EL PROFETA AMOS AL SERVICIO DE DIOS EN EL REINO DEL NORTE

 

  

EL PROFETA AMOS AL SERVICIO DE DIOS EN EL REINO DEL NORTE.

Escuchen estas palabras que el Señor les dirige a ustedes, hijos de Israel, y a todo el pueblo que hizo salir de Egipto: “Sólo a ustedes los elegí entre todos los pueblos de la tierra, por eso los castigaré con mayor rigor por todos sus crímenes.

¿Acaso podrán caminar dos juntos, si no están de acuerdo? ¿Acaso no ruge el león en la selva, cuando tiene ya su presa? ¿Lanza su rugido el cachorro de león desde su cueva, si no ha cazado nada? ¿Cae el pájaro al suelo, sin que se le haya tendido una trampa? ¿Se levanta del suelo la trampa, sin que haya atrapado algo? ¿Se toca la trompeta en la ciudad, sin que se alarme la gente? ¿Hay alguna desgracia en la ciudad, sin que el Señor la mande? Ciertamente el Señor no hace nada sin revelar antes su designio a sus profetas. Pues bien, ya ha rugido el león, ¿quién no tendrá miedo? El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará? (Amós 3, 1- 8)

La Biblia nos habla de los profetas, unos son verdaderos y otros son falsos. El profeta falso habla de parte de cualquier espíritu que no es el espíritu de Dios. Había profetas al servicio del rey, otros al servicio del templo y otros al servicio de los poderosos. Los profetas de Dios generalmente eran laicos, sus oídos, su corazón y su mente estaban al servicio de la escucha de Dios, sus palabras eran palabras del Señor y eran para darlas a conocer con valentía.

Amós era un pastor que vivía en una ciudad llamada Tecoa, que estaba situada a unos 19 kilómetros al sur de Jerusalén. El Señor lo llamó para profetizar al Reino del Norte, o Israel, un llamamiento que no esperaba, pero, que cumplió con obediencia: “Pero Yahveh me tomó de detrás del rebaño, y Yahveh me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel." (Am 7, 15) Su palabra era como la de Elías, de fuego, llegaba al corazón de los hombres, pero era rechazado, como a todo profeta: El sacerdote de Betel, Amasías, mandó a decir a Jeroboam, rey de Israel: «Amós conspira contra ti en medio de la casa de Israel; ya no puede la tierra soportar todas sus palabras”. (Am 7, 10)

Amós profetiza contra el rey y su casa: Serán devastados los altos de Isaac, asolados los santuarios de Israel, y yo me alzaré con espada contra la casa de Jeroboam.» (Am. 7, 9) ¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sión, y de los confiados en la montaña de Samaria, los notables de la capital de las naciones, a los que acude la casa de Israel! Pasad a Kalné y ved, id de allí a Jamat la grande, bajad luego a Gat de los filisteos. ¿Son acaso mejores que estos reinos? Su territorio es mayor que el vuestro ¡Vosotros que creéis alejar el día funesto, y hacéis que se acerque un estado de violencia¡ Acostados en camas de marfil, arrellenados en sus lechos, comen corderos del rebaño y becerros sacados del establo, canturrean al son del arpa, se inventan, como David, instrumentos de música, beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se ungen, mas no se afligen por el desastre de José. Por eso, ahora van a ir al cautiverio a la cabeza de los cautivos y cesará la orgía de los sibaritas. (Am 6, 1- 7)

Amós profetiza contra los sacerdotes: Y ahora escucha tú la palabra de Yahveh. Tú dices: "No profetices contra Israel, no vaticines contra la casa de Isaac." «Por eso, así dice Yahveh: "Tu mujer se prostituirá en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán a espada, tu suelo será repartido a cordel, tú mismo en un suelo impuro morirás, e Israel será deportado de su suelo".»(Am 7, 16- 17) El profeta habla las cosas antes de que sucedan. Esto sucedió en el año 722 en la época de los ninivitas.

