EL
HOMBRE SEGÚN LA BIBLIA
Iluminación: “Dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza
nuestra; que manden en los peces del mar y en las aves del cielo, en las
bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan
por la tierra. Creó, pues, Dios al ser
humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó.” (Gn
1, 26- 27)
¿Cómo mira y piensa Dios al hombre? ¿Cómo acepta y valora Dios al hombre?
¿Cómo ama Dios al hombre? Ahora, así dice Yahvé, el que te ha creado, Jacob, el que te ha
plasmado, Israel. «No temas, que yo te he rescatado, te llamé por tu nombre, y
eres mío. Si cruzas las aguas, yo estoy
contigo; si pasas por los ríos, no te hundirás. Si andas sobre brasas, no te
quemarás, la llama no te abrasará. Porque yo soy Yahvé tu Dios, el Santo de
Israel, tu salvador. Entregué a Egipto como rescate por ti, a Cus y Sebá en tu
lugar. “dado que eres precioso a mis
ojos, eres estimado, y yo te amo. Pondré a la humanidad en tu lugar” (Is
43, 1- 4)
Uno de los Salmos nos dice: ¿qué es
el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides?
Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y esplendor (8, 5-
6) Creado a imagen y semejanza está llamado a ser “portador de Dios” para
llevar en su interior el amor, la vida, el perdón y la liberad para decir lo
que él quiera hacer de su vida, de su futuro, hombre de bien o hombre capaz de
odiar y destruir, para eso posee por regalo de Dios, el libre albedrío: “Frente
a ti la vida o la muerte, el bien o el mal, la felicidad o la desdicha, el agua
o el fuego (cf Gn 2, 17; Dt 15, 30; Eclo 15, 11) Dios no quiso hacer del hombre
una simple copia o un títere de su voluntad, más bien le dio escoger, y el
hombre escogió ser humano, ser responsable de sus acciones y libre para decidir
su vida y su futuro.
La experiencia y la historia de todos, nos hace decir que el hombre es un
ser en relación,
nace del encuentro de dos: hombre y mujer. Nadie se realiza sólo y nadie se
reproduce sólo, necesitamos de los demás y ellos necesitan de otros, de
nosotros, para vivir con otros y hacer convivencia e intercambiar los dones y
talentos que hemos recibido para nuestra realización y para la de los otros.
(cf Gn 2, 18)
Humanizarse exige responder a la
integración, a la reciprocidad y a la igualdad fundamental entre hombre y
mujer, entre pobres y ricos, entre cultos y barbaros, entre niños y ancianos
(cf Col 3, 11). Porque la verdad dice lo contrario a la mentira que decide y
deshumaniza a los hombres: “cuánto tienes cuánto vales” El ser humano no vale
ni por lo que tiene, ni lo que sabe ni lo que hace; la verdad nos dice que todo
ser humano vale por lo que es: Una persona valiosa y digna, aún desde el seno
de la madre.
A la Luz de la verdad afirmamos con
toda firmeza la igualdad fundamental y a la misma vez la diversidad entre los
seres humanos llamados a complementarse y compartir, “lo que Dios creó para
todos” y compartir “el pan con alegría.” (cf Gn 2, 15) Si afirmamos que el
hombre no se realiza solo, entonces, afirmamos que el hombre existe para
servir, para ayudarse y ayudar a otros a realizarse como personas que se
encuentran en camino de proyección. El hombre aún no está hecho, sino
haciéndose con otros y a favor de otros.
El hombre de la Biblia está
llamado a ser, un ser en “proyección,” un hombre en camino llamado a crecer en calidad de vida y
no sólo en cantidad. “Sal de tu tierra y vete a un país que yo te mostraré” (Gn
12, 1s) No está hecho, sino, haciéndose. Su vida está orientada hacia lo que
todavía no es, pero que está llamado a ser: una persona plena, fértil, fecunda
y fructífera.
