El Bautismo es
el Sacramento de la Fe
OBJETIVO:
Purificar los
conceptos, criterios y dudas que se tengan acerca del Bautismo y de la fe para
facilitar el entendimiento y el compromiso de la fe.
Iluminación.
“El hombre es justificado por la fe sin las obras de
la ley” (Rom. 1,5; 3, 28) Significa que la salvación es un don gratuito e
inmerecido; nunca es algo debido, sino una gracia de Dios acogida por la fe. De
esta manera el creyente nunca puede gloriarse de sus obras o de su propia
justicia ni apoyarse en sus obras como lo hacía Pablo el fariseo” (Fl, 3, 4- 9)
DESARROLLO DEL TEMA
1.
¿Es
el Bautismo necesario para la salvación? La fe es la exigencia esencial para salvarse,
para conocer, amar y servir al Señor. Jesús en el Evangelio de Juan pide a sus discípulos
creer en Él. “Creen en Dios, crean también en mí”. (Jn. 14, 1) En Mateo y Marcos, el Señor
Jesús, ordena a sus Apóstoles bautizar a ls que crean en su Palabra (cf Mt 28,
20; Mc 16, 15) Por el Bautismo pasamos de la muerte a la vida (cf Jn 3, 1- 5) “Todos ustedes
estaban muertos a causa…”. Dios, el Padre de toda misericordia nos ha dado vida
juntamente con Cristo…y esto no es por méritos personales, sino por la fe…por
la obediencia de Cristo al Padre, y por al amor de Cristo a los hombres”. (Efesios
2, 1-8.) Cristo después de su Resurrección dice a sus discípulos: “Y les dijo:
“Vayan oçpor todo el mundo y prediquen la Buena Nueva. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará”
(Mc. 16, 15-16)
El Origen de la fe. Por lo tanto, la fe
viene por la predicación, y la predicación,
por la Palabra de Cristo” (Rom. 10, 17) La escucha de la Palabra, nos
lleva a la confianza en Dios que se revela, a la obediencia de la fe y al
compromiso cristiano. Por la fe, el
hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su
ser, el hombre da su consentimiento a Dios que se revela; esta respuesta, del hombre a Dios es llamada:
La obediencia de la fe”. (Catic. 143) La Sagrada Escritura nos presenta varios
modelos de la Fe.
Abraham,
el Padre de la fe. La Escritura llama a Abraham el padre de todos los
creyente. Dios pide al patriarca que deje cuanto le pertenece: tierra, patria y
familia para que pueda ser una bendición para los demás (Gn 12,3b) Por la fe
Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y
salió sin saber a donde iba” (Heb. 11,8; Cf Gn. 12, 1-4). Abraham cree en lo
imosible, y el misterio inicia su historia. “Creyó Abraham en Dios y le fue
reputado como justicia” (Rom. 4,3; cf Gn 15, 6) Gracias a esa fe poderosa vino
Abraham a ser el Padre de lso creyentes.
María,
la Madre de la fe. María, por ser modelo de fe es llamada por la iglesia:
“Madre de todos los creyentes.” Dios pide a María una fe que va mucho más allá
del abandono de la tierra y de la familia; le pide el abandono de sí misma;
todas sus ilusiones como mujer quedan truncadas ante la presencia del Ángel.
Ella desea ser madre y tiene que seguir siendo virgen…para ser madre. Ella
realiza de manera más perfecta la obediencia de la fe, creyendo que nada es
imposible para Dios y responde dando su asentimiento: “He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu Palabra” (Lc. 1, 38) Isabel la saludó:”Dichosa la
que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del
Señor” (Lc. 1,45) Por esta fe todas las generaciones te proclamarán
bienaventurada. (cf Lc. 1, 148)
Pablo
de Tarso, pilar de la fe. “Yo sé en quien he puesto mi
confianza” (2 Tim 1, 12). La fe es ante
todo “la adhesión personal del hombre a Dios y a toda la verdad por Él
revelada., es decir, la “voluntad del Padre es que todo aquel que crea en el
que Él ha enviado tenga vida eterna” (Jn 6, 39-40). Creer en su “Hijo amado” en
quien Él tiene todas sus complacencias (cf Mc. 1,11). No podemos creer en Jesucristo y no creer en el Espíritu Santo. Es
Él quien revela y quien actúa en los
hombres para llevarlos a la fe en Jesucristo: Nadie pude decir: “Jesús es
Señor, sino es bajo la acción del Espíritu Santo” (1 de Cor. 12, 1-3). El “Creer”
, no es solamente un acto personal, es también un acto eclesial. Porque la fe,
no es algo subjetivo, nos precede, existía desde antes que cada uno de nosotros
fuera bautizado. Es la fe de la Iglesia que nos precede, engendra, conduce y
alimenta nuestra fe. “La Iglesia es la Madre de todos los creyente. “Nadie
puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre” (San Cipriano)
2.
