RENOVADOS EN CRISTO POR LA
ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.
Esto dice el Señor: “¿Acaso no está el Líbano a
punto de convertirse en un vergel y el vergel en un bosque? Aquel día los
sordos oirán las palabras de un libro; los ojos de los ciegos verán sin
tinieblas ni oscuridad; los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor y los
pobres se gozarán en el Santo de Israel; porque ya no habrá opresores y los
altaneros habrán sido exterminados. Serán aniquilados los que traman
iniquidades, los que con sus palabras echan la culpa a los demás, los que
tratan de enredar a los jueces
y sin razón alguna hunden al justo”. (Is 29, 17-24)
El pecado
desfigura la imagen de Dios en los hombres-
El hombre
fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero pecó, y el pecado desfigura su
Imagen y destruye su semejanza. Fue expulsado del Paraíso con la Promesa que un
día, volvería al Paraíso, el día de Cristo que viene a restaurar la imagen de
Dios en los hombres (Gn 1, 26; 3, 1-15)
¿Qué
significa ser Imagen de Dios?
Significa
mirar, más aún, significa discernir entre lo que es bueno y lo que es malo. Lo
bueno edifica y construye la malo deshumaniza y despersonaliza. Significa
hablar, más aún, significa comunicarse, hombre es un ser relación y se realiza comunicándose.
Significa oír, más aún, significa escuchar. Escucha la voz de Dios y el clamor
de los hombres. Significa caminar, para eso recibió dos pies, para que camine y
no se arrastre, caminar significa amar, darse y entregarse. Significa trabajar
para eso recibió dos manos para que traje y proteja los dones recibidos por
Dios, su Creador. ( Gn 2, 15) También significa descansar, haciendo la voluntad
de Dios, rompiendo con el pecado para entrar en el descanso de Dios. (cfr Mt 11,
28- 30)
El hombre
para cambiar tiene que nacer de nuevo.
“Crean y
conviértanse” para que puedan entrar en el Reino de Dios (cfr Mt 4, 17) Para
nacer de nuevo lo primero es escuchar la Palabra de Dios y guardarla en el
corazón (Lc 11, 28) La Palabra viene como luz que ilumina nuestras tinieblas
para que reconozcamos nuestros pecados y darnos cuenta somos los atrofiados de
los que habla el evangelio: Teniendo ojos no ven; teniendo boca no hablan; teniendo
oídos no escuchan; teniendo pies no caminan y teniendo manos no trabajan (Mc 8,
18s) Pecamos de pensamiento, de palabra de obra y de omisión (Snt 4, 17) El
pecado nos priva de la gloria de Dios (Rm 3, 23).
Porque se ha
embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han
cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón
entiendan y se conviertan, y yo los sane. (Mt 13, 15) El pecado embota
la mente, endurece el corazón, pierde el amor y nos lleva al desenfreno de las
pasiones (Ef 4, 17- 18) Nos divide, nos engaña, nos manipula, nos confunde, nos
oprime y nos paga con la muerte (Rm 6, 23)
Pero Dios
nos ha enviado un poderoso salvador que viene a restaurar al hombre dañado por
el pecado.
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos
ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar
Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que
puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos,
diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los
ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al
salir, divulgaron su fama por toda la región. (Mt 9, 27-31)
Jesús es la Luz del mundo, el que cree en él tiene la vida y no camina en
tinieblas (cfr Jn 8, 12).
Por la fe de Jesucristo somos salvados y restaurados.
Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan
imponga la mano sobre él. El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus
dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al
cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!» Se
abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba
correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se
lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y
decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.» (
Mc 7, 32- 37)
Effata significa “Ábrete” a la persona de Jesús, a su Palabra, a la
acción del Espíritu Santo, a la Conversión, al Nuevo Nacimiento. Para que Jesús
nazca en tu corazón y tú entres en el Reino de Dios. Tu vida será un jardín
para luego convertirte en un bosque, es decir, serás madera fina: un roble de justicia
en el que se manifiesta la gloria de Dios (Isaías 61, 3) Un servidor de Cristo
al servicio del Reino. Un vencedor en el que Señor convierte en “columna de su
Templo” (cfr Apoc 3, 12) Caminaras con la Túnica puesta y las lámparas
encendidas (cfr Lc 12, 35) Hasta llegar a ser luz del mundo (Mt 5, 13).
Por la fe en Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo eres “Hombre
nuevo, Mujer nueva”. Revestidos de Justicia y Santidad. (Ef 4, 24)
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