APRENDER A CONOCER LOS SIGNOS DEL TIEMPO PRESENTE.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la
multitud: “Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente,
enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla
del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar
el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces
los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo
que les conviene hacer ahora? Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante
la autoridad, haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino,
para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la policía, y la
policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de ahí hasta que
pagues el último centavo’’. Lc 12, 54-59
¿Por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¡Hipócritas!
¿Por qué Jesús les dice de esta manera a los judíos
religiosos? Por la misma manera que nos lo diría hoy a nosotros. Conocemos los
signos del cielo y de la tierra, pero,
no conocemos los signos de los tiempos. ¿Cuáles son estos? Los signos de
los tiempos son acontecimientos históricos que pueden ser: políticos,
religiosos, económicos, educativos, entre otros. ¿Qué vemos en ellos? Con pocas
palabras lo podemos definir: El hombre, los hombres al servicio de la política,
de la economía, de la religión y de la educación. ¿No creen ustedes que tenía
que ser al revés? Mientras veamos a muchísimos hombres y mujeres sumergidos en
el “Individualismo, en el conformismo y en el totalitarismo,
el secularismo y en el ateísmo” Significa que hemos
invertido los valores. Y la inversión de valores es la madre del vacío
existencial.
¡Hipócritas! Cambien su manera de
pensar, no miren a las personas como cosas para no llevarlas al “Utilitarismo, a la instrumentalización, a la cosificación.” Trabajen para “Humanizar la política,
la economía, la religión y la educación” Para que
puedan entender que la persona, toda persona, vale más que las cosas, que el
dinero, que las fiestas y que los lujos. “La persona no
vale por lo que tiene, vale por lo que es.” Cuando todo
se hace referencia hacia el dinero, todo deshumaniza y despersonaliza. Todo
pierde su sentido para darle un sentido subjetivo, y por, lo tanto, falso. El
otro, los otros, son vistos como votos, o como candidatos para trabajar o para
hacerlos instrumentos de trabajo o de placer. Por eso la palabra lapidaria de
Jesús: ¡Hipócritas! Lo que equivale a ser protagonistas, fachadas, imágenes
falseadas, seres que no responden al llamado de Dios.
Por eso Jesús le dice a la gente y a sus discípulos: "Entonces
Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de
Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo
lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan
cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el
dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los
hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del
manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las
sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame
"Rabbí"." (Mt 23, 1- 7)
Hagan lo que dicen pero no hagan lo que hacen. Todo lo
hacen para que los vean y para que en todo les vaya bien. Han hecho de la
religión su negocio. Jesús advierte a sus discípulos: ".«Porque os digo
que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no
entraréis en el Reino de los Cielos."(Mt 5, 20)
¿Qué signos de los tiempos podemos ver en la actualidad? Miremos nuestras familias. ¿Hay paz, unidad,
amor y justicia, hay fe verdadera y hay preocupación mutua? Un signo de los
tiempos es reconciliarse con la familia, con los vecinos, con la Comunidad. Familias
divididas, abandonadas y olvidadas. Cada día son menos las familias que se
casan por lo civil o por la Iglesia. La fe se va acabando. Muchísimos son los
católicos” que se juntan a vivir en unión libre. Ya no participan de la misa,
de los sacramentos, de la oración y de la Palabra, han entrado en un
secularismo, dando la espalda a lo sagrado. La violencia ha entrado a muchas
familias que se creía que tenían fe y terminan destruyéndose.
Para poder ser capaces de leer los
signos de los tiempos hay poner en práctica otras virtudes escatológicas que se
inician en nuestra vida con la escucha de la Palabra y la oración de gracias,
de alabanza, de ofrecimiento y de intercesión. Virtudes como lo dice el apóstol
san Pablo:
Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por
la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que
han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense
mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el
vínculo de la paz.
Porque no hay más que un solo
cuerpo y un solo Espíritu, como también una sola es la esperanza del
llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través
de todos y vive en todos. (Ef 4, 1-6)
Sin justicia no hay paz, como tampoco hay amor ni humildad. La
justicia hace referencia a la fidelidad a Dios y al hombre. La hacemos justicia
a Dios cuando creemos en su Hijo Jesucristo (Jn 6, 39- 40) Le hacemos justicia
a Jesús cuando elegimos el camino que él nos propone, el Amor: “Ámense los unos
a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34) Le hacemos justicia al hombre
cuando lo reconocemos como persona, cuando lo aceptamos como es, cuando lo
respetamos de pensamiento, palabra y obra. Cuando lo valoramos por lo que es, y
no por lo que tiene, sabe o hace. Es una persona, es un alguien, no es una
cosa, no es un algo. Dónde hay justicia hay paz, y la paz es armonía interior y
armonía exterior. Armonía consigo mismo, con Dios, con los demás y con la
naturaleza.
Jesucristo es la Justicia que viene de Dios. "Pero
ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo,
para todos los que creen - pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están
privados de la gloria de Dios - y son justificados por el don de su gracia, en
virtud de la redención realizada en Cristo Jesús," (Rm 3, 21- 24)
Somos salvados por la fe de
Jesucristo y no por nuestras obras o méritos personales. La Gracia que Dios ha
derramado en nuestros corazones es un don, es gratuita, pero nunca barata,
hemos de creer y convertirnos, apropiándonos del perdón, la paz y la
resurrección y del don del Espíritu Santo. La justicia es inseparable de la
prudencia, de la fortaleza y de la templanza, de la piedad, del amor fraterno y
de la caridad (2 de Pe 1, 5-8).
Publicar un comentario