5. EL BAUTISMO Y LA CONVERSIÓN .

 

5. EL BAUTISMO Y LA CONVERSIÓN .

Objetivo: Ayudar a entender la voluntad de Dios y la necesidad de conversión para poder apropiarse de los frutos de la redención de Jesucristo.

 

Iluminación. Entonces Yahvé me dijo: Si vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca (Jer 15, 19)

 

DESARROLLO DEL TEMA

 

 El Bautismo es el Sacramento de la primera conversión. La conversión según la misma Sagrada Escritura es volver a nacer de Dios (Jn. 3, 1-5). La primera conversión es el “paso de la muerte a la vida, “de las tinieblas a la luz”, del pecado a la gracia”.  El Espíritu Santo es quien realiza esta conversión, quien la afirma y desarrolla. El nos hace entrar en el Reino de Dios. A nosotros se nos pide tan sólo ser dóciles a la acción amorosa del Espíritu, y con un humilde y agradecido sí, responder a la voluntad salvífica de Dios.

 

¿Qué significa convertirse?  "Cristo nos adquirió con su muerte". (2 Cor. 5, 15), nos sacó de la tinieblas y nos llevó al Reino de la luz (Col 1, 13). Convertirse quiere decir ser arrancados del poder de las tinieblas, y recibir un puesto en el Reino de la luz maravillosa de Dios. Porque Cristo mismo es la luz de todos los que van a Él, de todos los que a Él se convierten (Jn 8, 12). Dios quiere santificar su "Nombre", lo hace cada vez que alguien es sacado del pecado, crucificado con Cristo y revestido de la Gracia Santificante. Hermosa realidad que no obliga, la fe no se impone, implica creer en Jesucristo para pasar del paganismo, de la idolatría, de una vida mundana y pecaminosa a Jesucristo, Redentor, Salvador y Señor de la Vida Nueva.

 

¿Cómo entender la conversión? La doctrina de Pablo nos dice: “Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo.” (Rm 10, 17) “Todos ustedes estaban muertos a causa de los pecados en que vivían…pero Dios os ha dado vida en Cristo Jesús” (Ef. 2, 1- 4). La conversión es el paso de la muerte a la vida: de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia; de la esclavitud a la libertad. La conversión aparece entonces como “un paso”: del Judaísmo a Cristo; de las obras muertas de la carne a Cristo; de las obras del Diablo a Cristo. Esa es la fe bautismal. El paso de la muerte a la vida por los méritos de Jesucristo.

 

El fin de la conversión cristiana. La conversión es un llenarse, empaparse y revestirse de Cristo, y por ende, del Amor, de la Verdad y de la Vida” (Jn. 14, 6) Lo que exige un “Vaciarse de sí mismo”. “Un despojarse del hombre viejo, para revestirse de Cristo, en justicia y santidad (Ef. 4, 23- 24) Por el bautismo somos portadores de las semillas de la reconciliación, embajadores de Cristo, con la misión de reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos mismos. (2 Cor. 5,17-20) Todo lo anterior se realiza en nuestra vida por medio del Bautismo: La puerta para entrar a la Iglesia.

 

La importancia de la conversión. ¿De qué se trata? La Iglesia nos dice que la conversión es un tema siempre viejo y siempre nuevo. Tema que debe ser siempre ser predicado y ser actualizado. No predicar la conversión sería dejar de ser fieles al Mensaje de Jesús.  Al hablar de conversión hemos de tener presente que el Antiguo Testamento y el Nuevo son inseparables. El contenido fundamental del Antiguo Testamento está resumido en el mensaje de San Juan Bautista; <<Convertíos>>. No se puede llegar a Jesús sin el Bautista; no es posible llegar a Jesús sin responder a la llamada del Precursor. Más aun, Jesús asumió el  mensaje de Juan en la síntesis de su propia predicación: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). La Nueva creación y reconciliación de la humanidad con Dios y con la Iglesia en Cristo Jesús, es el modelo de nuestra conversión. Lo viejo ha pasado, lo que ahora hay, todo es nuevo. Para Pablo “la conversión consiste en el abandono de los ídolos para volverse y servir al Dios vivo y verdadero”: (I Tes. 1, 9) La palabra griega para decir <<convertirse>> (ne: metanoeo; convertirse) significa: “Cambiar de mentalidad”. Poner en tela de juicio el propio modo de vivir y el modo común de vivir. “Dejar entrar a Dios en los criterios de la propia vida”, “No juzgar ya simplemente según las opiniones corrientes”.

¿Cómo comprender hoy la conversión? “Dejar de vivir como viven todos.” “Dejar de obrar como obran todos”. “Dejar de sentirse justificados en actos dudosos, ambiguos, malos por el hecho de que los demás hacen lo mismo.” “Comenzar a ver la propia vida con los ojos de Dios, no estar pendientes del juicio de la mayoría de los demás, sino del juicio de Dios”,  en otras palabras, buscar otro estilo de vida, una vida nueva. La conversión: significa salir de la autosuficiencia, aceptar la propia debilidad, la necesidad de los demás, y la necesidad de Dios, de su perdón y de su amistad. Es salir de sí mismo para ir al encuentro con la “Realidad”: Dios, los demás, las cosas,  los valores que están al interior del ser humano como suspiros o anhelos esperando ser descubiertos y realizados. La conversión es la humildad de entregarse al amor del Otro. Amor que se transforma en medida y en criterio de mi propia vida. Si la conversión no es al amor, sencillamente no nos hemos convertido.

 

Dimensión social de la conversión. Ciertamente la conversión es ante todo un marco de personalismo; es personalización: “yo renuncio a vivir como todos”, “ya no me siento justificado por el hecho de que todos hacen lo mismo que yo”. “Encuentro ante Dios mi propio yo, mi responsabilidad personal.” Pero la verdadera personalización es también una socialización nueva y profunda, se pasa “del yo al nosotros”, “del mío al nuestro”. No hay duda, la conversión de cualquier hombre hace bien a todos. Cuando el corazón del hombre cambia, cambian también las estructuras: la familia. La educación, la política, la religión, etc. El hombre sólo se realiza en la comunión con otros; en el intercambio interpersonal de valores, de dones, de servicios. Otros enseñan al pecador que se convierte a caminar en la fe, en la esperanza y en la caridad.

        

¿Cómo explicar hoy la conversión? Como una invitación gozosa del Señor que nos llama a vivir con Él la Eternidad. Es un momento de gracia. Dios en Jesús, Buen Pastor, se acerca y a cada uno de los invitados a sentarse a su Mesa Les muestra que andan equivocados y les invita a volverse al camino que lleva a la casa del Padre. “Mi Padre les ama, esa es la razón por la que estoy con ustedes”. ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Qué necesitas para realizarte y ser hombre en plenitud? “He venido para que tengas vida y la tengas en abundancia” (Jn 10, 10)

 

¿Qué es lo que Dios espera de nosotros? Jesús se ha acercado a los hombres para hacerles entender que andan errados, equivocados, sin sentido; que han convertido sus vidas en un “Caos”, y sin embargo no reprocha ni recrimina. ¿Qué hace? El profeta Óseas la explica diciendo: “Cuando Israel era niño Yo lo amé, y de Egipto llamé a mi Hijo. Con cuerdas de ternura lo atraía hacía mí? (Os. 11, 1ss). Lucas bajo la unción el Espíritu en “la parábola de la Oveja perdida describe la experiencia de los discípulos de Jesús: “La tomó en sus manos, la atrajo hacía él, se inclinó para darle de comer, la pone junto a su mejilla, para luego ponerla sobre sus hombres y caminar con ella hacia el encuentro con la comunidad” (cf Os 11,4; Lc 15, 4).