Proyectarse para darle orientación a
la vida y descubrir y realizar el significado de su vida. Un camino que se hace
con otros, ayudándose mutuamente. El peligro sería volver hacia atrás, al
pasado, o vivir en el futuro que todavía no llega, desviarse a izquierda o
derecha y entrar en un “conformismo o en un totalitarismo,” características de
una sociedad líquida, sin control y sin rumbo al estilo de la sociedad de Babel
(Gn 9)
Hombres y mujeres que se alejan de su
realidad para encerrarse en un individualismo asfixiante, sumergidos en la
idolatría del poder, del tener o del placer, atrofiando sus mejores facultades,
según las palabras del Señor Jesús: teniendo ojos no ven oídos no escuchan,
manos no trabajan, pies no caminan, boca no hablan. (Mc 8, 18) Hombres y
mujeres que han entrado en un proceso de descomposición humana, hasta
convertirse en un simple bosquejo de persona que repiten las acciones de Caín
que han recorrido a lo largo de la historia: la envidia, el odio y el
homicidio, (Gn 4,1ss) la indiferencia, la cosificación, el instrumentalismo, la
manipulación y la exclusión.
Para la Biblia el hombre puede hacer
el bien o puede hacer el mal, puede caminar o llevar una vida arrastrada. El
Dios de la Biblia invita al hombre a ponerse de pie (cf Ef 5, 14) para ser
protagonista de su propia historia, a cultivar el barbecho de su corazón (Jer
4, 3). No quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cf Ez 33,
10) Dios nos propone guardar sus Mandamientos que son manifestaciones del amor
y del servicio a los demás, pero, el hombre decide, es libre para decidir su
futuro. Decide amar o decide odiar. La Biblia divide a los hombres entre los
que hacen el bien y los que hacen el mal: “Feliz quien no sigue consejos de malvados ni anda mezclado con
pecadores ni en grupos de necios toma asiento, sino que se recrea en la ley de
Yahvé, susurrando su ley día y noche.
Será como árbol plantado entre acequias, da su fruto en sazón, su fronda
no se agosta. Todo cuanto emprende prospera: pero no será así con los malvados.”
(Slm 1)
El hombre sin Cristo es como un árbol que tiene sus raíces en el “VACÍO” y la sabia que pasa de las raíces al
tronco y a sus ramas es de muerte, y sus frutos son malos; sus actitudes y
acciones son de muerte espiritual. Es lo que Jesús dijo salen de dentro y
contaminan al hombre (Mc 7, 20) En cambio, el árbol que hunde sus raíces en la
verdad, en el amor y en la justicia, la sabia es vida, que genera actitudes
positivas, optimistas y creativas, que fluye de las raíces al tronco y del
tronco a las ramas y de estas cuelgan los frutos buenos y nutritivos: “Así,
todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol
bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producirlos buenos. Todo
árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus
frutos los reconoceréis.” (cf Mt 7, 17- 20) De manera que todo que está en
camino de proyección hacia su madurez humana, trabaja en su propia realización
como persona, como ser humano se desprende del traje de tinieblas para vestirse
con el traje de Luz (Rm 13, 13) Revestirse con vestiduras de salvación (Is 61,
10)
Para la Biblia el hombre ha de ser un ser original. La originalidad es el don de Dios
que hizo al hombre como un ser único e irrepetible. No hay dos que piensen, ni
sientan ni se amen de la misma manera: Hay pluralidad y hay diversidad de
pensamiento, sentimiento y de talentos. Cuando se pierde la originalidad, la
imagen de Dios se descompone, se deteriora y se pierde la belleza original. No
seas copia ni títere de nada ni de nadie.
Para la Biblia el hombre está llamado a ser
responsable de sus
pensamientos, palabras y obras. Responsable significa vivir de frente a sí
mismo y de frente a los demás. Responsable es el que responde a la vida y las
necesidades de los demás. Los responsables son solidarios y se hacen humanos en
la donación y en el servicio porque en la responsabilidad se dan cita la
verdad, la bondad, libertad y la justicia (cf Ef 5, 8) “El irresponsable es un
inmaduro que llega al amor.”
