LOS
ESCRIBAS Y FARISEOS RECORREN MAR Y TIERRA PARA GANAR UN ADEPTO.
En aquel tiempo, Jesús
dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos
hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran
ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar. ¡Ay de ustedes, escribas y
fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto, y cuando
lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos! ¡Ay
de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero
que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más
importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes
que jurar por el altar no obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o
el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por
él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por
aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por
aquel que está sentado en él". (Mt 23, 13-22)
¿Estas son maldiciones o
advertencias? Nos inclinamos por las advertencias, por que Jesús nunca maldijo
a nadie en concreto. Cuando se dice que maldijo a una higuera, no está maldiciendo
a personas, sino a una religión que no daba frutos: Por la mañana temprano,
cuando Jesús volvía a la ciudad, sintió hambre. Al ver una higuera junto al
camino, se acercó a ella; pero únicamente encontró hojas. Entonces dijo a la
higuera: — ¡Que nunca más vuelvas a dar fruto! Y en aquel mismo
instante se secó la higuera. (Mt 21, 18ss) Jesús es la Bendición de Dios a
los hombres, no vino a maldecir, sino a bendecir, a salvar, a redimir, a
reconciliar y a traernos a Dios (Jn 10, 10) No vino a juzgar ni a condenar (cf
Jn 3, 16) En los últimos momentos de su vida, de sus labios salieron estas
palabras: “Perdónales Padre, porque no saben
lo que hacen”. (Lc 23, 34)
La
advertencia sería: ¿Qué será de ustedes ni no se convierten y cambian su estilo
le vida?. "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas,
porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos!” ¿Cómo le cierran los
escribas y fariseos el Reino de Dios? No creyendo en Jesus, “Vino a los suyos,
pero no lo recibieron”, lo rechazaron, y buscaban como matarlo (cf Jn 1, 12) Se
burlaban de él e impedían que otros creyeran en Jesús. Los amenazaban con
correrlos de las sinagoga, y con la maldición de la Ley: “Maldito el que
quebrante la Ley” (Gál 3, 10) Pero Jesús mismo se hizo maldición para
liberarnos de la maldición de la Ley (Gál 3, 13)
Creer en Jesús es
convertirse a él, es escuchar su Palabra y confiar en ella, es obedecerlo y
amarlo: “Vengan a mí los que estáis cansados y agobiados por la carga, y yo los
aliviaré” (Mt 11, 28) Los escribas y fariseos, adoraban la “letra de la Ley”
Pero, rechazaban el Espíritu, que es el Amor, por eso eran legalistas,
rigoristas y perfeccionistas. No tenían amor ni misericordia. Al no creer en
Jesús se quedaban fuera del Reino, ni amaban ni servían a Dios. Como lo dice
Pablo a los de Tesalónica: Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra
entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los
ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, (1 de Tes 1, 9) La conversión pide
abandonar los ídolos, las tinieblas para dejarse conducir por la Palaba de Dios
que es Luz, Poder y Amor.
Las advertencias a los
escribas y fariseos son también para nosotros, llamados a la conversión para
amar y servir a Dios, y no a nosotros o a nuestros ídolos. No basta con ser
creyentes, hay que ser discípulos de Jesús para escuchar su palabra, guardarla
y ponerla en práctica: «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en
el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos
me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y
entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de
iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) «¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor",
y no hacéis lo que digo? (Lc 6, 46) Es lo que no hacían los escribas y
fariseos: amar, servir y compartir, tres enseñanzas de Jesús (Jn 13, 34; 13 13;
Mc 3, 5)
La Palabra de Jesús es Luz
que ilumina nuestra tinieblas y nos lleva a la Vida, a la Verdad y al Amor (Jn
14, 6) Creer en su Palabra nos hace ser hijos de Dios, hermanos y servidores de
Dios y de los hombres. Porque nos trae el perdón de los pecado y nos reconcilia
con Dios y con los demás. Derrama su Amor en nuestros corazones juntamente con
el Espíritu Santo que él nos ha dado (Rm 5, 5) Por la fe podemos amar y servir
como Jesús nos lo pide a todos sus discípulos. Por eso Santiago nos dice: “No se
contenten con ser oyentes, hay que se practicantes” (Snt 1, 22) Y más allá
háganse discípulos de Jesús. Crean en él, ámenlo y sírvanlo. Para caminar con
él, trabajar con él y vivir con él para poder dar frutos de vida eterna (Jn 15,
4)
Porque ellos mismos
cuentan de qué manera tan favorable nos acogieron ustedes y cómo, abandonando
los ídolos, se convirtieron al Dios vivo y verdadero para servirlo (1 de Tes 1,
9). La meta de la conversión es el servicio a Dios y a los hombres. Para
servirlo hay que estar en comunión con él, es un estar en gracia de Dios, en
amistad con él. Lo que pide amarlo: “amándoos cordialmente los unos a los
otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con
espíritu fervoroso; sirviendo al Señor con la alegría de la esperanza; constantes
en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de
los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no
maldigáis”. (Rm 12, 10- 14)
Es el modo para superar la
justicia de los escribas y fariseos: el amor y la misericordia. Sin legalismos,
sin rigorismos y sin perfeccionismos. (cf Mt 5, 20) Sino sirviendo y dando la
vida por muchos (Mt 20, 28) Y amando como él no sha amado (Jn 13, 34)
Publicar un comentario