5.
EL HOMBRE ES UN PAN QUE SE COMPARTE
Ven Espíritu Santo, ven
a nuestras vidas, a nuestros corazones, a nuestras conciencias. Mueve nuestra
inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que Dios quiere decirnos a
través de su Hijo, Jesús, el Cristo. Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se haga vida en nosotros.
- Orar es invocar el Nombre de Dios.
Para un cristiano
invocar el Nombre de Dios es afirmar su Presencia en medio de nosotros (Mt.18,
20). La Oración que nos garantiza la presencia de Dios es la Oración
Comunitaria en la cual, unidos con otros hermanos nos dirigimos juntos a un
mismo y único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
2.
El
Fundamento de la verdadera oración.
El fundamento de toda
oración es la fe. Creer que Dios nos ama, y su amor se ha manifestado en
Jesucristo, su Hijo, nacido para nuestra Salvación. Por la fe, toda oración
debe apoyarse en las Promesas de Dios misericordioso, compasivo, y nunca en
nuestros méritos personales. “Todo lo que pidan al Padre en mi Nombre…”.
Podemos afirmar que Dios es Fiel. El siempre cumple lo que promete porque nos
ama sin límites. El es la “Roca”, El es eternamente firme para llevar a
cumplimiento hasta los más mínimos detalles de sus promesas. Sin embargo hemos
de tener presente que Dios no nos escucha por que hagamos maravillas, ni por
que nos gastemos trabajando por su causa, ni porque hablemos con palabras
elegantes y rebuscadas, eso podría llevarnos a caer en una oración farisaica
que nos haría pensar que nosotros, lo que somos y tenemos lo hemos ganado a punta
de oración. Aunque haya cierta verdad, no debemos olvidar que lo que somos es
obra de la Misericordia de Nuestro Buen Padre.
Lo que nunca debemos
olvidar es lo que el Señor Jesús afirma de su propia oración: “Mi Padre siempre
me escucha, porque yo hago lo que a Él le agrada” (cfr Jn 14, 31) Como legado
suyo el Señor quiso dejar a sus discípulos una oración que fuera modelo para
todas las generaciones: “El Padre nuestro”, es y será siempre modelo de oración
para todos los servidores del Reino de Dios: “Hágase tú voluntad”. Aceptar la
voluntad de Dios y someterse a ella es ya una oración de ofrecimiento, de
donación y de entrega”.
- El Origen de la Oración.
En la Oración Dios
siempre toma la iniciativa, pero a la misma vez espera nuestra respuesta para que
se dé el diálogo. La respuesta que nosotros le damos a Dios aparece como
nuestra búsqueda de su Rostro y de Reino. Nuestra oración no ha de ser
desesperada ni llena de angustia porque el Señor es Paz y Orden.
Orar para un ministro
de Cristo es aceptar la noche fría, la aridez, el cansancio, etc. Orar para un
ministro es dialogar con su Señor, recibir los secretos de su corazón e interceder por los hermanos, por la
Comunidad a la cual debe amar hasta el extremo. Quien intercede por los demás,
va adquiriendo un sentido profundo de hermano y de amigo de Dios al estilo de
Moisés. Para san Pablo su oración era parte esencial de su ministerio; “Me
pongo de rodillas delante del Padre…” (Ef 3, 14ss) De día y de noche oraba por
los que habían creído en Cristo Jesús por las palabras que les había predicado
(Ef 1, 15; Col 1, 3ss; 1 Tes 2, ). Para el Apóstol la oración era un parto
permanente: “Sufro dolores de parto por ver a Cristo formado en ustedes” ( )
- Exigencias de la Oración.
La verdadera oración
tiene exigencias fundamentales y esenciales: que sea íntima, es decir del
corazón, y que no sea de labios para fuera ( ). Que sea humilde como la del
publicano ( ) Que sea cálida, que se
haga por amor y no por obligación. Que sea agradecida por las maravillas del
Señor en nuestra vida y en la vida de los demás. Qué sea intercesora, que nos
permita hablarle a Dios de las necesidades de nuestros hermanos, Pero la
exigencia fundamental es que se haga en fe, es decir, en comunión con Cristo
Jesús y con nuestros hermanos. (Jn 15, 1-3). Que seamos capaces de pedir perdón
a quienes hemos ofendido, y a la vez demos perdón a quien nos haya ofendido a
nosotros (Mt 6, ) No obstante lo anterior podemos destacar tres exigencias a
nuestro apostolado:
- Disponibilidad
para ir al desierto conducidos por el Espíritu Santo. El lugar para
conocerse a sí mismo, conocer la voluntad de Dios y hacer alianza con Él.