Para la Biblia el hombre es un ser llamado a ser libre (Gál 5, 1). Libre de apegos, de
esclavitudes, de vicios y de todo aquello que impida su realización. Hoy
existen muchas libertades, pero, pocos hombres libres. El hombre es libre en la
medida que sea responsable de sí mismo y de los demás. Hombre libre es aquel
que decide caminar y no arrastrarse, lucha contra toda manipulación, contra
todo lo que atente contra su dignidad como persona. Hablamos de la libertad
interior, la libertad del corazón, la de los hijos de Dios (cf Gál 5, 1) “Son
los que son libres pueden amar.”
Para la Biblia el hombre es un ser capaz de amar. Amar es darse y entregarse a un
alguien para que se realice como lo que es, persona. Amar no es apapachar, sino
salir fuera de sí, para ir al encuentro de una persona concreta para irradiar
en su rostro el Amor que nos hace libres. El camino lo propuso el Señor Jesús:
“Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: “Si os mantenéis en
mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres.” (Jn 8, 3- 32). “Ama y haz lo que quieres” “El que ama
construye y no destruye.”
El hombre verdadero es aquel que ha nacido de la
Pascua de Cristo, es
una creación nueva (cf 2 Cor 5, 17) Piensa, honra y habla la verdad, (Ef 4, 25)
camina en la verdad para rechazar el mal y hacer el bien (Rm 12, 9) y defiende
la verdad, no juzga y no condena a sus semejantes, defiende su dignidad y la
dignidad de los otros. Denuncia las injusticias y anuncia los caminos de
liberación. Los hijos de la verdad son personas honestas, sinceras, íntegras,
leales y fieles al Amor, a la Verdad, a la Libertad y a la Justicia que nos
llevan a la Paz (Mt 7,1; Jn 14, 6)
“Permanezcan en mi amor, dice el Señor” “Permanezcan en mi Pascua”
La Biblia en el evangelio de san Lucas nos propone un
camino a seguir:
“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis
juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
Dad y se os dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el
halda de vuestros vestidos. Porque seréis medidos con la medida con que
midáis.” (Lc 6, 36- 38)
Razón por la
que san Pablo nos exhorta a vivir según el evangelio de Jesucristo (cf Flp 1,
27) Jesús es aquel del que dicen los que lo conocieron: “Se pasó la vida y
liberando a los oprimidos” (Hech 10, 38) “Vengan a mí para que los sane, los
perdone, los libera y los transforme y los promueva” (cf Mt 11, 28-29)
Para la Biblia el hombre no está llamado a ser un “Super hombre”, sino un
ser humano, una
persona, y cada vez, mejor persona, capaz de caminar con otros y convivir con
ellos como un “ser para los demás.” Un hombre que se compromete a buscar hasta
encontrar a los alejados y a los excluidos para integrarlos al Camino para en
reciprocidad intercambiar lo que somos, lo que tenemos y somos, para caminar
como seres iguales en dignidad en unidad de pensamientos, sentimientos y
talentos. El super hombre, se presenta como un ser superior y mejor que los
demás, un dios que termina siendo una persona vacía de Dios, de valores, de
paz, amor y libertad: una persona con una mente embotada por la mentira, con
corazón endurecido, encerrado en sí mismo, sin ética y sin moral que vive al
margen de su realización (cf ef 4, 17- 18).
La invitación de la Biblia a estos
hombres es “despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo” (Ef 4, 22-
24) El ejemplo de hombre es Jesús de Nazaret que vino a enriquecernos con su
pobreza (2 Cor 8,9) Un hombre que se despojó, se anonadó y se humilló a sí
mismo, se hizo semejante a nosotros, se hizo un servidor y se hizo obediente
hasta la muerte para sacarnos del pozo de la muerte y darnos vida en abundancia
(cf Flp 2, - 8; Jn 10, 10) Un hombre libre para amar y servir hasta el extremo
con corazón pobre y misericordioso que con autoridad nos dejó su Mandamiento: “Ámense los unos a los otros como yo los
he amado”. (Jn 13, 34)
El Amor es el camino que Dios propone a todo hombre
para alcanzar la Plenitud, la Madurez y la Realización como personas que
caminan tras las huellas del hombre Jesús. (cf Ef 4, 14)
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