 

¿Cómo entender la conversión como don y respuesta? Podemos decir que la conversión es además repuesta humana a la invitación divina. Es acogida del Plan de Dios. Acogida del “Don de la Gracia”. Pablo después de su encuentro con el Señor Resucitado en el camino del Damasco pudo decir: “Qué Cristo habite por la fe en vuestros corazones para que cimentados y enraizados en el amor, podáis comprender la altura, la anchura, la longitud y la profundidad del amor de Cristo que supera todo saber, todo poder, todo placer y todo tener (El 3,15ss)

 

¿Qué implica la conversión cristiana? La conversión a Jesucristo exige el reconocimiento de nuestros pecados y el cambio radical de la mente y del corazón. (cf Jn 16, 8; Rm 10, 17) Cambio de actitudes: “No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras y revestíos, del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador. (Col. 3, 9) Los hombres somos llamados a renovar el espíritu de nuestra mente para llegar a conocer la voluntad de Dios (Rom 12, 2). Pensar con la mente de hijo y con corazón de hermano. Permítame decirlo sin rodeos: convertirse es llegar a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Esto lo podemos decir con tres palabras: Convertirse es “Llenarse de Cristo”  Podemos decir que  la conversión es la transformación de la mente y del corazón mediante la acción poderosísima del Espíritu de Dios: “de cueva de ladrones”, el que se convierte a Jesucristo es transformado a “casa de Dios”; en casa de oración. (cf Mt 21, 12- 16; Lc 19, 45- 47; Jn 2, 13- 16) )

 

La conversión es volver a la Casa del Padre. Para san Lucas la conversión es un encuentro con el buen Pastor que busca a las ovejas perdidas hasta encontrarlas. (cf Lc 15, 1- 4) Es encuentro con el Padre del Cielo y con los hijos que habían abandonado la “Casa”. Miremos al “Hijo Pródigo,”(cf Lc 15, 11ss) convertido en “Caos”, sumergido en una vida sin sentido...pero con una chispa de “Esperanza”...En los hijos pródigos que no existe esta “Esperanza”, en su lugar hay “Miseria humana”. La esperanza consiste en saber que allá, en el lugar que antes se había abandonado, y en donde se habían pasado los mejores y más felices épocas de la vida, espera una Mesa servida, con manteles largos, manjares suculentos y vinos exquisitos.  Esperan los brazos y el perdón de un Papá que añora y desea el regreso de sus hijos ausentes. “Volveré a la Casa de mi Padre y le diré: “Padre mío...he pecado... no soy digno...” (Lc. 15, 18) Y se levantó, entró en sí... Y se puso en camino.” El camino de regreso a casa no se hace solo, no obstante se haga en medio de muchas debilidades, contigo está la oración de una madre o de una Iglesia que anhela el regreso y la salvación para sus hijos, pero de manera única y especial, con el que vuelve, está la mano y la mirada cariñosa del Buen Pastor. El Profeta Jeremías lo comprendió y lo dijo: “Hazme volver y volveré”. (Jer 31, 18)

 

La conversión es vencer al mal con el bien. (Rm 12, 21) “Cuando todavía estaba lejos”... (Lc. 15, 20) Dios es Amor que atrae y que impulsa, se dispone a hacer justicia...va al encuentro de su hijo, al que atrae hacía Él con cuerdas de ternura: lo acoge, lo abraza, lo baña con lágrimas de Gozo. Con cuanta razón dice el Papa Juan Pablo que la Redención es la Religión de vencer el Mal: es derrotar el mal en cualquiera de sus formas. El hijo va preparado, comienza un discurso pensado y repensado muchas veces: “Padre he pecado contra el Cielo y contra Ti...” El Padre que no había dicho ni media Palabra, lo acalla con sollozos y con sus besos, no le permite terminar su discurso, en el amor del Padre, no hay tiempo para las palabras, para reprimendas, no hay tiempo ni lugar para regaños. Su justicia no es como la justicia de los hombres, El Padre de toda misericordia vence, derrota el Mal, amando y perdonando, dando misericordia al pecador. El Padre no dice palabra alguna al hijo que tiene en sus brazos, cuando Él habla,  es para comunicar su Gozo a los de Casa, a sus amigos que también llama servidores y para dar les las últimas  instrucciones para la “Fiesta”:

 

“Pronto, uno de ustedes corra a la mejor tienda y traiga para mi hijo el mejor vestido...” a otro, corra a la relojería y traiga para mi hijo el mejor anillo... a otro corra a la zapatería y traiga para mi hijo los mejores zapatos... a otro corra a la carnicería  y traiga para la fiesta de mi hijo el novillo gordo... a otro corra y traiga para la fiesta de mi hijo la mejor música...y comenzó la fiesta...” (Lc. 15, 11ss) ¿No nos sabe todo esto a signos sacramentales, especialmente al Bautismo y a la Eucaristía? Vestido, (revestidos de Cristo) anillo,(expresa la dignidad de hijos) zapatos, (el poder del Espíritu) comida ( La Eucaristía). Todos estos son signos salvíficos, que descubren las “Gracias del Jubileo”, Gracias mediadas que Dios hace llegar al pecador por medio de sus sirvientes, por medio de la Iglesia, por medio de los Sacramentos.

 

A modo de conclusión. La conversión a la luz de la Encarnación es acoger a Jesús en el corazón y asumir su Evangelio como norma de nuestra vida. Es hacer a Cristo experiencia de vida al estilo de María que por su “Fíat” permitió que el Verbo de Dios se hiciera carne en su seno. Es algo así como quedar embarazados con la Luz, la Verdad, el Amor y la Vida de Cristo. Eso es lo primero, lo demás viene por añadidura. Lo demás es derrotar el mal que está en nosotros. Cristiano es aquel que se sabe hijo de Dios y hermano de los hombres en Cristo. Razón, por la cual,  los cristianos no podemos tener la mente y los criterios del mundo. No podemos ser mundanos. El Señor nos llama a enfrentarnos a la vida con una mente nueva,  llena de los criterios evangélicos y con un corazón renovado, rebosante de los sentimientos de Jesús. Corazón renovado es el de aquellos hombres que se han lavado en la sangre del Cordero, en la Fuente de la Misericordia divina.

 

Siempre será la iniciativa divina. Jesús, Buen Pastor se acerca al pecador para decirle que anda equivocado y para invitarlo a que se vuelva a la Casa del Padre. Nuestra respuesta es aceptar la más bella de las verdades: “Mi Padre les ama” son las palabras de Jesús  a las ovejas descarriadas que se dejan encontrar por el Pastor de las ovejas; estas son aquellas que reconocen su existencia o su hastío por la vida; aquellos que reconocen que no pueden salvarse a sí mismos, que se han equivocado, que necesitan ayuda y que esa ayuda, sólo puede venir de Cristo, el Hijo Eterno del Padre. Podemos preguntarnos: “Sí El Señor no quiere discursos de nuestra parte,... El Salmista diría: “Un corazón contrito Tú no lo rechazas” (Sal. 50, 19). No tengo miedo decirlo, a la luz de mi propia experiencia, me atrevo a decir que lo que Dios espera de nosotros pecadores es el deseo de cambiar de vida...un deseo oculto de Dios...un deseo de entrar en su descanso, rompiendo con la ayuda de la Gracia, las ataduras y los yugos de la servidumbre de los ídolos.

