2.
EL HOMBRES ES UN PAN QUE SE COMPARTE
Iluminación: Y volvió a decirle por segunda vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le dijo: Sí, Señor, tú sabes que te
quiero. Jesús le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo por tercera vez:
Simón, hijo de Juan, ¿me
quieres? Pedro se entristeció porque la tercera vez le dijo: ¿Me quieres? Y le
respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo:
Apacienta mis ovejas. (Jn 21, 16-17).
1.
Las dimensiones del Amor
San Agustín habló de las dimensiones del Amor. Para el santo
de Hipona, son cuatro. Una hacia arriba, amar a Dios con todo el corazón, con
toda la mente y con todas las fuerzas. Otra dimensión hacia abajo. Amar la
creación en la que Dios puso al hombre como centro y corona. Dios ama al hombre
por lo que es, y a las cosas porque están al servicio de los hombres. Una
tercera dimensión es hacia fuera, amar a los demás, a todos sin hacer acepción
de personas. Y la última dimensión hacia dentro, es decir, amarse a uno mismo.
De las cuatro dimensiones sólo dos son Mandamientos: Amar a Dios y al prójimo.
Podemos y debemos amar la Creación que Dios creó para todos; podemos y debemos
amarnos a nosotros mismos, como punto de partida, pero, el amor a Dios y al
prójimo está por encima de todo lo demás.
Quien se ha encontrado con el Amor de Dios manifestado y
revelado en Cristo adquiere la experiencia de que Dios lo ama inmensamente, de
manera incondicional e infinita, Esta experiencia es tan fuerte que transforma
al pecador en discípulo de Cristo, tanto ontológica como existencialmente.
Experiencia que sea hace en su interior fuente de espiritualidad cristiana, en
fuerza para amar a Dios, a sí mismo y a los demás, El Papa Francisco lo ha
dicho con toda autoridad. Lo primero de esta espiritualidad transformadora es
"creer que Dios me ama" con Amor gratuito e inmerecido. Fuerza que me
llevó a confiar y abandonarme en las manos misericordiosas de Dios que es Amor
(1 Jn 4,8-16) Y que no permite que nos falte su Gracia, aún en los momentos más
difíciles de nuestra vida, por eso nos invita a poner todas nuestras
preocupaciones en sus manos (1 Pe 5, 7).
2.
La Obra de del Padre.
El Señor Jesús nos dijo una hermosísima verdad que debe
iluminar la existencia de sus discípulos a lo largo de sus vidas: "Mi
Padre siempre trabaja y yo también" (Jn 5, 17) a la luz de estas palabras
el Apóstol pudo decirnos; "Todo lo que nos sucede es para bien de los que
aman a Dios" (Rom 8, 28) Dios, Amor está a nuestro lado, en nuestro
interior, nos acompaña, nunca nos deja solos, ha comenzado en nosotros su Obra,
y no descansará hasta llevarla a feliz término (Flp 1, 6) La Obra del Espíritu Santo es hacer que
el mundo crea en Jesús, para que creyendo se salve. El Dios Amor, es Luz que
ilumina e irradia nuestros corazones tan llenos de tinieblas; con la fuerza de
su Amor nos libera y derrama su amor en nuestros corazones para que lleguemos a
ser como Él, Amor, y lo amemos con el mismo amor con el que nos amó primero (1
Jn 4,7). Como olvidar aquella noche al principio de mi conversión en la que
pedía al Señor que me enseñara a orar como oraban los carismáticos, Su
respuesta fue inmediata: Ámame. Entendí que amar a Dios debería ser lo más
importante de mi vida. La petición la repetí varias veces y en cada vez, su
respuesta era la misma: Ámame.
3.
Amar es hacer la Voluntad de Dios.
A su petición le respondí, Señor, y ¿Cómo te voy amar si no
te veo? Yo acostumbro a enamorarme según los cuerpos y según los trapos. Esa
era mi verdad, no sabía amar, lo hacía según las apariencias. Tres días más tarde
me acerqué a la "asamblea de oración", allí el Señor me iba a revelar
su Voluntad, lo hizo por medio de la Iglesia. Cuando entré al salón, el
sacerdote iba a comenzar a leer el evangelio. Espero un momento y me dijo,
siéntese Uriel, sentí una cosa interior, parecía que Dios preparaba mi corazón
para que recibiera su Palabra: "El que conoce mis Mandamientos y los
guarda ese es el que me ama..." (Jn 14,21). De lo más profundo de mi ser
salía mi respuesta a su Verdad: " Entonces no tengo que verte para amarte,
basta con que crea en Tí Señor Jesús y te obedezca, guardando tus Mandamientos
y tus Palabras (Jn 14, 21. 23). Amar es hacer la voluntad de Dios manifestada
en sus Mandamientos, en su Palabra, en cada ser humano, creado por amor y con
amor, y con quien Jesús se identifica, hasta decirnos: "Lo que a ellos les
hagáis a mí me lo hacéis" (Mt 25, 40). De la mano de Jesús, sus discípulos
aprendemos amar a Dios y amar al prójimo. La clave para conocer el Amor y
lleguemos los discípulos a ser como el Maestro, es legado de Jesús para todos
los suyos: "Aprendan de mí que soy
manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29). Esto hace aparecer el
"camino del Amor" como un camino estrecho, angosto, difícil, pero no
imposible.