Amós profetiza contra los comerciantes: Escuchad esto los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes de la tierra, diciendo: «¿Cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para dar salida al trigo, para achicar la medida y aumentar el peso, falsificando balanzas de fraude, para comprar por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?» (Am 8, 4- 6)

Amós profetiza contra la mujeres ricas: Escuchad esta palabra, vacas de Basán, (también es contra los bueyes de Basán) que estáis en la montaña de Samaria, que oprimís a los débiles, que maltratáis a los pobres, que decís a vuestros maridos: «¡Traed, y bebamos!» (Traed mis amantes). El Señor Yahveh ha jurado por su santidad: He aquí que vienen días sobre vosotras en que se os izará con ganchos, y, hasta las últimas, con anzuelos de pescar. Por brechas saldréis cada una a derecho, y seréis arrojadas al Hermón, oráculo de Yahveh. (Am 4, 1- 3)

Amós profetiza contra la idolatría del pueblo: Trocaré en duelo vuestra fiesta, y en elegía todas vuestras canciones; en todos los lomos pondré sayal y tonsura en todas las cabezas; lo haré como duelo de hijo único y su final como día de amargura. He aquí que vienen días - oráculo del Señor Yahveh - en que yo mandaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahveh. Entonces vagarán de mar a mar, de norte a levante andarán errantes en busca de la Palabra de Yahveh, pero no la encontrarán. Aquel día desfallecerán de sed las muchachas hermosas y los jóvenes. Los que juran por el pecado de Samaria, los que dicen: «¡Vive tu Dios, Dan!» y «¡Viva el camino de Berseba!», ésos caerán para no alzarse más. (Amós 8, 10- 14)

Amos profetiza contra el falso culto: Serán devastados los altos de Isaac, asolados los santuarios de Israel, y yo me alzaré con espada contra la casa de Jeroboam.»(Am 7, 9) Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, no me gusta el olor de vuestras reuniones solemnes. Si me ofrecéis holocaustos... no me complazco en vuestras oblaciones, ni miro a vuestros sacrificios de comunión de novillos cebados. ¡Aparta de mi lado la multitud de tus canciones, no quiero oír la salmodia de tus arpas! (Am 5, 21. 24) El profeta Isaías diría por sus manos están manchadas de sangre (Is 1, 15)

El culto pide obediencia y justicia: Por eso el hombre sensato calla en esta hora, que es hora de infortunio. Buscad el bien, no el mal, para que viváis, y que así sea con vosotros Yahveh Sebaot, tal como decís. Aborreced el mal, amad el bien, implantad el juicio en la Puerta; quizá Yahveh Sebaot tenga piedad del Resto de José. (Am 5, 13- 15)

Amós hace su propia defensa: Respondió Amós y dijo a Amasías: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy vaquero y picador de sicómoros. Pero Yahveh me tomó de detrás del rebaño, y Yahveh me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo Israel." Predica contra el rey, los ricos, los poderosos, contra el pueblo que ha caído en la idolatría conducido por las falsos profetas. Yo no busco hacerme rico con la predicación. No pertenezco a ninguna escuela de profetas, yo tengo mi ranchito con sus cabras, mis gallinas y mis árboles.

El trabajo de Amós como profeta de Dios es denunciar las injusticias sociales y la idolatría. Como también anunciar los caminos de Dios donde no hay caminos. Abrir brecha donde no hay brecha. Pero también consuela donde hay aflicción, donde hay tristeza. Su palabra consuela, enseña y libera, El profeta que denuncia, y anuncia. También renuncia a sus criterios y a sus intereses cuando no son los de Dios. El destino de Amós es el mismo que el de los otros profetas: ser rechazado y despreciado. Jesús dijo a sus discípulos “El mundo los odia porque ustedes me aman, si ustedes me odiaran el mundo los amaría” (Jn 15, 18) El profeta de Cristo no busca quedar bien como tampoco busca que le vaya bien. Ni busca ni fama, ni prestigio ni aplausos ni dinero, Sólo busca la gloria de Dios y el bien de la Iglesia. Es profeta de la Verdad por eso es libre para hablar, para amar y para servir.

Por el Bautismo todos somos sacerdotes, profetas y reyes (1 de Pe 2, 9) Pero dice el adagio: Muchísimos son los bautizados, muchos los creyentes, pocos los practicantes y poquísimos los comprometidos. La profecía es un don de Dios para enseñar, liberar, consolar, salvar y corregir. Muchos bautizados son ateos, mundanos y paganos. Al profeta que no habla se le llama "Perro mudo". 

 

 




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