 

Aplicación a nuestra vida. La conversión es una respuesta con la vida a la Voluntad de Dios. Sí Dios ha sido tan generoso, ¿por qué no dar a los demás de lo que hemos recibido?....daré mi  perdón al que me haya ofendido, daré mis vestidos, al desnudo; daré mi amor a quien lo necesite...Dejaré actuar en mí la acción del Espíritu de Dios. (Purificación) Me  consagro al Señor. (Santificación) Y me  dono y entrego a la misión del Redentor. Quiero ser misionero en acto y no solo en potencia. Quiero gritar al mundo que sólo Cristo basta. Me propongo, con la ayuda de la gracia de Dios ofrecer desde hoy sacrificios y oraciones por los demás, especialmente por los más alejados. Me pongo en camino con celo de almas; quiero ser mensajero de la paz y promotor del bien común. Pongo desde hoy, todos los dones que el Dios generoso me regalado, al servicio de mi familia pobre: la Iglesia.

 

“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os proporcionaré descanso.  Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.  Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mt 11, 28- 30)

 

        

Llamados a ser hombres y mujeres comprometidos

con la Obra del Señor

 

 

Objetivo: Iluminar a los creyentes para que valoren la importancia del compromiso cristiano y dediquen tiempo y energías a buscar su lugar en el Cuerpo de Cristo para ser colaborados de Cristo.

 

DESARROLLO DEL TEMA:

 

Del Encuentro con Jesucristo al compromiso cristiano. “Salió de nuevo por la orilla del mar. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.  Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió. (Mc 2, 13- 14) Dios llama a los suyos para estar con él y para enviarlos a predicar su Evangelio de amor a todos los hombres.

 

 “Cum pro missio” “Enviados con otros, en favor de otros” Todo compromiso implica cierto grado de madurez, de experiencia, de vida. Podemos afirmar que el compromiso cristiano hunde sus raíces en la experiencia de encuentro con Jesús, resucitado, experiencia que se encarna, que deja huella, y que es como el motor de la vida cristiana. Creemos por eso que el compromiso nace de una doble certeza: La certeza de que Dios me ama y que yo también  lo amo a Él. El término compromiso significa: “Enviados con otros, en favor de otros” Para ayudar a otros a ser persona y más persona; para ayudar hacerse humano y cristiano. Comprometerse para ayudar a otros a vivir  con más dignidad  El compromiso es con el Señor, que elige llama y envía. Pero también con la Iglesia que busca, llama y envía en el nombre del Señor Jesús.

 

“Yo estaré con ustedes hasta el fin de los siglos.” El compromiso cristiano es fruto de una libertad afectiva que va encarnando una doble certeza: La certeza de ser amado por Dios. Saber que mi Padre me ama, me perdona, me salva y me ha dado el don de su Espíritu. Y la certeza de que también yo lo amo, hago su voluntad y guardo sus Mandamientos. Cuando así es entonces puedo tomar la firme determinación de seguir a Cristo, de servirle y dar mi vida por Él y por los Él que ama. Ahora  me comprometo con otros y a favor de otros, y  acepto todo lo que eso implica. Decimos con el profeta Isaías: “Heme aquí, envíame a mí  Señor”. (Is 6, 9)

 

La clave del compromiso. Es el pertenecer a Cristo. Pertenece a Cristo quien lo ama. “Además, los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.” (G´l 5, 24) La clave es  “Ser de Cristo”. Todo el que es de Cristo es una nueva creación (1 Cor 5, 17) Por lo tanto ama a Cristo y acepta el evangelio como “norma de vida para su vida”: “vivir según el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.[1]  Esto implica tres cosas: “En guerra santa contra mi pecado. Ejercitarse en Obediencia santa a la palabra de Dios. En la práctica de toda clase de obras buenas. (cf Ef 4, 13) El compromiso evangélico ha de estar libre de egoísmos, envidias, deseos de venganzas, odios, etc.. sin violencia y libre de toda opresión. Cuando somos de Cristo encarnamos la disponibilidad para, en su nombre desprendernos de personas, de cosas o de otros apegos que no nos dejan realizar nuestras vidas a la luz del Plan de Dios. (cf Ef 1, 3- 8)

 

El sentido del compromiso es la pertenencia a Cristo. Es el reconocer que soy propiedad exclusiva de Cristo, miembro de su cuerpo me hace pensar que también soy propiedad de la Iglesia,  y por o tanto también de mi comunidad parroquial. La regla de oro de la vida cristiana es “Ser de Cristo”. (cf Gál 5, 24)  Ser su propiedad particular: es vivir para el, que me amo y se entregó a la muerte por mi[2], es vivir  en su voluntad teniendo el Evangelio como norma de la vida, recordando siempre el evangelio de María: “hacer lo que el nos diga”[3], solamente entonces podemos decir que todo lo de Cristo es nuestro, y nosotros somos de él.[4]  Para ser libres nos liberó Cristo (Gál , 1. 13). Somos libres en la medida que nuestra vida se fundamenta en la Verdad y en el Amor para que seamos capaces de amar sin que nos cuesten tantos esfuerzos

 

La ley del compromiso es el Amor. El amar a los hermanos al estilo de Jesús[5]. La Ley del compromiso me sumerge en la vida nueva, rompiendo siempre con esclavitudes: saliendo del pecado y viviendo para Cristo en el Espíritu Santo. Guardar el Mandamiento Nuevo exige estar muriendo a uno mismo y viviendo para los demás en Cristo Jesús. El que ama a Cristo guarda sus Mandamientos y sus palabras (cf Jn 14, 21. 23) y ama a su prójimo, de manera que ya cumple la Ley y los profetas,

 

El camino del compromiso es el servicio.  El estilo de  vida, estilo único que implica: “Un ser para los demás.” Un regalo para la humanidad. Esto exige, entre otras cosas: No vivir solo para sí mismo, eso es egocentrismo, es individualismo, es inmadurez humana. Lo que exige:  Un culto más auténtico” Una devoción más fervorosa”Un sacrificio más global” “Una vinculación más estrecha”  Una vida más entregada” como lo pide el Señor Jesús: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que acabo de hacer con vosotros. (Jn 13, 13- 15)

 

Que cada cual ponga al servicio de los demás los dones que haya recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Dios nos llama, y sí Dios nos llama ¿Cómo debe de ser nuestra respuesta? Tiene que ser inmediata. Dios nos llama a ser sus colaboradores en la reconstrucción del universo y de la Iglesia, el camino exige doblegar nuestra voluntades, para tomarnos de la mano de Jesús y de los hombres, si nos soltamos de la mano del hombre, nos damos cuenta que nos estamos soltando de la mano de Jesús y no tendremos fuerzas para caminar juntos de nuevo en nuestro recorrido hasta la presencia de Dios. El camino también implica que vayamos desapareciendo (Jn 3, 30), vaciándonos de nosotros mimos, aprendiendo a ser invisibles para no realizar actos religiosos con el fin que nos vea la gente, de quedar bien, o de que nos vaya bien (Mt 6, 1ss), recordando siempre que somos colaboradores de Cristo y que a él le estamos sirviendo (1Ccor 4, 1; 3,9) “Que cada cual ponga al servicio de los demás los dones que haya recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios.” (1 Pe 4, 10)

 

