DE LA SEGUNDA CARTA DE PEDRO DESDE EL 1, 1-15

 


DE LA SEGUNDA CARTA DE PEDRO DESDE EL 1, 1-15

Introducción: Simeón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra.(2 de Pe 1,1)

Jesucristo es: Nuestro Dios y Salvador.

Es la enseñanza de los Apóstoles a la Iglesia: Es Emmanuel, Dios con nosotros, entre nosotros  y a favor de nosotros (Mt 1,23) Jesucristo es el Hijo de Dios, el Mesías (Mt 16, 16) “Yo soy el Pan bajado del cielo” ( Jn 6, 58)  “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12) “Yo soy la Puerta” (Jn 10, 7) “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10) “Yo soy el Buen Pastor (Jn 10, 11) “Yo soy la Resurrección y la Vida” (Jn 11, 25) “Yo soy el camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6) “Mi Señor y mi Dios” (Jn 20, 28) Pablo así lo confiesa: y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén. (Rm 9, 5)

Gracia y Paz.

2. A vosotros, gracia y paz abundantes por el conocimiento de nuestro Señor. (2 de Pe 1, 2) Por la fe de Jesucristo ha llegado a nuestra vida la “gracia y la paz”, Criro Jesús, él es la gracia: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó  a su único Hijo” ( Jn 3, 16) Y Cristo es nuestra paz (Ef 2, 14) La gracia es Cristo, es el Espíritu Santo, es Dios que se nos ha dado como Fe, Esperanza y Amor, al darnos Espíritu Santo (Rm 5, 5). La gracia, no es barata, sino, carísima, fue pagada a precio de sangre (1 de Pe 1, 19) Todo lo bueno que haya en nosotros, es gracia de Dios, el hombre nuevo es gracia de Dios, que crece en nosotros cuando practicamos las virtudes, y desparece cuando apagamos las lámparas en nuestra vida, pecando y quedamos sin luz, en tinieblas. Nos apropiamos de la gracia cuando nos apropiamos de los frutos de la redención, en el Bautismo y en los otros Sacramentos, en la escucha de la Palabra, en la Oración bien hecha, crecemos en la gracia y en el conocimiento nuestro Señor Jesucristo.

El poder de la fe.

3.Pues su divino poder nos ha concedido cuanto se refiere a la vida y a la piedad, mediante el conocimiento perfecto del que nos ha llamado por su propia gloria y virtud, (2 de Pe 1, 3) El divino poder es el poder que nos deja la fe, juntamente con la luz y con el amor. Todo en referencia a la vida presente en las virtudes como la fe, la esperanza y la caridad, la fortaleza, y otras más. La piedad es un don del Espíritu y es una virtud cristiana. Es el modo como vivimos la comunión con Dios y con los hombres. Gracias a la piedad nos sabemos hijos de Dios, amados, perdonados y reconciliados por él. Nos sabemos hermanos de los hijos de Dios, nos sabemos cómo Familia de Dios. Tanto las virtudes como los dones del Espíritu Santo viene de Dios por medio de la Fe, es decir por medio de Cristo Jesús.

Participar de la naturaleza divina.

4. “Por medio de las cuales nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina, huyendo de la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia”. (2 de Pe 1,4) La fe que viene de la escucha de la Palabra, y que es confianza y obediencia a Dios, nos lleva con su luz, su poder y con su amor a romper con el pecado. Por medio del Nuevo Nacimiento, queda clavado en la Cruz de Cristo, nuestros pecados son borrados en virtud de la sangre de Cristo (EF 1, 7) Y nos apropiamos del perdón, la paz y del don del Espíritu Santo, nos apropiamos de la “Naturaleza Divina”, al ser incorporados en el Cuerpo de Cristo por el Bautismo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?  ¡Habéis sido bien comprados! (1 de Cor 6, 19- 20)

De cultivar las virtudes se ha dicho.

5.Por esta misma razón, poned el mayor empeño en añadir a vuestra fe la virtud, a la virtud el conocimiento (2 de Pe 1, 5) En su primera carta Pedro nos habla del que hacer después del Nuevo Nacimiento. Lo primero es desechar lómalo: la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y  la maledicencia ( 1 de Pe 2,1) En segundo lugar nos habla de alimentarnos con la leche espiritual del Evangelio para poder crecer y  para poder caminar en la fe, en la verdad y en la rectitud que consiste en guardar los Mandamientos y guardar la Palabra de Dios ( Jn 14, 21. 23). E, tercer lugar el cultivo de los buenos hábitos y de las virtudes, tanto, las cardinales como las cristianas: La prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza. Donde hay fortaleza, hay templanza, donde hay templanza hay justicia, y donde hay justicia hay prudencia que es el quicio de las virtudes.  Hijos míos, que nadie os engañe. “Quien obra la justicia es justo, como él es justo”. (1 de Jn 3, 7)

Las virtudes cartdinales: prudencia, justicia, templanza y fortaleza.

