MARÍA ES LA HUMILDE ESCLAVA
DEL SEÑOR.
Iluminación: ¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna. (Zac 9, 9)
El relato bíblico:
En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la
montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció
que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó: «¡Bendita tú
entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la
criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído,
porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». (Lucas 1, 39-45)
María se levantó y puso en camino de prisa
hacia la montaña de Hebrón.
La puerta de la felicidad se abre hacia fuera,
hay que levantarse para salir fuera y ponerse en camino. ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del
mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación,
que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!» (Is 52, 7) María es la primera misionera
del Nuevo Testamento. Su fuerza es el gozo del Señor. (Neh 8, 10) Su fortaleza
es el Amor y el Gozo que llenan su alma. Para caminar 157 Kilómetros para
llegar de Nazaret a Aim Karim en las montañas de Hebrón donde vive Zacarías e
Isabel. La Misionera va cantando y alabando al Señor, saluda y bendice a todos
los que encuentra por el camino. Va feliz llena de alegría y de amor, porque va
a ser la servidora de los dos ancianos, Isabel y Zacarías. El servicio es su
vocación.
El
saludo de María: Shalom, esta lleno de gozo y paz, lleva la Buena Noticia.
“Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo
de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo”.
Jesús viene a liberarnos de la esclavitud de la Ley y atraernos el Espíritu
Santo (Gál 4, 4- 6) Juan, el hijo de Isabel lo confirmará años más tarde al
decirnos: “Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Lc 3, 16) Y el mismo
Jesús nos dirá: ¡He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto
desearía que ya estuviera encendido! (Lc 12, 49) Es el fuego del Amor, el fuego
de la evangelización que arde en el corazón de María.
Las tres lecciones del Catecismo de María.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y,
levantando la voz exclamó. La fuerza de la Palabra está en el contenido de la
Verdad y no en los gritos.
a) ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! María
es bendita y su Bendición es Jesús por eso es santa e inmaculada en el amor de
Dios. (cfr Ef 1, 4)
b) ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? María es la madre
de Jesús, Jesús es Cristo y Cristo es Dios (Rm 9, 5) Por eso, aunque no nos
guste María es la Madre de Dios. Y por Voluntad de Dios es Madre de la Iglesia
(Jn 19, 25- 27).
c) Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se
cumplirá». María creyó que iba a ser Madre siendo Virgen. Su fe es confianza y
abandono total en las manos de Dios. Es donación, entrega y servicio a su
Pueblo.
Por el Fiat de María el Verbo de
Dios se hizo hombre y puso su Morada entre nosotros (cfr Jn 1, 14) Hágase la
Luz y la Luz se hizo, para luego darse la separación en nuestra vida entre las
tinieblas y la Luz y ayudarnos a dar frutos de vida eterna: “Yo soy la luz del mundo; el que me
siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.” (Jn 8,
12) Los hijos de la Luz son la Bondad, la Verdad y la Justicia (Ef 5. 9).
María
es la humilde esclava del Señor.
Es lo que ella dice de sí misma: “He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra.” (Lc 1, 38) Para María Dios es su Señor,
su Dueño, su Todo. Por eso pudo cantar en el Magnificat: Y dijo
María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvado,
porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora
todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor
maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de
generación en generación a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su
brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a
los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó
de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia - como había anunciado a nuestros padres - en
favor de Abraham y de su linaje por los siglos.» María permaneció con ella unos
tres meses, y se volvió a su casa. (Lc 1, 46- 56)
El Dios de María es Señor,
Santo, Todopoderoso, Justo, Misericordioso y Fiel, prometió salvación
antiguamente, y ahora la está cumpliendo.
Celebremos lo que nos queda
de Adviento y entremos en la Navidad,
siguiendo las huellas de la primera Misionera llevando amor, paz y gozo en el
Espíritu. Aprendamos de ella el arte de servir a los necesitados.
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