Finalidad del compromiso es la gloria, la honra a Dios y el amor y el servicio a los hombres. “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de vanagloria; se trata más bien de un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio!”  Efectivamente, a pesar de sentirme libre respecto de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda.” (1 Cor 9, 16. 23) El objetivo no es otro, que la construcción de la Comunidad Cristiana. Comunidad  fraterna, solidaria y servicial, en la cual se recibe la vida trinitaria; se vive y se comparte con los hermanos la salvación de Dios manifestada en Cristo Jesús (cf Rm 3, 21). Este objetivo, implica una doble mirada, a Dios y a la comunidad, queremos que el pueblo florezca. Con el impulso del Espíritu, entre otras cosas: Buscamos fortalecer los vínculos de la comunidad, Ayudamos a recordar que nadie puede resistir solos contra el mal, Anunciamos que ya estamos reconciliados con Dios en la Cruz de Jesús. Abrimos campos de acción para que nadie esté inactivo. Tratamos de alentar a tener un corazón nuevo a los que nos rodean,

 

El fundamento de la comunidad cristiana. “Pues nadie puede poner otros cimientos que los ya puestos: Jesucristo.” ( 1 Cor 3, 11) La comunidad cristiana ha de tener como fundamento a Cristo, o no es cristiana, es decir, no es comunidad fraterna. En esta comunidad se ha de cultivar la Civilización del Amor. La construcción de esta  Comunidad implica cultivar, entre otras cosas: un sentido de igualdad fundamental, vivir en la verdad, practicar la justicia y la libertad interior. Las bases de la comunidad cristiana son cuatro: El amor, que hecha fuera el odio. La verdad que hecha fuera la mentira. La vida que hecha fuera a la muerte. La libertad, que hecha fuera la esclavitud.

         

Las bases de la Comunidad Cristiana son los valores del Reino que el Papa Juan XX111 recomienda a la Iglesia y a la humanidad para lograr tener unas relaciones armoniosas y pacificas entre los hombres. Pero que, a la misma vez responden a la acción del Espíritu en los cristianos para respondan a la vocación original de configurarse con Cristo (Fil. 2, 5) y reproducir su Imagen (Rom. 6, 29). Las bases son el fundamento del edificio espiritual, realidad que es posible con el Poder de Dios y con nuestras decisiones personales; es un camino de conversión que permite expulsar los demonios de nuestro interior y de nuestra comunidad de acuerdo a las palabras del Evangelista Lucas (cnf. Lc 16, 16).

 

Los frutos de la Comunidad Cristiana. Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. (cf Hech 2, 42- 47)

Los frutos nacen del Apostolado, es decir, de la Evangelización son innumerables, de acuerdo a las necesidades de la Comunidad, sin embargo podemos resaltar algunos frutos que resultan de las tres vertientes de la acción pastoral: Pastoral profética (cf Mt (28, 19- 20) La Pastoral litúrgica: Celebrar la fe (cf 1 Cor 11, 25) La Pastoral de la caridad (Jn 13, 13. 34) Una Pastoral al estilo del Buen Pastor (Lc 15, 1ss) Lo que implica: La alegría del Anuncio (1 9, 16) Para salir fuera a llevar la Buena Nueva. (Mc 16, 15) Para sanar de miedos, traumas, heridas de la vida (Mt 10, 8s) Para llevar a los hombres a la reconciliación e integración de comunidades. (Ef 4,1ss) Los frutos de la fe son los valores del Reino: El compartir, la dignidad, la solidaridad y los servicios  El fruto de la Pastoral de la Comunidad el hombre nuevo y las comunidades nuevas. El fruto puede ser de dos dimensiones; en la parte espiritual y en la parte material.   En la parte espiritual tenemos las virtudes, los valores del Reino, los frutos y los dones del Espíritu Santo (Is 11, 2). Esto es a lo que Pablo llama la riqueza de la Palabra (Col. 3, 16); en otras palabras, la parte espiritual es la “Santidad” sin la cual nadie verá al Señor. La parte material implica los lugares apropiados para realizar “los apostolados”, los medios de evangelización: libros,  Biblia, la radio, la televisión, el periódico, etc. Y esto cuesta, razón por la que todo católico debe ser co-responsable del Apostolado de la Iglesia.

 

“Jesucristo, siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre —no sólo cuando estaba presente, sino mucho más ahora que estoy ausente—, trabajad con sumo cuidado por vuestra salvación, pues es Dios quien, por su benevolencia, realiza en vosotros el querer y el obrar.” (Flp 2, 12- 13) No hagamos de la salvación nuestro negocio, pues la salvación es un don gratuito e inmerecido, pero no barato. Don de Dios pagado a precio de Sangre. Cristo Jesús murió para el perdón de nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna. (Rm 4, 25) Los que predican y enseñan sobre la “teología de la prosperidad” no han entendido el Evangelio de Jesucristo. “Que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8, 9) Hacer del Evangelio nuestra fuente de negocios o riquezas, no es grato a Dios, es una abominación, es “vomito” según lo dice la Escritura (Apoc 3, 15) “Efectivamente, los que viven según la carne desean lo que es propio de la carne; mas los que viven según el espíritu buscan lo espiritual. Ahora bien, las tendencias de la carne desembocan en la muerte, mas las del espíritu conducen a la vida y la paz, ya que las tendencias de la carne llevan al odio de Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden.

 

Así que los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece” (Rm 8, 5- 9) Recordemos Cristo Jesús, el siervo de los pobres que nos invita a ser como él: pobre, humild y mans de corazón (Flp 2, 5- 8; Mt 11, 29) Pablo, el siervo de Jesucristo nos invita a enriquecer a otros con nuestra pobreza. “A nadie damos ocasión alguna de tropiezo, para que nadie se mofe del ministerio;  antes bien, nos manifestamos en todo como ministros de Dios, soportando con frecuencia tribulaciones, necesidades y angustias;  azotes, cárceles y algaradas; fatigas, desvelos y ayunos.  Y lo hacemos con nobleza, ciencia, paciencia y bondad, con la ayuda del Espíritu Santo y apoyándonos en una caridad sincera; ofreciendo un mensaje veraz y contando con el poder de Dios; usando las armas de la justicia a diestra y siniestra.” Nuestra vida discurre entre el honor y el agravio, entre la calumnia y la buena fama. Nos tienen por impostores, aunque somos veraces; por desconocidos, aunque nos conocen bien; por moribundos, aunque estamos vivos; por castigados, aunque no condenados a muerte; por gente triste, aunque estamos siempre alegres; por pobres, aunque enriquecemos a muchos. En fin, creen que no tenemos nada, aunque todo lo poseemos. (2 Cor 6, 3- 10)

 

 

 

 

TEMA 8: LA IGLESIA  DE CRISTO

 

Objetivo: Obtener un conocimiento mas profundo del Misterio de la Iglesia, el Plan de Dios sobre ella y sobre su quehacer r en el mundo que nos lleve a amarla y servirla          

 

 

I:    CANTO Y ORACIÓN

 

1.     Canto: Iglesia Peregrina.

2.     Oración: La Oración del Padre Nuestro.                                                                                            

                                                                                                   

II.                  POSIBLES PREGUNTAS

 

1.     ¿Qué entiende la gente por Iglesia?    

2.     ¿Quiénes forman la Iglesia?

