LOS HOMBRES SON CREADOS POR DIOS PARA VIVIR EN SINODALIDAD.
Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una
ayuda adecuada.» (Gn 2, 18) La mujer es la ayuda adecuada para el hombre, y
esta es la ayuda adecuada para la mujer. Los padres son la ayuda adecuada para
los hijos, y estos son la ayuda adecuada para sus padres, Los hermanos son la
ayuda adecuada para los hermanos. Y todo ser humano es ayuda adecuada para los
demás.
El hombre solo no se realiza, necesita de su “media naranja.” El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo
y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda
adecuada. (Gn 2, 20) La mujer será la ayuda adecuada para el hombre.
Hombre y mujer poseen una misma naturaleza y una misma dignidad.
Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño
sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando
el vacío con carne. (Gn 2, 21)
Creados el
uno para el otro, llamados a vivir en sinodalidad, es decir, caminar juntos,
compartir la vida con la pareja: “Lo que es mío es tuyo y lo que es tuyo es
mío.” “Y vivir el uno para el otro” “De la costilla que Yahveh Dios había
tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste
exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será
llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.” (Gn 2, 22-23) Ésta es de mi misma naturaleza,
de igual dignidad, es mi pariente más cercano, es mi prójima.
Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. “Por eso deja el hombre a su padre y
a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”. (Gn 2, 24)
Estaban en gracia de Dios, sin malicia. “Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se
avergonzaban uno del otro.” (Gn 2, 24-
25) Vivían en armonía entre ellos, con Dios y con la naturaleza. Llevaban con
ellos los dos primeros Mandamientos: Cultiven y protejan su jardín. El hombre y
la mujer son protagonistas en la Obra de Dios, El segundo es: Y Dios impuso al
hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, más del
árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres
de él, morirás sin remedio.»(Gn 16- 17). Les da el libre albedrío, son libres
para hacer el bien o hacer el mal..
Siglos más
tarde en el libro del Deuteronomio les dirá: “Frente a ti esta la vida y la
muerte, la felicidad y la desdicha, el bien y el mal. Eres libre para hacer lo
que quieras” (Dt 30, 15ss) Siglos más tarde les repite lo mismo: “Frente a ti
está el agua y el fuego mete la mano donde tú quieras” (Eclo 15, 11) El hombre
decidió ser responsable de sus actos, decidió hacerse humano.
El mal no viene de Dios. ¿De dónde viene?
Viene del hombre engañado por el Diablo que engañó a Eva y Adán, nuestros
primeros padres. Nosotros por el pecado de ellos nacemos sin la gracia de Dios,
necesitados de toda Misericordia.
La caída en el pecado, entró la
muerte, La serpiente era
el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y
dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los
árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del
fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del
jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó
la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien
que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses,
conocedores del bien y del mal.» Y como viese la mujer que el árbol era bueno
para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su
fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les
abrieron a entrambos los ojos, y se dan cuenta de que estaban desnudos; y
cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores. (Gn 3, 1- 7)
Tres demonios entran en acción: el engaño, la parálisis y la
frustración. Engañados ya no pueden mirarse con amor, sino con los ojos de la
carne, se dan cuenta que están desnudos de los dones de Dios, ha entrado la
malicia a sus corazones y experimentan la división y la muerte espiritual.
Experimentan la frustración y el vacío de amor y de Dios.
Ya el hombre caído no puede buscar a
Dios. Es Él quien busca al hombre. “Oyeron
luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la
hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh
Dios por entre los árboles del jardín.”
Yahveh
Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» Este contestó: «Te oí andar por
el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.» El replicó:
«¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del
que te prohibí comer?» (Gn 3, 8- 11)
Se ha rota la solidaridad entre los
dos, el hombre y la mujer. Dijo
el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.» Dijo,
pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La
serpiente me sedujo, y comí.» (Gn 3, 12- 13) Adán culpa a la mujer y la mujer
culpa a la serpiente
La
maldición sobre la serpiente.
Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas
entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre
caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
El proto evangelio, la promesa de
salvación, podrán volver al Paraíso. El día de Cristo. “Enemistad pondré entre ti y la mujer,
y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su
calcañar.” (Gn 3, 15)
Las
consecuencias del pecado. A
la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con
dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará. Al
hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del
que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga
sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. (Gn 3, 16- 17)
Adán
y Eva salen del Paraíso llevando con ellos una Promesa. Y le echó Yahveh Dios del jardín de
Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. Y habiendo
expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de
espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida. (Gn 3, 23- 24)
Volverán
a comer del Árbol de la Vida, el día de Cristo, por la fe podrán sentarse a la
Mesa y comer de sus frutos (Apoc 2, 7)
¿POR
QUÉ LA SERPIENTE? Cuando el pueblo de Israel iba por el desierto, en la tierra
de Canaan, encontraron el templo de Astarte, un templo dedicado a la
prostitución sagrada. Frente al templo estaba levantada una serpiente de bronce
enrollada en un palo, Moisés para no dejar que los hombres entraran en el
templo a prostituirse les dijo: La serpiente es el diablo que engaño a nuestros
primeros padres. Y así lo escribieron en la Biblia doscientos años después. El
Diablo es un espíritu perverso y pervertidor.
La enseñanza de Pablo sobre el
pecado. Pero ahora, independientemente de la
ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los
profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen -
pues no hay diferencia alguna; todos
pecaron y están privados de la gloria de Dios y son justificados por el don de su gracia, en
virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, (Rm 3, 21. 24)
Por tanto, como por un solo hombre entró el
pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos
los hombres, por cuanto todos pecaron;(Rm 5, 12)
Pero gracias a Dios, vosotros, que
erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de
doctrina al que fuisteis entregados, y liberados del pecado, os habéis hecho
esclavos de la justicia. Hablo en términos humanos, en atención a vuestra
flaqueza natural -. Pues si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como
esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente
ahora a la justicia para la santidad. Pues cuando erais esclavos del pecado,
erais libres respecto de la justicia. ¿Qué frutos cosechasteis entonces de
aquellas cosas que al presente os avergüenzan? Pues su fin es la muerte. Pero
al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la
santidad; y el fin, la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte;
pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rm
6, 17-23)
¿Qué tenemos que hacer para tener
vida eterna? Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos
en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo; por quien hemos obtenido
también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún; nos gloriamos hasta en
las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia, la
paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no
falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado. (Rm
5, 1-5)
La justificación por a fe nos
da el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo, es decir, nos da Vida eterna-
El pecado
que no se perdona ni en esta vida ni en la otra. Es el pecado contra el Espíritu
Santo, el espíritu de Dios. La obra del Espíritu Santo es hacer que el mundo crea
en Jesús, para que creyendo se salve. Bajo las estrellas del cielo, Jesús es el
único Salvador, fuera de Cristo no hay salvación (Hch 4, 12) Despreciar la
persona de Jesús, el Envido del Padre, rechazar su Mensaje y su Obra, a ¿Dónde iríamos
a buscar la salvación? Quien desprecia la Obra del Espíritu Santo no cree en Jesucristo,
el Salvador de los hombres. Permanece en la muerte.
¿Cuál es la
voluntad de Dios.? La fe nos deja luz, poder y amor, para que reconozcamos
nuestros pecados, rompamos con ellos y nos amemos. La voluntad de Dios es que
no pequemos (1 de Jn 2, 1-2) Que guardemos sus mandamientos. Que rompamos con
el pecado para participar de la Naturaleza divina (2 de Pe 1, 4) La voluntad de
Dios es que aborrezcamos el mal y que amemos apasionadamente el bien (Rm 12, 9)
Y que creamos en Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros como Él nos
ha amado (1 de Jn 3, 23) La voluntad de Dios es nuestra conversión y la
salvación de todos los hombres, la salvación es un don gratuito, pero no barato.
Hay que creer y convertirse en Jesucristo. (Mc 1, 15; Mt 4, 17)
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