POR LA FE EN JESUCRISTO SOMOS TEMPLOS VIVOS DEL ESPÍRITU SANTO
Iluminación: Sólo quiero preguntarles una cosa: ¿Han recibido el
Espíritu Santo por haber hecho lo que manda la ley de Moisés o por haber creído
en el Evangelio? ¿Tan insensatos son ustedes, que, habiendo comenzado movidos
por el Espíritu, quieren terminar haciendo obras meramente humanas? ¿Han
recibido en vano tantos favores? Espero que no. (Gál 3, 2- 3)
El relato evangélico.
En aquel
tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Supongan que alguno de ustedes tiene un
amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues
un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le
responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque
la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue
tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo,
sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto
necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y
encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca,
encuentra y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que,
cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado, le dé
una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que
son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial
les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?’’ Lc 11,
5-13
A Dios le agrada
la Oración que brota de una fe sincera y de un corazón limpio; un corazón
lavado en la sangre de Cristo (1 de Tm 1, 5; Hb 9, 14) Jesús en la oración nos
ha dicho: Oren siempre. Y oren como hijos de Dios (cf Mt 6, 9s) Pablo nos
invita a orar según Dios (Rm 8, 29) “Venga a nosotros tu Reino de paz de amor y
de justicia; Santifícanos en tu Palabra, tu Palabra es la Verdad. Y hágase tu Voluntad
así en la tierra como en el cielo. La voluntad de Dios es nuestra liberación,
nuestra reconciliación y nuestra santificación.
¿Cómo debe
de ser nuestra Oración?
Lo primero,
ha ser Humilde como la del publicano para pedir perdón por nuestros pecados (Lc
18) Con un corazón contrito y arrepentido nos presentamos ante el Señor (Slm
50, 19)
En segundo
lugar ha de ser en Fe, es decir, en comunión con Dios para que se grata a Él
(Hb 11, 6) En Fe significa estar en gracia de Dios, sin pecado. Para que nuestra
fe sea sincera, en obediencia y justicia. Con la disponibilidad de hacer la
Voluntad de Dios.
En tercer
lugar que nuestra oración sea agradecida para dar gracias a Dios por todas sus
bendiciones, como son el don de la vida, la misma fe, la familia, el trabajo,
la Iglesia, los Sacramentos, la salud, y tantas otras cosas. La acción de
gracias va unida a la oración de la alabanza y de la adoración.
En cuarto
lugar que nuestra oración ha de ser de intercesión, orar por otros. Por los
enfermos, los pobres, por la conversión de los pecadores, por los políticos,
por los empresarios, por los médicos, y por otras muchas necesidades, para que
el mundo crea en Jesús y creyendo se salve. Orar para que la voluntad de Dios
reine en todos.
El quinto
lugar que nuestra oración sea ofrecimiento, de donación y entrega. Poner nuestras
preocupaciones en las manos de Dios (1 de Pe 5, 6- 7)Ofrecer a Dios todo, todo,
todo lo que somos, sabemos y sabemos para ofrecer de nuestra vida un sacrificio
vivo, santo y agradable a Dios que este sea nuestro culto espiritual que se
hace por amor (cf Rm 12, 1)
Podemos
añadir a nuestra oración, una, la más difícil, la oración en silencio para
poder escuchar la voz de Dios, nuestra conciencia, y unirnos a la ración que el
Espíritu Santo hace en nuestro interior ( Em 8, 26) Podemos también hacer una
oración de vaciamiento, vomitar todas nuestras frustraciones, berrinches,
enojos, tristezas, etc. Para entregarle a Dios todas nuestras cargas.
Pues, si
ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el
Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?’’ El Espíritu
Santo actualiza la Obra que Cristo realizó en la Historia, y el Espíritu la hace
hoy en nuestra vida.
La Obra del
Espíritu Santo es hacer que el mundo crea en Jesús, para que creyendo se salve.
Nos lleva a Cristo y al nuevo Nacimiento (Jn 16, 8ss) Es nuestro Maestro
interior y nos enseña las Palabras de Cristo. ( ) Pero sobre todo, nos conduce
a Cristo y a la Vida eterna:
Así que, hermanos míos, no
somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís según la
carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo,
viviréis. En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el
temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace
exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar
testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos:
herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser
también con él glorificados. (Rm 8, 12-17)
Para recibir
el don del Espíritu Santo hay que creer en Jesús, con fe sincera, es confiar,
obedecer y amarlo. Es uno de los frutos de la Redención de Jesucristo: Jesús
vino a traernos al Divino Espíritu (cf Gál 4, 6) Cuando Él habita por la fe en
nuestro corazón somos hijos de Dios. Hermanos de Jesucristo y templos vivos del
Espíritu Santo.
Seamos
dóciles a las mociones del Espíritu Santo, hasta alcanzar a ser Hombres Nuevos
en Cristo.
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