3.     Cuáles son las imágenes más comunes para hablar de la Iglesia?         

 

 

III.                           DESARROLLO DEL TEMA.

 

La Iglesia como Cuerpo místico de Cristo nos hace comprender que todos los cristianos estamos unidos entre nosotros y con Cristo por la caridad y el Espíritu Santo; que el Señor dio diversas funciones en su Iglesia y que cada quien debe cumplir su función para el bien de toda la Iglesia.

 

8.1.     La Iglesia: La Asamblea de Dios

 

La Iglesia debe entenderse como una asamblea convocada por el Padre, que camina para volver a Él (cf LG 1). La palabra “Iglesia” significa “convocación,” “Asamblea de los elegidos que han creído en Cristo y se han hecho bautizar.(Catic 751)

 

1.      La Iglesia es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero.

2.      La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales.

3.      La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo. (Catic 752)

4.      La Iglesia como comunidad visible sigue las huellas de Cristo, vive y se nutre de Él cumpliendo su mandato de trasmitir la salvación a todos los hombres y en todo tiempo hasta su vuelta.

 

El Concilio nos descubre la voluntad de Dios acerca de la Iglesia: “Fue voluntad de Dios el santificar y el salvar a los hombres, no aisladamente sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente (LG 9)

 

 

8.2      La Iglesia Misterio de Comunión

 

La Iglesia se confiesa a sí misma como un “Misterio de Comunión en tensión misionera”. Con la Palabra Misterio quiere decir que es a la vez una realidad visible y una realidad espiritual: que está en la historia, pero que al mismo tiempo la trasciende. Visible y a la vez invisible, realidades que solo pueden ser vistas con los ojos de la fe.

 

Las dos dimensiones de la Iglesia pueden ser expresadas con dos palabras íntimamente relacionadas: Comunión y comunidad. La comunión es la participación en la misma vida Trinitaria, y por lo tanto, don gratuito que nos da Cristo a través del Espíritu Santo

 

La comunión no es perceptible pero se manifiesta creando comunidad. Comunidad fraterna donde nos acogemos mutuamente como hermanos, nos sentimos responsables unos de los otros, compartimos los bienes espirituales y materiales que hemos recibido de Dios. Razón por la que decimos que la Iglesia es la “comunidad en la que recibimos, vivimos y compartimos el don de la “comunión.” La “comunión es el alma de la “comunidad” y la “Comunidad” es la manifestación de la “Comunión”.

 

 

8.3.     La Iglesia  Pueblo de Dios.

 

Como Iglesia somos el pueblo consagrado a Dios. Distingamos siempre esto: cuando decimos el pueblo de Dios no aludimos al pueblo en general. Es una pretensión de los grupos humanos quererse constituirse en intérpretes del pueblo. El pueblo es muy autónomo, muy variado, muy pluriforme. Nadie puede arrogarse: "Yo soy la voz del Pueblo". Por eso, el pueblo de Dios es el grupo de los seguidores de Dios, es el grupo de los hombres y mujeres que inspirados en la fe en Jesucristo, celebran los sacramentos de la Iglesia e inspiran en la palabra divina su conducta; para hacerse más agradables a Dios y, desde su unión con Dios, ser un pueblo que sea luz, sal y fermento para el pueblo en general. Esto es la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia, haciéndose eco del Concilia Vaticano, dice que el pueblo de Dios tiene características que lo distinguen de los otros pueblos:

 

1.      Es el pueblo de Dios; Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero El ha adquirido para sí pueblo de aquellos que antes no eran pueblo: “una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa” (1 Pe 2, 9)

2.      Se llega a ser miembro de esta cuerpo, no por el nacimiento físico, sino por “el nacimiento de arriba”, “del agua y del Espíritu” (Jn 3,3-5). Por la fe en Cristo y el Bautismo.

3.      Este Pueblo tiene por Cabeza a Jesús el Cristo. “la unción de Cristo, Cabeza fluye de la cabeza al Cuerpo, es el “pueblo Mesiánico”.

4.      La identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo”.

5.      “Su Ley, es el Mandamiento Nuevo:” Amar como el mismo Cristo nos amó (Jn 13, 34) Esta es la Ley nueva del espíritu” (Rom 8,2)

6.      Su misión es ser luz, sal y fermento del mundo (cf Mt 5,13-14)

7.      “Su destino es el reino de Dios. Que él mismo comenzó en este mundo, que ha de ser extendido hasta que él mismo lo lleve a su perfección” (LG 9; CATIC 782)

8.4.           El origen de la Iglesia

 

La Iglesia se siente asamblea convocada por el Padre, que camina para volver a Él (LG 2) Dios envió a su Hijo a salvar a todos los hombres, ese es su deseo:”Que todos los hombres lleguen a la salvación y al  conocimiento de la verdad (cf 2 Tim 2, 4). La Iglesia es el sacramento de unidad en la que Dios se une íntimamente a los hombres y realiza la unidad de todo el género humano (LG 1)

 

Vino el Hijo enviado por el Padre e instauró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y con su obediencia reveló nuestra redención. Nuestro Señor Jesucristo con la predicación de la Buena Nueva, milagros y exorcismos comenzó la fundación de su Iglesia.  Siguiendo la voluntad de su Padre llamó  a sus discípulos: “Venid en pos de mí, seguidme, les dice…que os haré pescadores de hombres. (Lc 5,10) De entre el grupo de discípulos  eligió a los Doce (Mt 10,5-7; Mc 3, 13ss; Lc. 6,12-16). Los Doce han sido llamados, elegidos, investidos de autoridad y poder y enviados expresamente por Jesús a predicar el Evangelio, a curar a los enfermos y a expulsar a los demonios.

 

Jesús de entre los Doce eligió a Simón  a quien llamó Pedro como cabeza visible de su Iglesia, y le dijo: “Te eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del Mal no prevalecerán sobre ella” (Mt 16, 17).

 

El Apóstol Juan ve en la muerte de Jesús, al ser traspasado su corazón por la lanza del soldado, el nacimiento de la Iglesia: “Y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,34) Muchos de los Padres de la Iglesia han visto en el agua el símbolo el Bautismo y en la sangre la Eucaristía, y en estos dos sacramentos, el signo de la Iglesia, nueva Eva, que nace del nuevo Adán. Jesús muere, y con su sangre compra para Dios su Padre un Pueblo de su propiedad; con su Resurrección Jesús comienza un “estado nuevo”, que ya no conoce la muerte; El acontecimiento de la Resurrección de Jesús de entre los muertos; es “el centro de nuestra fe” y representa además, la máxima revelación de Dios; la Resurrección de Jesús establece la comunidad apostólica como fundamento y norma de la Iglesia para todas la épocas. En la Resurrección nace el “Hombre Nuevo”, El Cristo total: Cabeza y Cuerpo

 

Después de la muerte-resurrección y ascensión del Señor Jesús, la Iglesia se reúne al alrededor de la María, la Madre de Jesús; estaban los Doce, algunas mujeres, y algunos familiares de Jesús, el número de los reunidos era de unos 120 personas (Hech 1, 12.15) El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra el “Cumplimiento de la Promesa” “Dentro de pocos días recibiréis el Poder de lo Alto (cf Hech 1, 8): En Pentecostés, Jesús bautiza a su Iglesia con el Espíritu Santo, “Y así toda la Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”(LG 4). En Pentecostés, con la Fuerza del Espíritu comienza el crecimiento de la Iglesia.

 

8.5.           El Gran Envío         

 

Jesús durante su vida terrena llama a sus discípulos, les revela las palabras de su Padre; les llama “pequeño rebaño”, al final da su vida por ellos y en la última cena pone en sus manos el “El Mandato de continuar en la historia “su Pascua, la Eucaristía.”

