DONDE HAY AMOR,, HAY ESFUERZOS, RENUNCIAS Y SACRIFICIOS
Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta
generación mala y perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.
(Flp 2, 14-15) Huyan del pecado y dedíquense a buscar a Dios (cf 2 de Tim 2m
22) “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29) Para que
puedan ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-14) “Para que seáis
antorcha de luz en medio de un mundo
obscuro y de tinieblas” (Ef 5, 8- 9) Lo anterior sólo es agradable a Dios si se
hace por amor.
La riqueza de la
Palabra: escúchenla, guárdenla y pongan en práctica.
Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la
voz una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los
pechos que te criaron!» Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la
Palabra de Dios y la guardan.» (Lc 11, 27- 28) Se presentaron donde él su madre
y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le
anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.» Pero él
les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de
Dios y la cumplen.» (Lc 8, 19- 21) Al Reino de los cielos no entramos por los
lazos de la carne y de la sangre (1 de Cor 15, 50) Sino por la escucha y
obediencia de la Palabra de Dios: Crean y conviértanse (Mt 4, 17) María, la
Madre de Jesús es la primer creyente al escuchar la Palabra y obedecerla,
diciendo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra (Lc 1,
38) Para María la fe es confianza y abandono en las manos de Dios, y por otro,
lado es, donación, entrega y servicio a su pueblo. Por eso el Arcángel Gabriel
le dijo: “Alégrate, llena Gracia, el Señor
está contigo (Lc 1, 28) y el Espíritu Santo le dice por la boca de Isabel: Bendita,
Madre y Mujer Creyente (Lc 1, 42- 45)
Sacrificios sin
justicia y sin obediencia no son gratos a Dios.
¿Acaso se complace el Señor en los holocaustos y
sacrificios, como en la obediencia a la palabra del Señor? Mejor es obedecer
que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros. (1Sm 15, 22)
Mejor es la obediencia que sacrificar toros y machos cabríos, eso es externo,
el Señor quiere sacrificios que vengan del corazón, movidos por el amor. “Ofrézcanse
como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios” (cf Rm 12, 1) “Se te ha
dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti:
simplemente que practiques la justicia, que ames la misericordia, y que camines
humildemente con tu Dios”. (Mi 6, 8) Y al extender vosotros vuestras palmas, me
tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras
manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de
delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad
lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por
la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros
pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el
carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de la tierra
comeréis. (Is 1, 15- 19)
El Culto en pecado
no es grato a Dios.
«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en
el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos
me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y
entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de
iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) Háganlo todo con Amor. Acoged bien al que es
débil en la fe, sin discutir opiniones. (Rm 14, 1) Nosotros, los fuertes,
debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no buscar nuestro propio
agrado. Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien,
buscando su edificación;(Rm 15, 1- 2) No busquemos la vanagloria, provocándonos
y teniéndonos envidia mutuamente. Ayudaos a llevar mutuamente vuestras cargas,
y así cumpliréis la ley de Cristo. (Ga 5, 26; 6, 2)
Absténganse de todo
lo malo.
En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo
Jesús, quiere de vosotros. No extingáis el Espíritu; no despreciéis las
profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo genero de
mal. (1 de Ts 5, 18- 22) “Aborrezcan el mal y amen lo bueno” (Rm 12. 9) Busquen
crecer en la fe. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea
conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os
escuchen. (Ef 4, 29) Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y
zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y
de la astucia que conduce engañosamente al error (Ef 4, 14)
Tenemos confirmada la palabra profética, a la que
hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro,
hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón.
Ante todo habéis de saber que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada; pues nunca fue proferida alguna por voluntad humana,
sino que, llevados del Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios. (2
Pe 1, 19-21)
El mismo Jesús lo dijo: Le dice Jesús: «Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a
mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Le
dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a
mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No
crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo,
no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las
obras. (Jn 14, 6- 10)
El que escucha la Palabra de Dios, la guarda en su corazón
y la pone en práctica, pasa por la cruz de Jesús, y pasa de la muerte a la
vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud a la
libertad, de la aridez a las aguas vivas, es decir, cree y se convierte. Todo
lo realiza en nuestra vida el Espíritu Santo que nos transforma en Hijos de
Dios, hermanos de los demás y en servidores de los otros. Todo pasa por la Cruz
de Jesús que nos lleva a la Resurrección.
Publicar un comentario