CELEBREMOS EL NACIMIENTO DE MARÍA Y
ADOREMOS A SU HIJO JESUCRISTO.
Iluminación: Celebremos el nacimiento de santa María Virgen y
adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor. Por qué él es Dios, ella no lo es, es
tan solo “la humilde esclava del Señor”, su Dueño.
Tu
nacimiento, santa Madre de Dios, ha anunciado la alegría al mundo entero, pues
de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios: él ha sido quien,
destruyendo la maldición, nos ha aportado la bendición y, aniquilando la
muerte, nos ha otorgado la vida eterna.
¿Quién es María de Nazaret?
Una
joven aldeana, pobre, pero, muy religiosa de la cual la Biblia dice: Y
entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» (Lc 1,
28) La llena de gracia, es la que el Señor está con y en ella. Es la llena del
Espíritu Santo (gracia increada) Es la llena de Dios, para eso fue elegida
desde la eternidad (Ef 1, 4).
En
el cantico del Magnificat nos dejó dicho: Y dijo María: «Engrandece mi alma al
Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en
la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me
llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso,
Santo es su nombre (Lc 1, 46- 49) El Poderoso, a quién le llama mi Señor y mi
Salvador, ha hecho grandes obras grandes por mí.
¿Cuáles son estas obras? Elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo. Para
esto la preparó desde el mismo momento de la concepción de María, preservándola
del pecado original, la hizo Inmaculada. Para que nunca fuera esclava del
pecado, la estaba preparando para una Misión: Ser la Madre de Emmanuel, Dios
con nosotros. (Mt 1, 23)
Le dio el don de la escucha, María es la virgen oyente: escucha la Palabra de
Dios, ese era su alimento favorito, la delicia de su corazón. Por eso María es
mujer creyente, tenía el don de la fe, que para ella, es confianza y abandono
en las manos de Dios; es también donación, entrega y servicio a su pueblo,.
Para María, su vestido es humildad, por eso pudo decir: Soy la humilde esclava
del Señor. Soy la servidora de todos.
De Dios recibió el don de la oración. “María es la
virgen orante”. En oración pregunta: ¿Cómo será eso de que seré madre,
sino tengo varón? (Lc 1, 34) El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de
nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. (Lc 1, 35) Por qué en él Dios se
hizo hombre, tomó rostro humano. (Jn 1,14)
Por
la acción poderosísima del Espíritu Santo, María
recibe el don de ser Madre siendo virgen. Dios tiene poder para eso, y lo
hizo. Dios podía haber salvado a los hombres por otro camino, pero no lo quiso
ser así, Él quiso salvar a los hombres por medio de la Fe, por medio de
Jesucristo, y quiso darnos a su Hijo, por medio de María. La Virgen Madre.
Ahora Dios le hace otro don, el ser
Virgen oferente, por eso ella
responde a las palabras del Ángel: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí
según tu palabra.» (Lc 1, 38) Y el Verbo se hizo carne y puso su Morada entre
nosotros (Jn 1, 14) El Cielo bajó a la tierra y quedaron unidos por el
Pontífice que es Jesús, y lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (Mt
19, 6)
Ya
la Sagrada Escritura hacía referencia a María al decirnos: ¿Quién es esa que
surge como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, imponente como
escuadrón a banderas desplegadas? (Ct 6, 9) Y todo el pueblo de Dios, alabando
a Judith, estaba refiriéndose a la Virgen Madre: Bendito sea el Señor, creador
del cielo y de la tierra, porque ha glorificado tanto tu nombre en este día,
que tu alabanza no se apartará de la boca de los hombres, que recordarán por
siempre esta hazaña de Dios. (Jdt 13, 24. 25) María con sencillez dice: “Engrandece
mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto
los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las
generaciones me llamarán bienaventurada”. (Lc 1, 46- 28) “Todas las
generaciones me llamarán bienaventurada”, feliz y dichosa.
María
es servidora, para eso fue elegida entre muchas mujeres: En aquellos días, se
levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de
Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. (Lc 1, 39- 40) La Mujer
coronada con las doce estrellas, (Apoc 12, 1ss) es sirvienta, es la criada,
para María reinar es servir, y por eso es Grande. De la boca de Isabel, el
Espíritu Santo nos revela las tres verdades esenciales de María: es Mujer
bendita, es Madre del Señor y es Creyente de la Palabra de Dios.(Lc 1, 43- 45)
Es la primer creyente de su Hijo y es la primer Discípula de Cristo, por eso la
Iglesia la llama: “La Hija predilecta del Padre”. Si queremos ser hijos
predilectos del Padre hagamos lo que ella hizo: ser fiel a la Palabra, a su
Misión, a su Destino… Ser la Madre de Dios. Por eso Juan nos dice:
Esta
es la morada de Dios con los hombres, y acampará entre ellos. Ellos serán su
pueblo y Dios estará con ellos. (Ap 21, 3) María es la Morada de Dios, se hizo carne
en su vientre. María es el Templo donde Jesús se hizo Sacerdote para nosotros,
los hombres pecadores, llamados a ser hombres nuevos en Cristo. (Ef 4, 24)
Creamos en Jesús para poder llegar a ser hombres nuevos por el nuevo
Nacimiento. María fue la primera en ser del “Grupo de hombres y mujeres
nuevos”, en Cristo y por Cristo.
María,
la llena de gracia, estuvo presente en los momentos esenciales de la vida de
Jesús: En la Encarnación lo llevo en se seno nueve meses, en la Visitación
donde proclamó su Magnificat; en su Nacimiento y lo manifestó a los pastores;
en la Epifanía a ls Reyes magos (Mt 2,11); en la Presentación del niño Jesús; cuando
lo encuentra en medio de los doctores; en su primer milagro que lo hace a
petición de ella. (Jn 2, 1-5) En el apogeo de la Misión de Jesús, día en que el
Señor resaltó la maternidad espiritual de María. (Lc 8, 21)Estuvo junto a su
Hijo hasta el final (Jn 19, 25) También estuvo en el nacimiento de la Iglesia.
(Hch 2, 1ss)
Ella
es el Don de Dios a la Iglesia, está siempre presente con nosotros, desde el
bautismo hasta el final de nuestra vida, para recibirnos en la Eternidad.
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