la Ley de Dios y faltar a sus
mandamientos, es decir, la perdemos cuando pecamos. Por el pecado perdemos la
comunión y la armonía con Dios y con la Iglesia. Por eso podemos decir que una
piedad o una religión sin justicia y sin obediencia no son gratas a Dios,
porque se pierde la fe, y sin fe nada es agradable a Dios (Hb 11, 6)- Así lo
dejó claro Jesús. “No todo el que me diga Señor, Señor, entra en el Reino de mi
Padre celestial (Mt 7, 21)- Para entrar en la paz de Cristo hay que creer en el
amor, en el perdón, la paz, la resurrección y en el don del Espíritu Santo; es
decir hay que entrar en su Pascua, muerte y resurrección y permanecer en ella,
para no perder la fe, el amor, la paz y el gozo en el Señor.
“Si me
amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo.”
Jesús es
hombre verdadero y como hombre siente y se expresa, no está diciendo que exista
un Dios superior y un Dios inferior, o que uno es más grande que el otro; Dios
es uno y se manifiesta en tres personas distintas, pero iguales en dignidad en
poder y en santidad. Pero, es necesario que Yo me vaya para que venga, el otro
Paráclito: El primer Paráclito es Jesús. Que es Maestro, Consolador y Abogado.
Qu e ofreció su vida como sacerdote, víctima y altar a Dios por la humanidad para
reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos para que viniera la paz para
todos los que crean en Jesús, confíen y lo obedezcan.
La paz
viene de la justicia a Dios y justicia a los hombres.
Le hacemos justicia
a Dios cuando guardamos sus mandamientos y cuando creemos en el que Dios ha
enviado (1 de Jn 2, 3-4; 1 de Juan 3,
23)- Le hacemos justicia a Cristo cuando elegimos el Camino que Jesús nos
propone: el Camino del Amor y del Servicio.
Le hacemos
justicia a los hombres cuando los reconocemos como personas, valiosas
importantes y dignas; cuando los aceptamos como son y no como quisiéramos que
fueran; cuando los respetamos de pensamiento, palabra y obra; cuando los
disculpamos y peonamos las ofensas y nos abrimos a caminar con los demás. Es
decir, cuando aceptamos vivir en comunión con ellos, los aceptamos como dones
de Dios que somos unos para los otros.
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
(Mt 5, 6)
Estos
son los que trabajan por la paz, son pacíficos, no son violentos ni agresivos,
son limpios de corazón y son misericordiosos, su fe es sincera, y de la fe sincera
nace y crece la justicia que engendra la paz. (Mt 5, 7-8)-
La
paz viene de la justicia que, a su vez viene de la Fe, que es confianza, y obediencia
a Dios.
Publicar un comentario