PODEMOS CONOCER A DIOS PORQUE ÉL SE NOS HA REVELADO EN CRISTO JESÚS.
Iluminación: En el
principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era
Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no
se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de
los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
(Jn 1, 1. 1-5)
El Testimonio de los Apóstoles y de la Iglesia.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto
con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la
Palabra de vida, - pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos
testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y
que se nos manifestó - lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que
también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en
comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que
nuestro gozo sea completo. Y este es el mensaje que hemos oído de él y que os
anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna. (1 de Jn 1- 5)
El Amor, la Verdad y la Vida se han manifestado en Cristo Jesús.
Jesús es la Palabra de vida, y el que la escucha y acepta queda
embarazado con la Vida-Jesús es la Verdad que nos lleva al amor, al perdón y a
la salvación por el Camino angosto para pasar por la Puerta estrecha que es
Cristo Crucificado. (Mt 7, 13- 14) Que
con toda autoridad nos ha dicho: “Vengo para que tengan Vida y la tengan en
abundancia” (Jn 10, 10)
Jesús para darnos vida nos da su Palabra que es luz que ilumina nuestras
tinieblas. La escucha de su Palabra nos deja la Fe en Cristo Jesús. (Rm 10, 17)
¿Qué nos ha dejado la Fe? Nos ha dejado luz y vida, sabiduría, poder y
misericordia. El que conoce a Cristo conoce su Palabra, que nos dice: Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del
mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la
vida.» (Jn 8, 12) Luz para conocer el Camino, el de dónde venimos, para que
estamos aquí y para donde vamos. Luz para enseñarnos a discernir entre lo bueno
y lo malo y para descubrir que somos pecadores. Luz para mostrarnos el Camino
que nos lleva la Casa del Padre, ese Camino es Jesús. El Poder es la fuerza, el
vigor de Dios en nuestros corazones que nos hace fuertes en la lucha contra el
mal y para hacer el bien. Y la misericordia que recibimos al pasar la Puerta
estrecha que es Cristo Crucificado, que es nuestro Perdón y nuestra
Resurrección. Caminar en la Luz es caminar en la Verdad que es Cristo para
amarlo y seguirlo.
Qué nadie nos engañé, creamos en la Palabra de
Verdad.
Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas,
mentimos y no obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo
está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo
Jesús nos purifica de todo pecado. (1 de Jn 1, 6- 7) Si decimos que amamos a
Dios, pero no guardamos sus Mandamientos ni su Palabra, somos mentirosos y la
Verdad no está en nosotros (1 de Jn 2, 3- 4) La Luz es Amor, es Verdad es Vida
es Cristo (Jn 14, 6) El que camina en la Luz guarda los Mandamientos y rompe
con el pecado. Ya que éste paga con la muerte, pero, Dios nos da la Vida en
Cristo Jesús (Rm 6, 23).
Permanecer en la Luz equivale a permanecer en el Amor de Cristo (Jn
15, 9) Amar a Dios y amar al prójimo, los dos mandamientos más importantes de la
Ley (Mt 22, 38- 39) Todo el que está en Cristo le pertenece y su vida está crucificada
con Cristo, muriendo al pecado y viviendo para Dios (cf Gál 5, 24) No te bajes
de la Cruz para que no caigas en la sepultura, guarida de zorras, donde solo
hay carne y huesos secos (cf Lc 9, 58, Ez 37, 12)
Para permanecer en la Luz, es decir, en Cristo, hay que hacer esfuerzos,
hacer muchas renuncias y muchos sacrificios que para eso somos hombres nuevos
(2 de Cor 5, 17) Y poder así permanecer con Cristo y ser sus discípulos, como
aquellos que escuchan su Palabra, la guardan y la ponen en práctica Para ser
hombres y mujeres felices (Lc 8, 21; Lc 11, 28)
Y, ¿Ahora qué hacemos?
Pero si caminamos en la luz,
como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre
de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado. Si decimos: «No tenemos pecado»,
nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados,
fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda
injusticia. Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no
está en nosotros. (1 de Jn 1, 7- 10)
Cómo hijos
de la Luz y de Dios, hemos pasado de las tinieblas a la Luz. Desechemos
la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y toda maledicencia (1 de Pe
2, 1) Y demos los frutos de la Luz que son: La bondad, la verdad y la justicia
(Ef 5, 9) La humildad y la mansedumbre. (Col 3, 12) La Piedad , el amor
fraterno y la caridad (2 de Pe 1, 7- 8) La fe, la esperanza y la caridad (1 de
Tes 5, 8)
No le hagamos al ciego, ni al
cojo, ni al sordo, por que ya caminamos en tinieblas. Si alguno que posee
bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón,
¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra
ni de boca, sino con obras y según la verdad. (1 de Jn 3, 17- 18) “Mirad qué
amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El
mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que
seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le
veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí
mismo, como él es puro. (1 de Jn 3, 1- 3)
Nuestra esperanza está en la
resurrección y en la vida eterna: en Cristo nuestra esperanza y nuestra vida
eterna.
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