El desierto es sinónimo de soledad, de aislamiento, pide hacer un alto en
la vida para recogerse interiormente. Ir al desierto es disponibilidad
para la escucha al estilo de Elías (1 De Re. 19,12)
- La
disponibilidad para el desprendimiento y la renuncia al estilo de Moisés (Ex.
3.4ss). Renunciar a sí mismo para poder servir a Dios en los hermanos.
Renunciar a la comodidad, a todo lo que no permite que el Reino de Dios
crezca en nosotros. Romper con ataduras y ligamentos que en últimas no son
mas que pecado o consecuencias del mismo.
- La
disponibilidad para la misión (Ex.3, 10; Is. 6, 8). Renunciar a sí mismo
para poder servir a los demás. Jesús recomienda a un hombre que quería
irse con Él la renuncia a sus madrigueras y a sus nidos (Lc 9, 57ss).
- Razones por las que oramos.
1.
Oramos para
estar unidos a Dios como sus hijos. Abba, Padre del cielo, es el grito que
brota de un corazón filial que se sabe amado por su Padre.
2.
Oramos
por que Cristo, nuestro Maestro y Señor,
oraba siempre, en cualquier lugar y por cualquier circunstancia (Mt 11,
25)
3.
Oramos porque
sólo Cristo da el crecimiento. El orante reconoce su necesidad de
caminar, de seguir adelante. Se reconoce proyecto de Dios que necesita orar
para pedir, dar gracias y alabar a Dios por las maravillas que está haciendo en
él.
4.
Oramos para que
nuestra fe se apoye en el poder de Dios, y no en nuestras propias fuerzas. Sólo
el orante podrá reconocer que lo que tiene es don de Dios.
5.
Oramos porque
nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra los Poderes espirituales,
frente a los cuales nuestras solas fuerzas son insuficientes para derrotarlos
(Ef. 6,10ss). La oración es una de las armas más poderosas de los cristianos,
Satanás sencillamente le teme a la auténtica oración. El mismo Jesús la
recomendó a sus discípulos: “Oren para no caer en tentación” (Mt 26, 41)
6.
Oramos para ser
fieles ministros de la multiforme gracia de Jesús. Somos sus
canales, portadores de su Palabra, de su Luz y de su Gracia. Quien ora está
dispuesto siempre para ministrar gracia divina a los hombres.
7.
Oramos para
poder ser cristianos aprobados. Cuando el servidor pierde de vista a Jesús es porque ha dejado de orar. Podrá
estar trabajando mucho y sin descaso, pero, la verdad es que un Ministerio sin
oración, es un auténtico activismo,
vacío de la verdadera esencia de la Evangelización: Jesús.
8.
Oramos para ser
los hombres de la ofrenda a Dios por la salvación de nuestros hermanos. (Rm12, 1)
No
dudo en afirmar que sólo los que oran se convierten y se salvan. “Si no quieren
salvarse no oren.” Jesús pide a sus
discípulos: Orad y vigilad para no caer en tentación”. Vigila tus sentimientos,
tus pensamientos, tus actitudes, tu relación con los demás,
- Características de la Verdadera
Oración.
1. La primera y fundamental característica
es la Confianza filial. El sentir que cuando oramos estamos frente a un Dios amoroso
al que podemos llamar Padre (Gál.4,6;
Rom 8,16).
2. La segunda característica de nuestra
oración ha de ser la Humildad del publicano que nos lleva a reconocer nuestra situación de
pecadores y a buscar el perdón de un Dios
lleno de misericordia que no niega su amor a quien de todo corazón lo busque (Jer. 29,13). La actitud de humildad nos
lleva a la oración de vaciamiento; vomitar todo
aquello que es incompatible con los intereses del Reino.
3. La tercera característica es la
Reverencia que hemos de guardar ante el
Señor. Actitud fundamental que
nos permite no tomar a Dios, ni a las cosas sagradas, tan a la ligera. Dios es Dios y merece nuestro
respeto, admiración y reverencia. Una oración llena
de reverencia es una oración llena de amor filial donde se expresa todo el
sentir del servidor.
