POR LA FE EN CRISTO JESÚS SOMOS
POR GRACIA HIJOS Y HEREDEROS DIOS.
Los primeros siete capítulos
de la carta a los romanos nos hablan del pecado, sus consecuencias y de la
liberación por la fe en Jesucristo. Ahora en el capítulo ocho nos habla de la
Nueva Ley y de cómo hemos de vivir la nueva Vida en Cristo.
1.
Por
consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús. Porque
la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del
pecado y de la muerte. Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la
impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne
semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne,
(Rm, 8, 1- 3)
Por la fe en Jesucristo
hemos sido justificados (Rm 5, 1) Hemos pasado del pecado a la vida; de la
esclavitud a la libertad; de las tinieblas a la luz; hemos pasado, por la
gracia de Dios, de la muerte a la vida (cf Ef 2, 4- 6) ahora somos hombres
nuevos (Ef 4, 24) Somos una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17) El reinado del
pecado ha pasado, ahora reina la vida, la paz, el gozo y el amor (cf Rm 5, 20) Hemos
entrado en la Pascua de Cristo y participamos de la Nueva Alianza, de la que
nace y brota la Ley del Amor. Qué es: “La Ley de Cristo y Ley del Espíritu”. Al
recibirla podemos amarnos a nosotros, a Dios y a los demás.
4. A fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que
seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu. Efectivamente,
los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el
espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del
espíritu, vida y paz, ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios:
no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden; así, los que están en la
carne, no pueden agradar a Dios. (Rm 8, 4- 8)
Todos los que están en
Cristo, han nacido de nuevo (Jn 1, 12) Ya no viven según la carne que es una
vida mundana y pagana; una vida en pecado. Es ser conducidos por cualquier espíritu
que no venga de la fe (Rm 14, 23) Antes éramos tinieblas, pero ahora por estar
en Cristo somos de la Luz (Ef 5, 8) Antes éramos dominados ´pr los instintos y
por los deseos desordenados de la carne, las concupiscencias, ahora, tenemos
dominio propio y somos conducidos por el Espíritu. El Amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones (Rm 5, 5) Hemos pasado de la muerte a la vida (1 de Jn 3,
14) Ahora por estar en la fe somos agradables a Dios (Heb 11, 6) Al caminar en la
fe, estamos en comunión con Cristo que habita por la fe en nuestro corazón (Ef
3, 17)
9.
Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le
pertenece; mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a
causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu
de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel
que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros. Así que, hermanos
míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís
según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del
cuerpo, viviréis. (Rm 8, 9. 13)
Por la presencia del
Espíritu en nosotros, estamos en Gracia de Dios, somos Templos vivos de Dios (2
de Cor 6, 19) Somos, por voluntad de Dios, propiedad exclusiva de Cristo, le
pertenecemos lo amamos y lo servimos. Estas son las leyes de la Nueva Alianza.
Pertenecer, amar y servir a Cristo y en él al Padre en el Espíritu Santo. Vivir
según la carne es el pecado que nos lleva a la muerte (Rm 6, 23) Pero si somos
conducidos por el Espíritu, estamos en la Luz que nos lleva a la Vida, a la
Verdad y al Amor, es decir, nos lleva a Cristo. (cf Jn 8, 12; Jn 14, 6)
14.
En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes
bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá,
Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que
somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y
coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él
glorificados. Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son
comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. (Rm 8, 14- 18)
La espiritualidad
cristiana es una vida conducida por el Espíritu Santo. El Espíritu nos lleva a
Cristo, a los terrenos de Dios, el campo de las Virtudes cristianas para revestirnos
del Hijo de Dios, y ser como él, hijos de Dios, hermanos de los demás y
servidor de todos. El Espíritu clama en nosotros: ¡¡¡ Abba, Padre!!!. Da
testimonio de que ya somos hijos del Padre, somos entonces una Comunidad fraterna,
conducida por el Espíritu participamos de los dones de Dios, si nosotros somos
de Cristo. Los hijos por adopción, es decir por participación, somos herederos
con Cristo que nos hace partícipes de su Herencia. Herederos de Dios, Dios es
nuestra herencia. La Vida Eterna, es nuestra herencia, si nosotros somos de
Cristo, si le pertenecemos. Y le pertenecemos si lo amamos y le servimos.
La fe es creer en Jesús,
es amarlo y servirlo. Por la fe somos hijos de Dios y herederos con Cristo: Él
es nuestra Herencia, su Vida, su Pasión, su Muerte, su Resurrección, su
Espíritu y su Misión, su Destino y su Obra, todo lo de Cristo es nuestro, si
nosotros somos de Cristo. Por la fe somos hijos de Dios, hermanos de los demás
y servidores de Cristo y de los hombres.
Donde hay amor hay
esfuerzos, renuncias y sacrificios, que este sea nuestro culto a Dios, un culto
que se ofrece por Amor (cf Rm 12,1) Culto que es en Espíritu y en Verdad y que
consiste en hacer la voluntad de Dios: Creer, Amar y Servir a Cristo, en esta
vida y después la Vida eterna.
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