 

Después de su Resurrección confirma lo que en vida había prometido. Jesús pregunta a Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿Me amas más que estos?” Le dice él: “Señor tu sabes que te quiero”. Le dice Jesús apacienta mis corderos. Vuelve a decirle por segunda vez: “Simón hijo de Juan, ¿Me amas?” Le dice él: “Señor tu sabes que te quiero” Le dice Jesús apacienta mis ovejas”. Le dice por tercera vez:”Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Y le dijo:”Señor, tu lo sabes todo; tu sabes que te quiero” Le dice Jesús: apacienta mis ovejas.” (Jn 21, 15ss)

 

“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues  haced  discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 19-20)

 

“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc. 16, 15)

 

“Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, así cómo el padre me envió, Yo los envió a ustedes. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo “Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados les quedaran perdonados… ” (Jn 20,21ss)

 

Razón suficiente para decir que la Iglesia hunde sus raíces  en la  eternidad: El Padre fuente de todo envío, es también la fuente del origen de la Iglesia.

 

            8.6.     Imágenes de la Iglesia (LG 7; Catic 753-757)

 

1.      La Iglesia redil, cuya única y obligada puerta es Cristo (Jn 10, 1-10). Es también una grey, de la que el mismo Dios se profetizó pastor. (Ez 34, 11ss)

 

2.      La Iglesia es labranza o arada de Dios (cf 1 Cor. 3, 9) En ese campo crece el árbol de olivo, cuya raíz santa fueron los patriarcas, y en la cual se realizó y se concluirá la reconciliación de los judíos y de los gentiles (cf Rom 11, 13-26). El Dueño de la “viña” la plantó como “viña escogida” de la cual Cristo es la Vid verdadera, que comunica vida y fecundidad a los sarmientos  que somos nosotros, que permanecemos en Él por medio de la Iglesia, y sin Él nada podemos hacer. (Jn 15, 1-5)

 

3.      La Iglesia construcción y edificación de Dios. (1 de Cor 3, 9) Los Apóstoles y los profetas construyen la Iglesia sobre el “fundamento” que es Cristo (cf 1 de Cor 3, 11; Ef 2, 20). Nosotros entramos como piedras vivas de esa construcción por       nuestro bautismo (1 de Pe 2, 5). La “Construcción”, Edificio espiritual cimentado en los Profetas y  en los Apóstoles tiene siempre como fundamento Cristo, la “La Piedra Angular”.

 

a.    Casa de Dios fundamento de la verdad (1 de Tim 3, 15)

b.    Familia habitación de Dios en el Espíritu (Ef 2, 19-22)

c.       Templo santo, representado en los templos de piedra. Templo que no fue     construido por la mano del hombre, sino, por la acción poderosa de Dios.

d.      La Iglesia la Jerusalén de arriba y madre nuestra (Gal 4, 26cf Apoc. 12,17)  San Juan en el Apocalipsis describe a la Iglesia como la esposa inmaculada del Cordero Inmaculado (Apoc. 19, 7; 21, 2-9) “Cristo, la amó y se entregó por ella para santificarla” (Ef. 5,25-26); se unió a ella en alianza indisoluble, “la alimenta y la cuida (Ef. 5, 29) y la cuida sin cesar” (LG 6)

e.       

8.9.     Las Propiedades de la Iglesia

 

De la Iglesia de Cristo que acabamos de describir, afirmamos en el Credo que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Se trata de cuatro cualidades o atributos que le concede el mismo Cristo por el Espíritu Santo y que nos permiten profundizar aún más en su naturaleza y misión.

 

a)     La Iglesia es una.

La Iglesia de Cristo aunque reúne a diferentes pueblos y culturas, y presenta en sus miembros una gran diversidad en dones, cargos, condiciones y modos de vida, es una y única. Escuchemos a san Pablo decirnos que la Iglesia tiene un solo Señor, confiesa una sola, nace de un solo Bautismo, forma un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, y está orientada hacia una única esperanza (cf Ef. 4, 3-5). Podemos explicitar lo que afirma el Apóstol a través de tres afirmaciones

 

1.      La Iglesia es una por su origen: nace y está hecha a imagen del único Dios, tiene un único Fundador, Cristo, y está animada por el único Espíritu.

2.      La Iglesia es una por el principio interior que la mueve: el amor, que tiende a superar todas las divisiones.

3.      La Iglesia es una por los vínculos visibles, que la convierten en comunidad única:

 

a). La profesión de una misma recibida de los Apóstoles

b). La celebración común del culto divino

c). La sucesión apostólica de los pastores, que conservan la concordia de toda la familia de          Dios.

 

            b) La Iglesia es santa.

Es evidente que todos los miembros de la Iglesia somos pecadores, por lo que, desde este punto de vista, la Iglesia está necesitada siempre de purificación y conversión. A pesar de ello, confesamos que la Iglesia es santa. ¿En qué sentido?

 

1.         La Iglesia es santa porque, unida a Cristo, está santificada por El a través del Espíritu.

2.            La Iglesia es santa porque, por Cristo y con Cristo, es santificadora, es decir, posee los                      medios por los que Dios nos santifica: el depósito de la fe, los sacramentos, los ministerios.

3.                 La Iglesia es santa porque produce frutos de santidad, aunque se trate de una santidad que             todavía no ha llegado a la perfección, excepto en María, en quien la Iglesia es ya    enteramente santa.

 

            c).  Iglesia es católica.                                         

1.                              La palabra católica, que significa universal o total, tiene también un doble sentido:

2.                              La Iglesia es católica porque posee la plenitud de los medios de salvación que le dado Cristo: confesión de la fe recta y completa, vida sacramental integra y ministerio ordenado en la sucesión apostólica

3.                              La Iglesia es católica porque ha sido enviada por Cristo a la totalidad del género humano.

 

            d). La Iglesia es apostólica.

1.                  Con esto queremos decir que está fundada sobre los Apóstoles, en un triple sentido:

2.                  Ha sido y permanece edificada sobre el fundamento de los testigos escogidos y      enviados por el mismo Cristo.

3.                  Guardar y trasmite con fidelidad la enseñanza de los apóstoles.

4.                  Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles, a través de aquellos que les suceden en el ministerio pastoral: el colegio de los obispos, a quienes ayudan los presbíteros, con el sucesor de Pedro, que es el supremo pastor de la Iglesia.

 

 

                        e) La Iglesia es perseguida

Esta es la quinta nota de la Iglesia de Cristo, ya que si recorremos la historia nos damos cuenta que las persecuciones y los sufrimientos son la herencia que Cristo legó a su Iglesia.