¿Qué
es entonces la fe? Para comprender lo que es la fe, miremos a Jesús, el
Autor y Consumador de nuestra fe (cf Hb 12, 2).Jesús, el Siervo emprende el
camino hacia Jerusalén para obedecer hasta la muerte. Aceptando su muerte lleva
la fe a su perfección mostrando una confianza absoluta en el que podía salvarlo
de la muerte (Heb. 5,7) Para Jesús la fe es obediencia a su Padre, confianza
ilimitada; abandono en las manos del Padre y vida entregada a favor de todos
los hombres especialmente los menos favorecidos a quienes amó con predilección.
Para
nosotros…digamos primero lo que no es la fe: La fe no es un
algo: un objeto, una cosa que podemos medir, pesar y abarcar. La fe no es un sentimiento. Los
sentimientos humanos son neutros, es decir, ni buenos ni malos, depende la
orientación que se les quiera dar. La
fe no es una teoría como la de Darwin. Toda teoría es la manifestación de
impresiones subjetivas. La fe no es
un conjunto de normas que tengamos que obedecer para salvarnos. Caeríamos en un
fariseísmo legalista, rigorista y perfeccionista. Hombres y mujeres sin
misericordia
Ahora
digamos lo que sí es la fe. Es la respuesta que el
hombre da al amor de Dios, a la Palabra que Él le dirige. Es la decisión de
confiar y abandonarse en Jesús: Es una convicción que sólo en Cristo hay
salvación…(Hechos 4, 12) Fuera de Él todo es muerte. La fe es un don y respuesta:
“He sido yo quien los eligió a Ustedes” (cfr. Jn. 6, 70), nos ha dicho Jesús.
La fe no se puede comprar.
La fe es un
poder. Poder “para vencer el mal y para hacer el bien”, fuerza de Dios para
cambiar la manera de pensar y los criterios mundanos y torcidos. La fe es una vida: “El Padre nos ha dado
vida, esa vida está en Cristo, quien tiene a Cristo tiene vida”. (1 de Jn 5,
14ss) Jesús mismo nos dice quien es El: “Yo soy el camino, la verdad y la
vida”. (Jn 14, 6) “Yo soy la Resurrección y la vida”. (Jn 11, 35) La fe es un “Alguien” que habita por
la fe el corazón del creyente (Ef. 4, 16). Una persona divina que ha tomado
rostro humano: Jesús. El Don de Dios a los hombres, La Palabra hecha carne
mediante la cual fueron creados los mundos; la Vida que el Padre nos da para
que tengamos vida en abundancia. La fe es el camino para apropiarnos de los
frutos de la Redención y de todo lo que Dios en su divina gracia nos ha querido
compartir. Sólo por el camino de la fe podemos conocer a Dios, penetrar sus
Misterios y recibir sus bendiciones espirituales (Ef. 1, 3-10) Por la fe sabemos que en el nombre de
Jesús, y por sus méritos, los pecados son perdonados; los demonios son
expulsados, los enfermos se curan y por él y en él somos hijos de Dios.
3.
¿Qué
implica creer en Jesús? Aceptarlo como nuestro único
Salvador personal: “me amó y se entregó por mí”. (Gál 2, 20) Es mi Redentor:
con su sangre me ha comprado para Dios: “nos ha sacado del reino de tinieblas y
nos ha llevado al reino de la luz” (Col. 1, 13). “Bajo las estrellas del cielo,
solo en el nombre de Cristo Jesús podemos ser salvos”.(Hech. 4, 12)
- Creer en Jesús es adherirse a su persona: hacerse uno con él,
buscando su rostro, su mirada, tener sus pensamientos, sus sentimientos,
sus intereses, sus preocupaciones, sus luchas, (cf Flp 2, 5-8) para hacer
nuestras las promesas y bendiciones del Padre que encontramos en la
Biblia.