4.
El Mandamiento de Jesús.
Juan el evangelista, el discípulo amado, nos ha dejado el
Mandamiento Regio de Jesús, el Mandamiento del Amor: "Ámense los unos a
los otros como yo los he amado" (Jn 13, 34). Mandamiento que Marcos lo
convierte en acción sanadora y liberadora: "Dadles vosotros de
comer"; es el Mandamiento de Jesús a sus discípulos que buscaban
desprenderse de aquel gentío hambriento y cansado que nos relata el evangelio
de Marcos (Mc 6,30sss). Es la invitación del Maestro de Nazaret a salir del
individualismo para ser don, regalo para los demás, para los menos favorecidos.
Al hombre de la mano tullida, a quien había puesto en medio de la asamblea, le
ordena: "Extiende tu mano" (Mc 3,1ss). Extender la mano es compartir
el don que se posee con los demás. "Que tienes de bueno que no lo hayas
recibido, y sí lo recibiste para que presumir" (1 Cor 4, 7), alguien cerca
de ti lo necesita, comparte tu pan con alegría que hay más felicidad en dar que
en recibir, según las palabras que Pablo atribuye al Señor Jesús (Hch 20, 35).
Sé que Dios me ama, y aún a pesar de mis debilidades, quiero
vivir para amarlo con todo mi ser, y trabajar para que él sea amado por todos
mis hermanos, los hombres y mujeres del Mundo por quienes Jesucristo entregó su
vida por amor para redimirlos y sacarlos del pozo de la muerte. ¿Qué significa
amar a Dios? Amar a Dios significa hacer
su voluntad que es amor para entrar en el Reino de los Cielos (Mt 7, 21) en el
cual todos nos sabemos hijos amados de Dios, hermanos unos de los otros,
comprometidos en la construcción de la Comunidad fraterna, viva, y solidaria.
5.
¿Quién podrá guardar el Mandamiento
Nuevo?
Una respuesta válida nos pide responder a otra pregunta que
Jesús hizo a Pedro y hoy nos hace a todos nosotros: Pedro, ¿Me amas? (Jn 21,
15-19) Para que podamos ser "pertenencia del Señor", la clave es el
Amor. Para que podamos ser sus servidores, la clave es el Amor. Amar a Dios y
al prójimo. Quien no guarde los Mandamientos de la ley de Dios, no puede amar
al Señor. Quien no esté en comunión con Cristo, no puede amar a Dios, pues nadie
da lo que no tiene. Sin la Gracia del Espíritu Santo no podemos guardad el
Mandamiento Regio de Jesús. Recordemos
una verdad teológica de san Pablo: "El pecado paga con la muerte, pero
Dios nos da la vida en Cristo Jesús" (Rom 6, 23). El Mandamiento del Amor
sólo lo guardan los que son de Cristo, aquellos que están muriendo al pecado y
viviendo para Dios (Gál 5, 24) Los que han pasado de la muerte a la vida (1Jn
3, 14) y que el Apóstol llama: "Nueva creación" (2 Cor 5, 17).
Hombres y mujeres que se han encontrado con Cristo Jesús,
están en el Camino, siguen las huellas del Maestro de Nazaret, su anhelo es ser
como Él: Hijos de Dios, hermanos y servidores unos de los otros; hombres y
mujeres enriquecidos con la "pobreza de Jesús" (2 Cor 8, 9) que han
hecho del conocimiento de su Maestro el "ideal de sus vidas" (Flp 3,
4ss). Trabajan para que Cristo sea conocido amado y servido por todos. A esto
san Pablo lo llamó: Un vivir para Cristo (Flp 1, 21), a quien tanto en la vida
como en la muerte le pertenecemos (Rom 14, 8); en Él vivimos, nos movemos y
existimos (Hch 17, 28).
6.
¿Por qué tenemos que amar a Cristo?
1)
Porque él nos amó
primero (1 Jn 4, 10). No hay méritos personales. El Señor nos eligió con amor
gratuito desde antes de la creación mundo (Ef 1, 4).
2)
Porque el Señor
Jesús nos lo pide: Ámame. “Tengo sed”. Es “La invitación que brota de las
páginas de la Biblia: “Ustedes me aman si hace lo que yo os digo” (Jn 15, 13)
3)
Porque nos
conviene: para ver sus manifestaciones en nuestra vida (Jn 14, 21.23).
4)
Para ser sus
amigos y discípulos del Maestro de Nazaret. (Jn 15, 13-15).
5)
Para no ser
anatemas (1 Cor 16, 22).
Publicar un comentario