 

1.      “Si a mí me han perseguido a ustedes también los perseguirán” (Jn 15,20)

2.      “Os envío como corderos en medio de lobos…,os entregaran a los tribunales y en las sinagogas os azotarán” (Mt 10, 16-18)

3.      “Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre” (Mt 24, 9)

4.      “En el mundo habéis de tener tribulaciones, pero confiad: Yo he vencido al mundo” (Jn 16, 23)

5.      “Todos los que quieran vivir virtuosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones” (2 Tim 3, 12) mi causa os azotarán

 

Si la Iglesia nunca fuera perseguida dejaría de identificarse con la Iglesia de Cristo. El Señor nos salvó por el camino de la cruz; desde su misma infancia el rey Herodes arremetió contra el Niño para darle muerte; de grande durante su vida pública fue rechazado por los suyos; al final de sus días le dieron muerte, y muerte de cruz. No obstante Pedro y los discípulos no lo entendieron Cristo Resucitado les abrió la mente y les explicó las Escrituras: “¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrara en su Gloria, según el vaticinio de los profetas” (Lc 22, 25-26)

 

Después de Pentecostés, apenas acaba la Iglesia de nacer y ya es perseguida: A pedro y Juan se les mete en  la cárcel (Hech 4) La dispersión de  la comunidad primitiva (Hech 5, 18); Degollación de santiago el Mayor (Hech 12,1ss)

 

Las persecuciones en Roma contra la Iglesia a partir del año 64 con el emperador Nerón y que culminaron con Juliano el Apóstata dieron a la Iglesia miles y miles de mártires. No hay duda los sufrimientos son pruebas enviadas por Cristo a su Iglesia, pero es bueno también recordar las palabras que  Señor dio a  su Iglesia por medio del apóstol Pablo: “Los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros” (Rom 8,18)

 

            8.10.   La Misión de la Iglesia

 

La misión esencial de la Iglesia es evangelizar, es decir, hacer que los hombres participen en la comunión (Vida Trinitaria). Pero, ¿cómo se hace esto? ¿Qué tareas o acciones necesita llevar a cabo la Iglesia para evangelizar?

Leamos el Catecismo de la Iglesia católica que resume la enseñaza del Concilio en la Constitución Lumen Gentium, afirma: Jesucristo es Aquel a quien el Padre ha constituido Sacerdote, Profeta y Rey. Todo el pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas. (Catic. 733)

 

El segundo planteamiento se fija más en las distintas etapas o pasos que ha de recorrer el hombre para ser evangelizado.

 

Veamos como se encuentra la acción de la Iglesia desde cada uno de estos planteamientos.

 

            8. 11.  Las tres funciones.

 

El libro de los Hechos de los Apóstoles, al hablar de la primera comunidad cristiana que surge después de Pentecostés, dice: Perseveraban en oír la enseñanza de los Apóstoles, en la Comunión, en la fracción del Pan y en la oración. [6] Aquí se apuntan las tres grandes funciones que la Iglesia ha de realizar, tanto para mantener la cohesión interna como para conseguir nuevos adeptos:

 

a). La función profética: escuchar y proclamar la palabra de Dios. Esta primera función da lugar a actividades diferentes según sean los destinatarios o las ocasiones en que se tenga que realizar: primer anuncio, catequesis, predicación, reflexión teológica, etc.

 

b). Función sacerdotal: celebrar la pre4sencia salvadora de Cristo en la Liturgia y en la oración: Eucaristía, Sacramentos, año litúrgico, fiestas, oración, comunitaria y personal devociones…

                

c). la función real: vivir el amor como servicio, tanto con los hermanos en la fe como con los que aún no pertenecen a la comunidad: vivir la fraternidad, compartir los bienes, atender a los pobres, hacer inmundo más justo y hermano.

 

“Cuando terminó de lavarles los pies y se volvió y se volvió a poner el manto, se sentó a la mesa y dijo: ¿Entienden lo que he hecho con Ustedes? Ustedes me llaman: Maestro y Señor. Y dicen verdad, pues lo soy: Si yo, siendo el Señor y el Maestro les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado ejemplo, Para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes…” (Jn 13, 25-28)

 

La Iglesia existe para servir. En el seno de la Iglesia nadie vive para sí mismo. Se vive para el Señor, es decir, la Iglesia es el Sacramento desde donde Cristo santifica, guía, reconcilia y unifica a los hombres, con Dios y entre ellos mismos. La tarea es de toda la Iglesia, de todo bautizado.

 

 

TEMA 11. El Compromiso Cristiano

 

 

Objetivo: Iluminar a los creyentes para que valoren la importancia del compromiso cristiano y dediquen tiempo y energías a buscar su lugar en el Cuerpo de Cristo.

 

         DESARROLLO DEL TEMA:

 

Del Encuentro con Jesucristo al compromiso cristiano. “Salió de nuevo por la orilla del mar. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.  Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió. (Mc 2, 13- 14)

Todo compromiso implica cierto grado de madurez, de experiencia, de vida. Podemos afirmar que el compromiso cristiano hunde sus raíces en la experiencia de encuentro con Jesús, resucitado, experiencia que se encarna, que deja huella, y que es como el motor de la vida cristiana. Creemos por eso que el compromiso nace de una doble certeza: La certeza de que Dios me ama y que yo también  lo amo a Él. El término compromiso significa: “Enviados con otros, en favor de otros” Para ayudar a otros a ser persona y más persona; para hacerse humano y cristiano. El compromiso es con el Señor que elige llama y envía. Pero también con la Iglesia que busca, llama y envía en el nombre del Señor Jesús.

 

“Yo estaré con ustedes hasta el fin de los siglos.” El compromiso cristiano es fruto de una libertad afectiva que va encarnando una doble certeza: La certeza de ser amado por Dios. Saber que mi Padre me ama, me perdona, me salva y me ha dado el don de su Espíritu. Y la certeza de que también yo lo amo, hago su voluntad y guardo sus Mandamientos. Cuando así es entonces puedo tomar la firme determinación de seguir a Cristo, de servirle y dar mi vida por Él y por los Él que ama. Ahora  me comprometo con otros y a favor de otros, y  acepto todo lo que eso implica. Decimos con el profeta Isaías: “Heme aquí, envíame a mí  Señor”. (Is 6, 9)

 

2.  La clave del compromiso.

 

“Además, los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.” (G´l 5, 24) La clave es  “Ser de Cristo”. Todo el que es de Cristo es una nueva creación (1 Cor 5, 17) Por lo tanto ama a Cristo y acepta el evangelio como “norma de vida para su vida”: “vivir según el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.[7]  Esto implica tres cosas: “En guerra santa contra mi pecado. Ejercitarse en Obediencia santa a la palabra de Dios. En la práctica de toda clase de obras buenas. (cf Ef 4, 13) El compromiso evangélico ha de estar libre de egoísmos, envidias, deseos de venganzas, odios, etc.. sin violencia y libre de toda opresión. Cuando somos de Cristo encarnamos la disponibilidad para, en su nombre desprendernos de personas, de cosas o de otros apegos que no nos dejan realizar nuestras vidas a la luz del Plan de Dios. (cf Ef 1, 3- 8)

 

El sentido del compromiso es la pertenencia a Cristo. Es el reconocer que soy propiedad exclusiva de Cristo, miembro de su cuerpo me hace pensar que también soy propiedad de la Iglesia,  y por o tanto también de mi comunidad parroquial. La regla de oro de la vida cristiana es “Ser de Cristo”. (cf Gál 5, 24)  Ser su propiedad particular: es vivir para el, que me amo y se entregó a la muerte por mi[8], es vivir  en su voluntad teniendo el evangelio como norma de la vida, recordando siempre el evangelio de María: “hacer lo que el nos diga”[9], solamente entonces podemos decir que todo lo de Cristo es nuestro, y nosotros somos de él.[10]  Para ser libres nos liberó Cristo (Gál , 1. 13). Somos libres en la medida que nuestra vida se fundamenta en la verdad, seamos capaces de amar sin que nos cuesten tantos esfuerzos

 

