PORQUE HA LLEGADO EL TIEMPO DE COMENZAR EL JUICIO POR LA CASA DE DIOS.
Iluminación: Pues si comienza por nosotros, ¿qué fin tendrán los que no creen en el Evangelio de Dios? Si el justo
se salva a duras penas ¿en qué pararán el impío y el pecador? De modo que, aun
los que sufren según la voluntad de Dios, confíen sus almas al Creador fiel,
haciendo el bien. (1 de Pe 4, 17- 19)
El juicio
empieza por los de Casa.
«No todo el
que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás
os conocí; ¡apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) Estas
palabras son para los creyentes, pero, especialmente para los que trabajamos en
la Iglesia.
Las obras de
la carne.
Ahora bien,
las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría,
hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias,
embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya
os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (Gál
5, 19- 21)
Dios examina
el corazón de sus servidores.
Conozco tu conducta: no eres
ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres
tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. (Apoc 3, 15- 16) La
tibieza espiritual es el resultado de la mezcla que hacemos entre el bien y el mal.
Es una modalidad de pecado que se da en los religiosos. Especialmente, pero es
en todo creyente.
Tú dices:
«Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un
desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me
compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para
que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un
colirio para que te des en los ojos y recobres la vista. (Apoc 3, 17- 18)
El que se cree bueno, santo y
perfecto, pero, está lleno de pecado, está ciego o es corto de vista- En el
juicio de Dios somos reprobados. El Señor nos llama a la conversión: Arrepentíos, pues, y convertíos, para que
vuestros pecados sean borrados: (Hch 3, 19)
Las pruebas son manifestaciones del amor de Dios.
“Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y
arrepiéntete.” (Apoc 3, 19) El Ángel de la purificación nos
vivita para corregirnos, cuando nos estamos desviando a izquierda o a
derecha, o nos estamos hundiendo en el lodo. Pero también, cuando hemos estado mirando
hacia atrás, hacia el pasado, anhelando las cebollas de Egipto (Cf Lc 9 62)
Andas equivocado vuélvete al Camino que lleva a la Casa de mi Padre. Que es
Casa de Oración y no una cueva de ladrones (Mt 21, 13) “Huye de las pasiones de
tu juventud y busca la fe, la esperanza, la paz y el amor (cf 2 de Tim 2, 22)
No endurezcan sus corazones a mi Palabra y practiquen la
justicia, la obediencia y la fidelidad para que yo los escuche y con mi
Misericordia les perdone todos sus pecados y les abra las puertas del Reino de
Dios. Porque ustedes me abrieron la puerta de su corazón e hice de ustedes mi
Casita (cf Apoc 3, 20) y los llené de perdón, de paz, de esperanza y de mi amor.
“porque la dureza de corazón lleva a la muerte” y “a la enemistad con Dios”. (Rm
6, 20- 23)
El pecado
nos lleva al engaño, a la parálisis y a la frustración, Nos lleva al Vacío de
Amor y de Dios, deforma nuestro carácter; buscamos razones para sentirnos felices
en los vicios, en el poder, en el tener y en el placer, esto nos lleva a la
pérdida de la vida.
Escuchemos la invitación de Jesús: crean y conviértanse, (Mt
4, 17) para que el Señor pueda trabajar en nuestro corazón nos libere, nos
reconcilie y haga de nosotros pecadores “hombres nuevos”. Entremos en la Pascua
de Cristo para que derrame su Amor en nuestros corazones (Rm 5, 5) “Rompamos
con el pecado para que podamos participar de la Naturaleza Divina (2 de Pe 1,
4) Dios es rico en Amor y en Misericordia y nos llama con cuerdas de ternura
hacia él para nuestra conversión.
“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo
os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo
es suave y mi carga ligera.” (Mt 11, 28- 30) Para que no escuchemos: “Apártense
de mí, malditos de mi Padre” (Mt 25. 40) Por que me endurecieron sus corazones
y se negaron a convertirse al Amor a la Paz y al Gozo del Espíritu. (Rm 14, 17).
Oración:
Padre de toda Misericordia, ilumina mi mente para que reconozca mis pecados.
Fortalece mi voluntad ara que yo anhele tu perdón y tu paz. Sana con la sangre
de tu Hijo mi corazón para que me llenes de tu Amor y tenga yo así, tener una
Conciencia Moral para discernir lo que es bueno y lo que es malo: pueda yo
rechazar lo malo y amar lo bueno, y pueda volver al primer amor; pueda volver a
tus manos.
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