¿CON QUIÉN COMPARARÉ A LOS HOMBRES DE ESTA GENERACIÓN?

¿CON QUIÉN COMPARARÉ A LOS HOMBRES DE ESTA GENERACIÓN?



En aquel tiempo, Jesús dijo: "¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros:
'Tocamos la flauta y no han bailado, cantamos canciones tristes y no han llorado'.

Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: 'Ese está endemoniado'. Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Este hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores'. Pero sólo aquellos que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen". (Lc 7, 31-35)

¿Dónde hay sabiduría cristiana? Porque Santiago habla de sabiduría mundana y hasta diabólica: Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. (Snt 3, 14- 16). En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en cuerpo sometido al pecado; pues el espíritu santo que nos educa huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la iniquidad. (Sb 1, 4- 5)

Hay sabiduría cristiana donde hay humildad y donde, hay caridad. La humildad es lo contrario a la soberbia y la caridad es lo contrario a la envidia y a la mentira. No hay sabiduría donde hay malicia, mentira, envidia, hipocresía y maledicencia (1 de Pe 2, 1) Sabio es el que camina en la Verdad por eso es íntegro, honesto, honrado, leal y fiel; es libre de apegos, y es capaz de amar, de perdonar, e integrarse con otros para hacer el bien (cf Jn 8, 32). El sabio está al servicio de la vida y nunca de la muerte. Sabio no es el que lo sabe todo, sino el que está abierto a la Verdad. La honra, la piensa, la habla, camina en la Verdad y la defiende.

"¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros. “Tocamos la flauta y no han bailado, cantamos canciones tristes y no han llorado”.

Son soberbios, altaneros, ciegos e hipócritas, hombres sin sabiduría y sin sensatez, ´porque vino Juan que ni come ni bebe y dicen de él que está endemoniado. Así le llaman a la “Voz que clama en el desierto”. Viene el Hijo del hombre que come y bebe y le dicen glotón, borracho y amigo de publicanos, hasta dicen de él que es un servidor de Satanás ( cf Mc 3, 22) Así hablaron del Santo, el Hijo de Dios, de Aquel que se pasó la vida haciendo el bien y liberando  a los oprimidos por el Diablo (Hch 10, 38)

¿Para nosotros quién es Jesús?.

Lo reconocemos como el Hijo de Dios y el Mesías (t 16, 16) Como nuestro Salvador, nuestro Maestro y como nuestro Señor. Como un Ser vivo, viviente y vivificador o como un algo, como un objeto, como un parche que está a nuestra disposición (cf Mc 2, 21) La vida tiene picos y valles, altos y bajos. ¿Cómo nos comportamos en esas encrucijadas? Nos quejamos y lamentamos de él diciendo que no nos escucha y que no es bueno, tal vez vayamos más allá y le digamos que no existe-Cuando uno de nosotros se enferma o se nos muere un ser querido le decimos que él nos envío la enfermedad y la muerte y nos enojamos, y nos quejamos, y le echaos la culpa de todo lo que nos sucede.

Hay enfermedades que vienen de nuestras malas actitudes y de nuestras malas acciones como son la gula y la pereza para no hacer algo de ejercicio- Entremos en nuestro interior y hagamos un examen de nuestra carga y descubramos que somos culpables de nuestra salud- Vayamos con un corazón contrito y arrepentido (Slm 50, 19) y pidámosle perdón por nuestros pecados. No esperemos que toda vez que tocamos la futa nos bailen y que cundo cantemos canciones tristes nos lloren. Tal vez no lo hicimos correctamente y no motivamos lo suficiente para que bailen y lloren. No esperemos que nos vaya bien o quedar bien, eso sería ser fariseos hipócritas.

¿Cómo es nuestro vocabulario para dirigirnos a Dios?

Lo primero es que sea agradecido por todas las bendiciones que nos regala_ La familia, las amistades, nuestros compañeros de trabajo, por la Iglesia, por sus Sacramentos, por el crecimiento espiritual y por muchas otras bendiciones. Démosle gracias por el ser querido que se ha[um1]  muerto. Digamos gracias Señor por el tiempo que lo dejaste con nosotros gracias por las experiencias que compartimos, buenas o malas. Gracias por la experiencia que vivimos con él o con ella.

Después de agradecer a Dios por lo que nos ha acontecido, pidamos con humildad por todas nuestras fallas y por nuestros pecados y todas las omisiones que hacemos. “Pudiendo hacer el bien y no lo hacemos estamos pecando (Snt 4, 17) Con palabras amables, limpias y veraces, pidámosle por todas nuestras preocupaciones y ofrezcamos nuestra vida para ofrecer de nosotros u sacrificio vivo, santo y agradable a Dios que este se nuestro culto espiritual (Rm 12, 1)

Las lenguas amables, limpias y veraces vienen de una fe sincera y de un corazón limpio que pide una mente nueva que está renovándose por la acción del Espíritu Santo para abandonar la fe mediocre y superficial para poder conocer a voluntad de Dios y ponerla en práctica: la santidad, la libertad, la justicia y el gozo que son del reino de Dios (Mt 6, 9; Rm 14, 17) A esto Pablo le llama vivir según la dignidad del Evangelio (Flp 1, 27)

 

 


 

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