LA CONVERSIÓN ES GRACIA DE
DIOS CON NUESTRAS DECISIONES.
Iluminación: Luego, Jesús dijo a sus discípulos: "El que los escucha a ustedes,
a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me
rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado".
En aquel tiempo, Jesús dijo: "¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de
ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se
hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo
que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día
del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú,
Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás
precipitada en el abismo". Lc 10, 13-16
¿A quién habla Jesús, a las ciudades o a la gente
que las habita?
Jesús habla a la gente de las ciudades de Betsaida,
de Corozaín y Cafarnaúm, que lo habían escuchado y habían visto sus milagros y
sus exorcismos, pero no habían creído en Él. Pero no se habían convertido, es
decir no habían hecho penitencia, no se habían arrepentido de su pecaminosidad.
“Al que mucho se le da, mucho se
le exigirá”. (Lc 12, 48)
Porque si en las ciudades de
Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en
ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y
de ceniza. Por eso el juicio para ellas será menos riguroso que para ustedes. Y
tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás
precipitada en el abismo". Cafarnaúm la ciudad de los ricos y de los poderosos,
que se sentían como dioses, como los de la torre de Babel: “Ser como dioses”
(Gn 11. 1- 4) Serán arrojados al abismo, es decir al vacío de Dios, de amor y
de los valores del Reino.
Dios pide a todos conversión u hacer penitencia.
¿Qué es la conversión según el mismo Dios? Escuchemos
la verdad de Pablo que es la verdad de la Escritura: “Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros,
y cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a
Dios vivo y verdadero”. (1de Tes 1, 9) Los ídolos del poder, del tener y del
placer. O los ídolos construidos con as manos del hombre, o con los ídolos del cielo
o de la tierra. Ídolo es todo aquello que ponemos en el corazón en lugar de
Dios. Que pueden ser cosas, personas, lujos o ideologías.
¿Cuál es
la conversión para Jesús?
«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré
descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30) Con
tres palabras comprenderemos la invitación de Jesús: Entregarle nuestra carga,
recibir su yugo y llenarse de Cristo.
¿Cómo explica Pablo la conversión?
Como en pleno día, procedamos
con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos;
nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os
preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias. (Rm 13, 12- 14) Pero
no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído
hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a
despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe
siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra
mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y
santidad de la verdad. Ef 4, 20- 24)
¿Qué nos
dice Pedro sobre la conversión?
Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y
toda clase de maledicencias. (1 de Pe 2, 1) Rompan, huyan del pecado
para que participen de la naturaleza de Dios (cf 1 de Pe 1, 4) Para luego se
revistan de Jesucristo (cf 2 de Pe 1, 5- 8)
¿Qué es para Juan la conversión?
Y este es su
mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos
unos a otros tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en
Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu
que nos dio. Para san Juan la conversión es creer en Jesús, amar a Dios y amar
a los demás como Él nos amó a todos. (Jn 13, 34- 35; 1 de Jn 2, 3- 5; Jn 14,
21. 23))
Para Dios, la conversión es pasarse del judaísmo, del paganismo o de las
obras muertas del pecado a Jesucristo. Es pasar del odio al amor, de la mentira
a la verdad y de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, del pecado a la
gracia para vaciarse de lo malo para revestirnos de lo bueno que es Jesucristo.
Muchos viven equivocados, piensan que basta con rezar o con escuchar la
Palabra y seguir haciendo cosas malas, lo que produce tibieza, y dice la Palabra
que los tibios no son aceptados por Dios (cfApoc 3, 15- 16) O como lo dicen san
Mateo y Lucas que sin obediencia a la Palabra no hay conversión (cf Mt 7,
21-23; Lc 6, 49) La escucha y la obediencia de la Palabra nos lleva al Amor firme
para construir la Casa sobre la Roca que es Cristo Jesús, nuestro Fundamento
(Mt 5, 24- 25; 1 de Cor 3, 11)
Lo primero de la conversión cristiana es la escucha de la Palabra que es
luz que ilumina nuestra mente (Slm 119, 105; Jn 8, 12; Jn 16. 8-ss) Después de
la escucha comienza la conversión en la manera de pensar, según Pablo: Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante
la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la
voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (Rm 12, 2) Para
discernir l que es bueno y lo que es malo para rechazar lo malo y para hacer lo
bueno, esta es la voluntad de Dios (Rm 12, 9)
“Despojarse de las tinieblas
para revestirse de la Luz, de Jesucristo”.
¿Cómo hacerlo? Viviendo de encuentros con Jesús, negándonos a nosotros
mismos, cargando con su cruz y siguiendo sus huellas (Lc 9, 23) Cultivando el
sentido de pertenencia a Cristo: Pues los que son de Cristo Jesús,
han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. (Ga 5, 24)
La conversión
cristiana pide revestirse de Cristo cultivando las virtudes como la fe, la
esperanza, la caridad, la humildad, la pureza, la santidad, la mansedumbre, la
verdad, la justicia, la paz, la piedad, el amor fraterno y la Caridad, corona
de todo el proceso. Sin las cuales no hay conversión, sólo hay religiosidad. Lo
anterior es posible si nos dejamos conducir por el Espíritu de Dios que actualiza
la Obra de Jesús en nuestra vida: “Si vivimos según el Espíritu, obremos
también según el Espíritu.” (Gá 5, 25)
Las virtudes
son la armadura de Dios, son el vigor, el poder y la fuerza del Señor en nuestro
corazón (Ef 6, 10) Pide esfuerzos enuncias y sacrificios.
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