6. al conocimiento la templanza, a la templanza la tenacidad, a la tenacidad la piedad, (2 de Pe 1,6) La templanza es de la familia de la castidad, de la continencia y del domino propio. Para vencer la ira, la gula, la lujuria, la agresividad, la pereza. La tenacidad es la parresia,  es lo que da carácter a la fe, está unida a la perseverancia, a la tolerancia, a la paciencia. La tenacidad es constancia, que se logra en la obediencia a la Palabra, exige esfuerzos, renuncias  sacrificios.

Las virtudes cristianas.

7. a la piedad el amor fraterno, al amor fraterno la caridad.(2 de Pe 1, 7) La piedad es el cómo se vive en comunión con Dios y con los demás. El que suelte de mano de su prójimo, pronto también se soltará de la mano de Dios, deja de ser piadoso al no amar a sus hermanos. La piedad nos deja sentimientos de hijos y de hermanos y nos lleva al amor: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. (1 de Jn 3, 14) Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? (1 de Jn 3,17) La piedad nos hace ser solidarios con Dios y con los hombres. Nos hace padecer y sufrir con el que sufre y padece, es un com- padecerse de… para meterse en los zapatos del otro y cargar con su cruz (Rm 15.1).

Una fe llena de frutos.

8. Pues si tenéis estas cosas y las tenéis en abundancia, no os dejarán inactivos ni estériles para el conocimiento perfecto de nuestro Señor Jesucristo. (1 de Pe 1,8) La gran importancia de las Virtudes, de todas, pero especialmente la de a Caridad. Porque Dios es Amor: Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. (1 de Jn 4, 7- 8)

La fe estéril la que no tiene virtudes.

9. Quien no las tenga es ciego y corto de vista; ha echado al olvido la purificación de sus pecados pasados. (2 de Pe 1, 9) Es decir, el que no cultiva las virtudes, no trabaja en el barbecho de su corazón (Jer 4,3) Está atrofiado, sus manos tullidas o secas (cf Mc 3, 5) La fe, es estéril o está muerta (Snt 2, 14- 17) Está en peligro de salvarse de acuerdo a lo que dice san Mateo: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23)

Afiances su vocación y su elección.

10. Por tanto, hermanos, poned el mayor empeño en afianzar vuestra vocación y vuestra elección. Obrando así nunca caeréis. (2 de Pe 1, 10) La vocación es a la santidad (1 de Ts 4, 3) Y a la libertad (Gál 5,1- 13) La santidad viene de la fe que es madre de la sencillez del corazón y de a pureza del corazón. Sin santidad nadie verá al Señor (Heb 12, 14) Hay santidad donde hay amor.

Sin conversión no hay Reino de Dios.

11. Pues así se os dará amplia entrada en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (2 de Pe 1, 11) El apóstol nos está recordando el llamado a la conversión, sin la cual no entraremos a la Plenitud de Cristo y nos quedaremos fuera del Reino. Fe y conversión es lo que les dice el día de Pentecostés a los nuevos creyentes:  Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hch 2, 38)

Aunque se enojen.

12. Por esto, estaré siempre recordándoos estas cosas, aunque ya las sepáis y estéis firmes en la verdad que poseéis.(2 de Pe 1, 12) Era enseñanza lo de las virtudes de todos los días, habría gente que querían escuchar cosas nuevas, pero el apóstol era terco y duro, que quería que sus comunidades dieran fruto bueno, su palabra como el martillo, duro hasta que se rompa la piedra o el clavo entre (Jer 23, 29).

Los seguiré estimulando con mi enseñanza.

13. Me parece justo, mientras me encuentro en esta tienda, estimularos con el recuerdo, (2 de Pe 1, 13) Conviértanse a Cristo, revístense de su traje: las armas de Luz, la armadura de Dios, las lámparas encendidas (Rm 13,12; Lc 12,35) Renuncien al pecado para que brote la libertad y nazcan las virtudes, sin renuncias no hay virtudes, no hay vida.

Me quedan pocos días para estar con ustedes.

14. sabiendo que pronto tendré que dejar mi tienda, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. (2 de Pe 1, 14) El Señor le había manifestado que pronto tendría que salir hacia la Casa del Padre. Pero, mientras llega ese día, yo les sigo evangelizando, el seguiré hablando de Cristo Jesús, mi Señor y mi Dios.

Después de mi partida, seguirá mi Equipo.

15. Pero pondré empeño en que, en todo momento, después de mi partida, podáis recordar estas cosas. (2 de Pe 1,15) Les tengo preparado un equipo de catequistas y de evangelizadores para sigan con la misma Misión que el Señor Jesús encargó a su Apóstoles, (Mt 28, 18- 20) y que yo les encargaré a ellos, los tengo bien preparados para que sigan con la enseñanza de las virtudes cristianas.

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