4. La cuarta característica es la
Perseverancia en la oración. Esta
característica es manifestación
de madurez, de constancia y de verdaderos deseos de ver la Manifestación de Dios, en su día y no
cuando nosotros lo queramos. Quien persevera ve
la Gloria de Dios.
5. La quinta característica es
la actitud de Oferta (Heb.9, 7;
Rom.12, 1-2). "Heme aquí oh
Dios para hacer tu Voluntad." A Dios le gusta el reconocimiento por parte nuestra de la total dependencia de sus
hijos respecto a bondad paternal. Y sí todo lo nuestro
viene de Dios, no dudemos que a Él le fascina que le ofrezcamos de la pureza de sus dones.
6. La sexta característica es
el Silencio. El servidor que aprende
a guardar silencio en la presencia de Dios, fácilmente pasa a una oración de
experiencia de Dios. La oración de experimentar el Amor del Padre nos exige
dejarnos contemplar por la mirada de Jesús desde el Sagrario o desde el
silencio confiado de nuestro corazón. El Profeta Elías sólo en el silencio
escuchó la voz de Dios (IRe.19,12).
7.
La oración se hace servicio cuando
llenamos nuestro corazón con los rostros de hombres y mujeres para interceder
por ellos, hablándole a Dios de sus necesidades- Estos pueden ser los enfermos,
los pobres, los gobernantes, la familia, los amigos, los que no tienen trabajo,
los alejados, la comunidad de creyentes, los que sufren, etc-
- La Oración y el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el
autor de la oración cristiana (Rm 8, 26). El es el Maestro de oración, el
Intercesor que hace nacer en nosotros los buenos deseos y quien nos manifiesta
las necesidades propias y ajenas parta que intercedamos en favor de los santos.
Quien ha padecido la acción del Espíritu Santo en su vida puede comprender las
siguientes afirmaciones:
1. El Espíritu Santo invade al cristiano
que ora, lo invade para convertirlo en orante intercesor en favor de otros.
2. Cuando el Espíritu Santo invade el
corazón del cristiano, es para conducirlo a los terrenos del Amor de Dios y de la entrega sin límites a
los demás. Para conducirlo al compromiso
evangélico.
3. El Espíritu Santo ilumina la mente del
cristiano orante. Al iluminarlo le revela los Misterios
del Reino. No lo trata como siervo, sino como amigo (Jn. 15,15-16). Llena su mente y su corazón de Sabiduría y de
Conocimiento de Dios (Col 1, 9- 10).
4. El Espíritu Santo invade el corazón del
orante para llenarlo de poder para que realice actos
profundos de amor y para que luche contra las fuerzas del Mal (Ef 6, 10ss).
5. El Espíritu Santo separa al orante del
Pecado. Sana su corazón y lo sella con los frutos del Espíritu (Gál.5, 21-22). El cristiano orante poco a poco va
siendo poseedor de un corazón lleno de
Amor, Paz y Gozo: Lleno de Dios.
Si
nosotros, como cristianos que somos, queremos tener un corazón capacitado y
cualificado para amar y servir al estilo de Jesús. Si queremosue Cristo viva en
nuestros corazones para así poder realizar sus obras maravillosas; entonces, OREMOS Y VOLVAMOS A ORAR. Yo les
garantizo, basándome en las promesas del Señor Jesús, (Jn. 16,23; 1ª de Jn.
5,14-15.) que nuestra oración no se pierde. Dios nos escucha, se complace con
ella y está dispuesto a responderla. Nuestro Dios es el Dios que habla y que
escucha. La única oración que se pierde es la que no se hace, o por pereza o
por falta de tiempo.
Ejemplo de
oración
Efesios
1, 15ss “Por eso también yo al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y
de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por
vosotros, recordándolos en mis oraciones para que el Dios de Nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu sabiduría y de
revelación para conocerle perfectamente”.
Efesios
3, 14,ss. “Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de quien toma nombre toda
familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda según la riqueza de su
gloria, que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre
interior, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones para que arraigados
y cimentados en el amor podáis comprender con todos los santos cual es la
altura, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad y conocer el amor
de Cristo que excede a todo conocimiento.”
Señor enséñanos
a orar.
Deseamos ser ministros de tu multiforme gracia a favor de nuestros hermanos.
“Ven Espíritu Santo a iluminar las mentes de tus fieles y a encender en ellos
el fuego divino de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y será renovada la faz de
la tierra”.
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