- Creer en es aceptar su Palabra como “Norma” para nuestra vida:
Vivir según el Evangelio (Fil. 1, 29), es vivir como hijo de Dios, hermano
de los hombres y servidor de los demás.
- Creer en Jesús es aceptar a Dios como Padre que nos ama, que nos
perdona, que nos salva y que nos da su Espíritu Santo.
4.
Lo
que exige el creer en Jesús: El Catecismo de la
Iglesia nos dice que la fe es la adhesión personal a Dios que se revela en
Cristo. Implica la inteligencia y la voluntad del hombre que acepta la
Revcelación que Dios hace de sí mismo mediante sus obras y sus palabras. (Catic
176)
- Confianza infinita en Dios que se nos ha manifestado en Cristo
Jesús. Se abandonó incondicional en las manos del Padre. “Yo sé en quien
he puesto mi confianza”. “Quien pone su confianza en Él, no queda
defraudado”. (2Ti. 1,12)
- Obediencia a su Palabra: “Haced lo que os diga” (Jn. 2, 5) Sin
obediencia a la Palabra de Dios no hay salvación.
- Disponibilidad para servirle, aunque no te dejen: “No he venido a
ser servido, sino a servir” (Mt 20, 28)
- Sentido de pertenencia: somos del Señor, de Aquel que nos ha
redimido, que ha pagado el precio por nosotros. (1 de Cor. 3, 21)
5.
¿Dónde
no hay fe? No hay fe donde hay orgullo. La soberbia es el peor
enemigo de la fe: presunción, machismo, vanidad, etc. No hay fe donde
hay avaricia: ambición desmedida por las riquezas, fraudes, opresión y
explotación a los demás.
No hay fe donde hay lujuria: adulterio, fornicación,
pornografía, etc. No hay fe donde hay
envidia: chismes, críticas, calumnias, falsos testimonios. No hay fe donde
reina el pecado. No hay fe, aunque recemos y prendamos velas, mientras se
oprima a los demás.
Pablo VI Habló de una fe que no salva, la fe objetiva:
creer en los dogmas de la Iglesia pero sin vivirlos. La fe que sí salva, la fe
subjetiva: vivir lo que se cree: es la obediencia de la fe. Es la fe sincera,
que brota de un corazón reconciliado y justificado por el sacrificio redentor
de Cristo.
6.
Los
frutos de la fe. Hemos dicho que nadie se salva sin la fe; pero de la
misma manera hemos de decir, que nadie se salva sin las obras. Obras que han de
ser manifestación de la fe, de la presencia de Cristo en el corazón (cf Snt 2,
14). Los frutos de la fe son las Obras de Misericordia y los frutos del
Espíritu: El amor, la paz, la justicia,
etc. (Gál. 5, 22) Todo lo anterior nos lleva a decir que el Bautismo es
el fundamento de toda la vida cristiana; es la puerta para entrar a la Iglesia y nos abre el acceso a los demás
sacramentos y a la vida según el Espíritu, la vida en Cristo. Digamos entonsces
que el Bautismo es: Es don y tarea; es
llamada y compromiso.
Nos bautizamos para ser
cristianos, es decir, para recibir la “Gracia de Dios” que se nos da en Cristo.
En Él somos hijos de Dios, y en Él, recibimos la salvación. Nos bautizamos para vivir en Cristo y ser
conducidos por su Espíritu que nos transforma y nos capacita para entregar
nuestra vida al estilo de Jesús. Su muerte y su Resurrección dan sentido a
nuestra vida.
Una
mirada a María, la Madre del Salvador, nos ayudará a comprender lo que es la
fe. Para la Madre la fe es “don de Dios”, “es confianza y abandono en la manos
de Dios” “es apertura a la acción divina”, “es acogida de la voluntad de Dios”, es “entrega y servicio a su Pueblo.” Podemos
de esta misma manera comprender porque la Iglesia llama a María “la hija
predilecta del Padre” y “la Madre de los creyentes” (Lc 1, 38. 46- 55)
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