La ley del compromiso es el Amor. El amar a los hermanos al estilo de Jesús[11]. La Ley del compromiso me sumerge en la vida nueva, rompiendo siempre con esclavitudes: saliendo del pecado y viviendo para Cristo en el Espíritu Santo. Guardar el Mandamiento Nuevo exige estar muriendo a uno mismo y viviendo para los demás en Cristo Jesús. El que ama a Cristo guarda sus Mandamientos y sus palabras (cf Jn 14, 21. 23) y ama a su prójimo, de manera que ya cumple la Ley y los profetas,

 

El camino del compromiso es el servicio.  El estilo de  vida, estilo único que implica: “Un ser para los demás.” Un regalo para la humanidad. Esto exige, entre otras cosas: No vivir solo para sí mismo, eso es egocentrismo, es individualismo, es inmadurez humana. Lo que exige:  Un culto más auténtico” Una devoción más fervorosa”Un sacrificio más global” “Una vinculación más estrecha”  Una vida más entregada” como lo pide el Señor Jesús: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que acabo de hacer con vosotros. (Jn 13, 13- 15)

 

Que cada cual ponga al servicio de los demás los dones que haya recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Dios nos llama, y sí Dios nos llama ¿Cómo debe de ser nuestra respuesta? Tiene que ser inmediata. Dios nos llama a ser sus colaboradores en la reconstrucción del universo y de la Iglesia, el camino exige doblegar nuestra voluntades, para tomarnos de la mano de Jesús y de los hombres, si nos soltamos de la mano del hombre, nos damos cuenta que nos estamos soltando de la mano de Jesús y no tendremos fuerzas para caminar juntos de nuevo en nuestro recorrido hasta la presencia de Dios. El camino también implica que vayamos desapareciendo (Jn 3, 30), vaciándonos de nosotros mimos, aprendiendo a ser invisibles para no realizar actos religiosos con el fin que nos vea la gente, de quedar bien, o de que nos vaya bien (Mt 6, 1ss), recordando siempre que somos colaboradores de Cristo y que a él le estamos sirviendo (1Ccor 4, 1; 3,9) “Que cada cual ponga al servicio de los demás los dones que haya recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios.” ( 1 Pe 4, 10)

 

Finalidad del compromiso es la gloria, la honra a Dios y el amor y el servicio a los hombres. “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de vanagloria; se trata más bien de un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio!”  Efectivamente, a pesar de sentirme libre respecto de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda.” (1 Cor 9, 16. 23) El objetivo no es otro, que la construcción de la Comunidad Cristiana. Comunidad  fraterna, solidaria y servicial, en la cual se recibe la vida trinitaria; se vive y se comparte con los hermanos la salvación de Dios manifestada en Cristo Jesús (cf Rm 3, 21). Este objetivo, implica una doble mirada, a Dios y a la comunidad, queremos que el pueblo florezca. Con el impulso del Espíritu, entre otras cosas: Buscamos fortalecer los vínculos de la comunidad, Ayudamos a recordar que nadie puede resistir solos contra el mal, Anunciamos que ya estamos reconciliados con Dios en la Cruz de Jesús. Abrimos campos de acción para que nadie esté inactivo. Tratamos de alentar a tener un corazón nuevo a los que nos rodean,

 

El fundamento de la comunidad cristiana. “Pues nadie puede poner otros cimientos que los ya puestos: Jesucristo.” ( 1 Cor 3, 11) La comunidad cristiana ha de tener como fundamento a Cristo, o no es cristiana, es decir, no es comunidad fraterna. En esta comunidad se ha de cultivar la Civilización del Amor. La construcción de esta  Comunidad implica cultivar, entre otras cosas: un sentido de igualdad fundamental, vivir en la verdad, practicar la justicia y la libertad interior. Las bases de la comunidad cristiana son cuatro: El amor, que hecha fuera el odio. La verdad que hecha fuera la mentira. La vida que hecha fuera a la muerte. La libertad, que hecha fuera la esclavitud.

         

Las bases de la Comunidad Cristiana son los valores del Reino que el Papa Juan XX111 recomienda a la Iglesia y a la humanidad para lograr tener unas relaciones armoniosas y pacificas entre los hombres. Pero que, a la misma vez responden a la acción del Espíritu en los cristianos para respondan a la vocación original de configurarse con Cristo (Fil. 2, 5) y reproducir su Imagen (Rom. 6, 29). Las bases son el fundamento del edificio espiritual, realidad que es posible con el Poder de Dios y con nuestras decisiones personales; es un camino de conversión que permite expulsar los demonios de nuestro interior y de nuestra comunidad de acuerdo a las palabras del Evangelista Lucas (cnf. Lc 16, 16).

 

7. Los frutos de la comunidad Cristiana

 

Que nacen del Apostolado, es decir, de la Evangelización son innumerables, de acuerdo a las necesidades de la Comunidad, sin embargo podemos resaltar algunos frutos que resultan de las tres vertientes de la acción pastoral: (profética, litúrgica y social)

 

1.     Ministerio de la enseñanza: Pastoral profética (cf Mt (28, 19- 20)

2.     Ministerio de Liturgia: Celebrar la fe (cf 1 Cor 11, 25)

3.     Ministerio de acogida al estilo del Buen Pastor (Lc 15, 11ss)

4.     Ministerio de animación: La alegría del Anuncio (1 9, 16)

5.     Ministerio de acompañamiento: nadie camina solo (Lc 24, 13ss)

6.     Ministerio de envío: salir fuera a llevar la Buena Nueva. (Mc 16, 15)

7.     Ministerio de sanación: sanar de miedos, traumas, heridas de la vida (Mt 10, 8s)

8.     Ministerio de la unidad: reconciliación e integración de comunidades. (Ef 4,1ss)

9.     Ministerio de la comunión: intercambio de bienes, que nadie pase necesidades. (Hech 2, 42- 47)

 

El fruto de la comunidad puede ser de dos dimensiones; en la parte espiritual y en la parte material.   En la parte espiritual tenemos las virtudes, los valores del Reino, los frutos y los dones del Espíritu Santo (Is 11, 2). Esto es a lo que Pablo llama la riqueza de la Palabra (Col. 3, 16); en otras palabras, la parte espiritual es la “Santidad” sin la cual nadie verá al Señor.

 

La parte material implica los lugares apropiados para realizar “los apostolados”, los medios de evangelización: libros,  Biblia, la radio, la televisión, el periódico, etc. Y esto cuesta, razón por la que todo católico debe ser co-responsable del Apostolado de la Iglesia

 

 

IV.    APLICACIÓN A NUESTRA VIDA

        

1.             Revisar mi compromiso apostólico a la luz de mi Bautismo.

2.             Me decido a seguir a Cristo y hacer de Él mi Maestro.

3.             Responderé al Señor aún en las pequeñas cosas.

4.             Me propongo reesforzar mi vida de oración de intercesión a favor de toda mi         Iglesia

5.             Trataré de ayudar a otros a ser responsables de su compromiso bautismal.

 

 

 

V:          ENCUENTRO CON LA PALABRA

                            Lea y Medite: Ef. 4, 28

 

VI.            CANTO, ORACIÓN Y DESPEDIDA

 

VII.        TAREA

 

                        Memorizar: Jn 13, 34

 

 

 



[1] Filipenses 1, 27-29

[2] Gálatas 2, 19-20

[3] Juan 2, 5

[4] 1 de Corintios 3, 21

[5] Juan 13, 34

 

[7] Filipenses 1, 27-29

[8] Gálatas 2, 19-20

[9] Juan 2, 5

[10] 1 de Corintios 3, 21

[11] Juan 13, 34

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