DIOS PIDE COLABORACIÓN DEL HOMBRE PARA SALVARLO.
En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo:
"El Señor, tu Dios, te manda hoy que cumplas estas leyes y decretos;
guárdalos, por lo tanto, y ponlos en práctica con todo tu corazón y con toda tu
alma.
Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por
sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz.
Hoy el Señor te ha oído declarar que tú serás el pueblo de su propiedad, como
él te lo ha prometido, pero sólo si guardas sus mandamientos. Por eso él te
elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las naciones que
ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios, como él te lo ha
prometido". Deuteronomio 26, 16-19
Tomó,
pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase
y cuidase. (Gn 2, 15)- Cultiva y protege-
El que no trabaje
que no coma (2 de Tes 3, 10)- Y el que no trabajaba que se ponga a trabajar con
sus manos para que ayude a los necesitados (Ef 4, 28)- Es la invitación de Dios
al hombre a ser fértil; fértil es la raíz de toda felicidad. El hombre que no
se cultiva se queda al margen de su realización. Se queda como el ciego de
Jericó al margen del camino, sumergido en una gran dependencia social. (cfr Lc 18, 35)-
Los hombres son llamados
a trabajar en su propia liberación, reconciliación, salvación y santificación;
son llamados a realizarse como personas y como hijos de Dios, como hermanos y
como servidores. El profeta Jeremías nos lo recuerda: Porque así dice Yahveh al
hombre de Judá y a Jerusalén: - Cultivad el barbecho y no sembréis sobre cardos.
(Jer. 4, 3)- El agricultor debe preparar su tierra para siembra: desmonta y
quema; desempiedra, afloja la tierra y espera las primeras aguas. El hombre de
Dios no espera las cosas hechas, sino que se pone en camino de conversión, se
pone a trabajar para un día poder cosechar. Teniendo presente que lo que se siembra
es lo que se cosecha:
No os
engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el
que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el
espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de obrar el bien;
que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. Así que, mientras
tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros
hermanos en la fe. (Gál 6, 7- 10)-
¿Quiénes tienen
y quiénes no tienen fe?
No tienen fe
los que no guardan los Mandamientos de la Ley de Dios. Los que matan, los que
roban, los que cometen adulterio, los que calumnian y mienten; los que llevan
una vida mundana y pagana, esclavos de los ídolos y de los vicios. Los que no
aman y no ayudan a los demás. Son ciegos, mudos, sordos, cojos, padecen de parálisis
espirituales.
Ahora, tienen
fe los que creen en Jesús, confían en él, lo obedecen, lo aman, lo siguen y le
sirven. Son aquellos que guardan sus Mandamientos y guardan su Palabra (cfr Jn
14, 21- 23) Son aquellos que sirven a los demás con amor y en el Nombre de
Cristo. (Mt 20.25; Jn 13, 13: Jn 13, 34) Son los que viven abiertos a la
Voluntad de Dios. Estos son los que pertenecen al Pueblo de Dios.
Éffeta, ábrete
a la Voluntad de Dios.
Ábrete a la
Voluntad de Dios es abrirse a Cristo Jesús, a su Palabra, a la Oración y a la
acción del Espíritu Santo; es amar sin fingimiento, aborrecer el mal y amar el
bien (Rm 12, 9)- Lo que implica guardar los diez Mandamientos de la Ley de
Dios. Es amar y seguir a Cristo para ser restaurados de las parálisis espirituales
y poder servir a los demás. Dos milagros de Jesús en favor del hombre que
estaban en dificultad:
“Estaban al acecho a ver si
le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca:
«Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en
vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces,
mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre:
«Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano”. (Mc 3, 1-5)-
Cos su mano restablecida puede abrirse a la voluntad de Dios, amar, servir a su
familia y a la comunidad.
“Le
presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la
mano sobre él. El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los
oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio
un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!» Se abrieron sus
oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente”.
(Mc 7, 32- 35)-
Dios quiere
que el hombre vea, escuche, hable y se comunique con los demás. Dios quiere que
el hombre trabaje para sí mismo y para la realización de los demás, que sea
fértil y fructífero. Porque una fe sin obras está muerta, es estéril (Snt 2,
14)- La puerta de la felicidad se abre hacia fuera, hay que salir del egoísmo
para ir al encuentro de los menos favorecidos o de los más necesitados para ir,
extender la mano y levantarlos.
El otro o
los otros son personas valiosas, importantes y dignas, iguales a todos en
dignidad hay que reconocerlas como personas, que nos pertenecen y les
pertenecemos, que son dones de Dios para nosotros y nosotros somos dones para
ellos; hay que cargar con sus debilidades sobre nuestros hombros para que sea
Cristo todo en todos.
Todo gasto
superfluo es un fraude a los pobres.
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