LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ES LO ESENCIAL DE NUESTRA FE.

 

LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO ES LO ESENCIAL DE NUESTRA FE.



Ilustración: Yo, Juan, oí que me decían: “Aquí están mis dos testigos. Son los dos olivos y los dos candelabros, que están ante el Señor de la tierra. (Apoc 11, 4) Estos dos olivos y dos candelabros son Moisés y Elías que estaban al lado de Jesús en la Transfiguración. El Padre de la Ley y el Padre de los profetas, el Antiguo Testamento y Jesús el Nuevo: (Lc 9, 30) Toda la Palabra de Dios habla de lo que a pasar en Jerusalén: Jesús va a padecer y va a sufrir, lo van matar y resucitará al tercer día (Mc. 14,22-24; Mt 26, 26-28; Lc. 22,15-20; 1Cor. 11, 23-25).

Los saduceos quieren poner a prueba a Jesús.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”

Los saduceos eran parte de una elite, muy especial, eran los ricos, y poderosos de la religión, entre ellos estaban los sumos sacerdotes-No creían en la resurrección, ni en los ángeles ni en los espíritus, eran ateos, solo creían en el Pentateuco, pero no creían en los escritos de los rabinos. Eran convenencioneros, se iban con el mejor postor, estaban con los romanos. Por otro lado, estaban los fariseos, que sí creían en la resurrección, en los ángeles y aceptaban todos los libros del Antiguo Testamento. Entre ellos estaba Saulo, llamado también Pablo, a quien Jesús se le reveló en el camino de Damasco, para que descubriera que Jesús era el Mesías que había muerto y que había resucitado, y que ahora podía habitar en los creyentes que creyeran en él. (Hch 9, 4- 18)

 

La respuesta de Jesús a los saduceos.

Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven’’. Entonces, unos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada. (Lc 20, 27-40)

El testimonio de Pablo.

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano. Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; (1 de Cor 15, 1- 4)

La[um1]  resurrección es lo esencial de nuestra fe.

Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. (1 de Cor 15, 13- 17)

Cristo murió para perdón de nuestros pecados y para darnos Vida eterna. Al que muere con Cristo, resucita también con él (Rm 6, 4-5) y recibe el Espíritu resucitado de Cristo (cf Ef 3, 17) La Vida eterna es una vida resucitada, santa y divina que comienza en nosotros por la Fe y el Bautismo (Rm 6, 3-5; Gál 3, 26; Mc 16, 16; Hch 2, 38) El Bautismo es para vivirse y llevar una vida resucitada, conducida por el Espíritu Santo (Gál 5, 16s) El Espíritu que guía a los hijos de Dios a Cristo para configurarnos con Él (cfr Rm 8, 14) Para revestirnos de Justicia y Santidad (Ef 4, 24)

Al morir, si estamos en gracia de Dios, tendremos una resurrección para la Vida, y si estamos en pecado mortal, resucitaremos para la muerte. (Mt 25, 31ss) Somos hijos de Dios por la resurrección de Jesucristo, pasamos de la muerte a la vida, la señal es el amor a Dios y a los hombres (1 de Jn 4, 7-8) La Verdad y el Amor nos llevan a la resurrección por la acción del Espíritu Santo que nos transforma en hijos de Dios. No perdamos la Vida apagando nuestra Luz, caminemos con la Túnica puesta y con las velas encendidas hasta la muerte (Lc 12, 35) Si se nos apaga la Luz, vayamos a Cristo Crucificado y Resucitado en el Sacramento de la Confesión para que perdone nuestros pecados y encienda la Luz, (cf Jn 20, 23).

La resurrección es la obra poderosísima que el Espíritu Santo realiza en nuestra vida para transformarnos en hijos de Dios. Y ser así, Familia del Padre.

 

 

 

 

 

 

 


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